Revista Cultura y Ocio
Una calle. Simplemente una calle. Un entorno, un barrio, las gentes que viven o sobreviven en él. El fluir del tiempo. Y, por supuesto, una mirada (externa e interna a la vez) que sepa descubrir los hilos secretos, diacrónicos, líricos que lo unen todo. Es el gran experimento narrativo que la argentina Clara Obligado ha ido componiendo con un mimo artesanal durante varios volúmenes y que ahora encuentra su conclusión en La biblioteca de agua (Páginas de espuma), libro de excepcionales textura y belleza donde lo mismo nos encontramos en un convento, reunidas, a las hijas de Cervantes y Lope de Vega, como se nos invita a presenciar un duelo tremebundo en pleno siglo XIX, o acompañamos a un viejo molinillo de café en su viaje desde la guerra civil de 1936 hasta la actualidad, o escuchamos los barritos de un animal prehistórico (hembra) que se apresta a la extinción, o nos sumamos a la perplejidad de una mujer que descubre, escondidos por su marido en lo alto de un armario, unos juguetes eróticos y unos zapatos rojos de aspecto lúbrico o festivo.Maravillosamente, todas esas visiones, todos esos detalles se van cruzando y relacionando a lo largo del tiempo, y esa mixtura entre relatos y novela (porque la fluctuación entre ambos territorios es tan deliberada como sugerente) adorna el tomo con unos brillos continuos, burbujeantes, asombrosos, que provocan la emoción y el aplauso de los lectores.Clara Obligado tuvo que marcharse de Argentina, huyendo de las atrocidades de una dictadura militar, hace cuarenta años. Y desde entonces está entre nosotros, habitando el mismo paisaje madrileño que ahora (d)escribe con sensibles pupilas de entomóloga. Ella también es un híbrido de fronteras, calendarios y corazones, que nos habla de mujeres fuertes, espíritus heridos, supervivientes heroicos (del cuerpo y del alma), sexualidades alborotadas y perros que acompañan a fareros tristes... La literatura en español es mucho más rica gracias a sus páginas. España también es mejor con ella dentro. No dejen de comprobarlo.