Revista Opinión

La Biblia que el pordiosero leía

Publicado el 28 julio 2019 por Carlosgu82

Era pequeña, algunos pasajes de los evangelios faltaban, habían sido arrancados, estaba muy subrayada, ostentaba grotescos bocetos de la flagelación y crucifixión de Cristo, que él, en las hojas y márgenes desprovistas de texto, hacía.

Su ropa, de color impredecible, era mugrosa, vieja, su cabello, era un desastre. Por el centro de la ciudad, cierta tarde unos estudiantes al verlo comentaban burlándose que era imposible calcular con exactitud matemática cuando había sido la última vez que se había bañado. Otra vez lo vieron sentado en la banqueta, otra en una columna de los portales, -una limosnita por el amor inmenso de Dios-, solicitaba a los transeúntes.

Una vez, vagabundeando lejos de la ciudad, cruzó como sonámbulo sin fijarse, una autopista, peor que como lo hace un perro pues los perros a veces medio voltean a ver a los lados, un conductor estuvo a punto de arrollarlo, tuvo que zigzaguear peligrosamente para no matarlo, más adelante el auto derrapaba fuera de carretera, hasta detenerse, el conductor, trémulo se recuperaba del susto, en tanto él ni se enteraba de lo que había provocado.

Involuntariamente fue la diversión de la multitud, aquel viernes en la tarde… un artista local imitaba a un reconocido cantante gay en la concha acústica del centro de la ciudad, entonces le dedicó varias canciones y estuvo coqueteando con él un muy largo rato, llamándolo “este místico galán” ante la hilaridad de la gran cantidad de gente ahí reunida.  ¡Pecadores! gritó antes de evadirse del lugar…

Una mañana, unos niños limpiaparabrisas y chicleros peleaban por el control de un transitado cruce vehicular, le pareció increíble que se suscitaran disputas a ese nivel de trabajo callejero e informal.

Al ver la reyerta detuvo su vagabundeo y les dijo:  Niños, niños, eh, eh…para todos hay oportunidades en la viña del señor…, se acerca el día de los justos, y …y…   ¡Chingas a tu puta madre pinche apestoso!, le grito uno de ellos y siguieron discutiendo y empujándose, sin darle oportunidad de hablarles.

***

Era hora de comer, cerca de donde estaba, había un gran centro comercial con muchas tiendas y restaurantes, cruzó su mugrosa humanidad por el enorme estacionamiento y se dirigió al patio de servicio donde estaban los contenedores de basura, hurgó en ellos, recordó aquella lejana época de su vida en que le sobraba la “comida” extraída de aquellos basureros y hasta la compartía con perros vagabundos igual de abandonados, sarnosos y pestilentes que él, (a veces se le veía vagando por las calles de la ciudad, por la vía del tren, acompañado hasta por 12 o 15 de esos canes sin dueño), pero ahora, cada vez era más difícil hallar algo comestible  pues  se separaba la basura y los contenedores de basura orgánica estaban cerrados para evitar moscas, ratas, perros, y pordioseros hambrientos y se desalojaban continuamente, a pesar de todo tuvo algo de suerte, halló una botella que tenía  la mitad de refresco de cola y hurgando en los contenedores pequeños que estaban atrás de un restaurante rojo y naranja encontró restos de ensaladas y huesos de pollo frito, algunos de ellos todavía tenían una buena dosis de carne.

Con el botín en sus manos se alejó de ahí y fue a sentarse debajo de un puente vehicular, se recargó en las gruesas columnas de concreto aparente grafiteado, aquel lugar le simpatizaba, lo proveía de sombra y las plantas que crecían ahí abajo, lo protegían de las miradas poco gratas, tenía algo de privacidad al comer.

“Bendice estos regalos que recibo de tu infinita bondad a través de Cristo nuestro señor … Amén” …dijo con voz quedita…

Y se dispuso a comer los desperdicios dejados por otros.

***

Cierto día, en cierto lugar de la ciudad, venía caminando lánguidamente, con su inseparable Biblia bajo el brazo, la vista muy baja, fija en el suelo, de repente… se detuvo, enderezó la cabeza, desvió la vista del suelo hacia una aburrida mujer que estaba esperando sentada el autobús.

Le gritó realmente exaltado, con un fervor vehemente:

¡¡NO TE CONOZCO, PERO CONOZCO TUS PECADOS, ARREPIÉNTETE MUJER… AHORA, DEBES REZAR CINCO PADRE NUESTROS TRES VECES AL DÍA, EL FINAL SE ACERCA Y SÓLO LOS ELEGIDOS ALCANZARÁN LA SALVACIÓN DE DIOS, NUESTRO ÚNICO SEÑOR!!

Que un enclenque y jorobado pordiosero tuviese una voz tan potente y clara, NO parecía creíble. La gente volteó a mirarlo atónita, otros divertidos, la mujer aludida con mucha, mucha vergüenza.

Él la siguió mirando un largo instante, pero sus ojos parecían mirarse a sí mismos.

Luego se volteó, aún era de día y él …debía continuar su camino…

(2003-2019)
Por: Godofredo Oscós-Flores


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