“Los buenos nunca son tan buenos y los malos nunca son tan malos pero hay un punto en que ambos se encuentran, y es entonces cuando el asunto puede ponerse interesante”.
Cubierta de: La Biblia de las Tinieblas
Pretender entrar en una librería escocesa y no toparse con pilas de libros, estanterías enteras, fotos o carteles consagrados a Ian Rankin es tan poco probable como que una manada de elefantes cruce en un arrebato de pánico una tienda de antigüedades sin causar un rasguño. Con unas cifras de ventas de más de un millón de ejemplares al año en el mercado anglosajón no es de extrañar que los dos vértices del espectro criminal se hayan puesto de acuerdo. Pues al mismo tiempo que la policía de Edimburgo se confiesa devota de unas novelas que descubren una visión más traumática y menos burocratizada de su mundo, el registro de préstamos de la biblioteca de la prisión de Wandsworth las señala como la lectura más popular del centro. Pero esta masiva conexión del público con Rankin no nos ha de llevar a confusión: sus obras no siguen el patrón del bestseller efervescente, escuchimizado, artrítico, sustentado en diálogos masticados, escenarios desollados, tipos duros y tipos malos a los que se les nota el pegamento y medio, y un encadenamiento de escenas de acción directamente retransmitidas de cualquier «Estrenos TV» de tarde holgazana de domingo. Al contrario. De Knots & Crosses a Resurrection Men ha sabido trascender los esquematismos de «cadáver aparece en el salón de té de Miss Parker» o «a la caza del astuto psicópata por el agente novato» para armar argumentos milimétricamente estudiados y energéticamente desplegados donde la dosis de nervio y tensión que se le presupone al género negro no está reñida con la reflexión, la emotividad, la indagación histórica, el apunte sociológico, el determinismo geográfico…
No en vano el escritor ha declarado en más de una ocasión que con frecuencia se siente tentado de dar el nombre del asesino en la primera página para poder pasar a tratar lo verdaderamente importante, esto es, a avanzar en el desciframiento de ese jeroglífico siniestro y oscuro que es su país y a conocer más a fondo la atormentada personalidad de su inspector John Rebus. Porque si de algo tratan en definitiva sus libros es de cómo el reverso tenebroso de la condición humana continua perpetuándose ciegamente con el paso de los siglos, aunque no acabe devorándonos gracias al empeño de unos pocos chiflados dispuestos a luchar contra todo este doliente ruido y esta desquiciada rabia por algo en apariencia tan ingenuo como es un mundo mejor. Incondicional de ese cocktail de escenas rápidas troceadas por diálogos secos que son la marca de fábrica de sus admirados Elmore Leonard y Ed McBain, el autor ha sabido agenciarse el frenesí y el cinismo de la escuela clásica norteamericana para revestirlo de debilidades tan europeas como la introspección psicológica, la interrogación trascendental y la conciencia de una herencia cultural e histórica que se pierde en la noche de los tiempos. Ha llegado el momento de volcarse en las tres pistas determinantes que nos permitirán perfilar un retrato robot de la galaxia Rankin.
En esta ocasión la culpa la tiene un accidente de tráfico en un tramo estrecho de carretera rural a las afueras de Kirkliston, no muy lejos de Edimburgo. Implicados: Jessica Traynor heredera de un magnate londinense y el hijo de un ministro, adalid de la secesión escocesa. Justo cuando el país se parte en dos ante el referéndum para la independencia. Algo en la escena no cuadra, y el veterano John Rebus, recién vuelto al cuerpo de policía, se pone a investigar.
Al tiempo, la fiscalía reabre un caso feo de hace treinta años, en el que Rebus y su antigua cuadrilla, autodenominados los “Santos”, tuvieron mucho que ver. Aquella vieja división de policías juraron silencio sobre “la Biblia de las Tinieblas” y ahora se han convertido en sospechosos.
Nada evitará que el detective John Rebus y el inspector de asuntos internos Malcolm Fox se enfrenten para descubrir quiénes son los santos y quiénes los pecadores, y lo que se oculta tras el juramento.
Ian Rankin
El autor:
Ian Rankin nació en Cardenden, Fife, Escocia, el 28 de abril de 1960; allí cursó sus primeros estudios, que más tarde amplió en la universidad de Edimburgo. En la universidad, se alejó de la poesía para dedicarse al relato breve. También con este género obtuvo varios premios literarios, y uno de esos relatos fue creciendo y creciendo hasta transformarse en su primera novela. Escribió sus tres primeras novelas cuando supuestamente estudiaba para licenciarse en Literatura Inglesa. La tercera de ellas, Knots and Crosses, fue la que dio vida al Inspector Rebus. El primer libro protagonizado por el inspector Rebus pretendía ser una historia independiente, y experimentó con otros géneros (el terror, el espionaje, etc.) hasta que alguien le preguntó qué había sido del inspector Rebus. Decidió entonces resucitar a su detective y crear una nueva y exitosa aventura para él, y otra…, y otra más…
En 1988 fue elegido Hawthornden Fellow. Posteriormente ganó el Chandler-Fulbright Award en su edición 1991-1992, uno de los premios de ficción detectivesca más prestigiosos del mundo. En la actualidad, reparte su tiempo entre Edimburgo, Londres y Francia, está casado y tiene dos hijos.
El libro:
La Biblia de las Tinieblas (título original: Saints of the Shadow Bible, 2013) ha sido publicado por la Editorial RBA en su Colección Serie Rebus. Traducido del inglés por Eduardo Iriarte. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 464 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo de Ian Rankin:
SAINTS OF THE SHADOW BIBLE: Rebus Back on the Force
Para saber más: