No sufráis, mis poquitos lectores, ni huyáis despavoridos, que no me ha dado por ponerme a escribir un libro con ese título, un poco manido pero no me neguéis que prestaríais atención. No, ni tengo la imaginación, creo, ni las ganas, ni los recursos suficientes para hacerlo. Esto va de otra cosa.
Veréis, dado el estado de mi monedero últimamente, no puedo permitirme muchas alegrías literarias. Pero, como dice el refrán, "aunque la bolsa esté exhausta, el día de gastar se gasta", y no dispuesta a renunciar a uno de los mayores placeres que para mí tiene la vida, leer, pensé que bien podía permitirme la suscripción a Kindle Unlimited. Por un precio inferior a 10 euros puedes descargar a tu reader una buena cantidad de obras, conocidas y menos conocidas.
El 60% del contenido de lo que os ofrece Kindle unlimited es muy bueno, bueno o aceptable, tal vez por eso lo mantengo. Incluso descubro algunos autores que se autopublican, que están a la altura de los consagrados y a veces la sobrepasan con creces. Pero vayamos al 40% restante, que por lo general corresponde a autopublicaciones.
Pues bien, aquí es donde "El grito" de Munch se me queda corto para expresar gráficamente lo que siento. La tecla de borrado de mi tablet está literalmente desgastada del uso. Y os explico las razones mediante una clasificación personal:
1.- Los "Perdone usted ¿Podría hablarme en cristiano?" : Estos obviamente ni me los descargo, porque desde la descripción soy incapaz de descifrar su género, el argumento, la trama... Ya a priori parecen escritos por el "cuélebre" que cantaba Victor Manuel, que ha ido a la escuela a aprender a hablar al revés. En fin... Al menos os ponen sobre aviso y pasáis directamente, lo que se agradece.
2.- Los "Argumento Zenzasional": En estos lees la descripción y piensas que no está mal, te gusta. Lo descargas y comienzas. Ay. Os prometo que no tengo nada contra la escritura en español americano; de hecho una de mis obras favoritas de todo el universo universal es "El Señor Presidente", de Miguel Angel Asturias, que escribe cosas como "¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la pobredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la pobredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre... alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbra alumbre!" y habla de zopilotes y otros términos cuyo significado debo buscar. Y me encanta. Pero cuando me escribes un libro en lenguaje de culebrón y la acción transcurre no en Colombia sino en la Rusia zarista, y no te provoca sentimientos sino zentimientos en el corasón mientras te pones los sapatos y miras con intencidad a tu papasito lindo, a tu bebito lindo ay mami loves you... pues esta castellana recia, Pilar La Eremita, amante de la buena prosa, echa de menos una hoguera con combustible de papel (o un virus informático letal para ciertos ""harchibos").
3.- Los "Ay tía Milady te enrollas con ese conde y te paga un sueldo Nescafé": Nos situamos en la Inglaterra victoriana ¿si?, en la época de mi adorada Jane Austen. Vemos a un grupo de tímidas jovencitas debutantes que acuden a un baile en Almacks vestidas con colores pastel, modosas y recatadas. Hablan entre ellas. ¿Y qué dicen? "Tia te lo juro o sea es que el otro dia cuando fui de shopping me encontré con el Conde de Windsor que no sabes qué bueno está tía así es que Milady de verdad si te besa la mano enrollate con él ". Os juro por Arturo que hay un montón así, y yo no se si cortarme las venas o dejármelas largas, que tengo la huella dactilar difusa de darle al borrado con prisas antes de que se me quemen las retinas.
4.- Los "¿Hortografía? ¿I eso que es?" : Encontrarse con un "haber niño, qué has echo con lo que avía encima de la mesa que se lo tenía que llebar a tu madre. Hay haber ahora que hago que yo lo dejé ay" es lo de menos. Hay cosas mucho, muchísimo peores, como fuertes olores ha quemado y horrores diversos. Una vez fui a Urgencias aquejada de un fuerte dolor de ojos, al borde del sangrado, y el médico me prescribió leer solo libros que hubieran pasado por las manos de expertos correctores.
Y el factor común a los cuatro puntos: cuando en el colegio nos enseñaban a redactar tan solo correctamente, andábamos de charleta con las Milady-tías de Halmacks ¿no?
Mi recomendación para aquellos autores noveles que sean tan valientes como para autopublicarse es que antes de escribir lean, que lean mucho, y que antes de dar al botoncito de enviar comprueben si están enviando un libro o la redacción de su sobrino de primaria. De nada. Porque esta vez ha sido anónimo. A la próxima menciono autor y "hobra".
Tener una ilusión y llevarla a cabo por todos los medios posibles está bien, pero un poquito de por favor y vergüenza torera; hay que tener algo de autocrítica y ser conscientes de nuestras limitaciones, que si yo quiero ser arquitecta construyo una casa de muñecas antes que el Empire State.
Fuentes: Kindle Unlimited de Amazon