Hace años, Ricardo Macián nos contaba una historia desgarradora, alucinante, era la historia de los defensores de la Filmoteca de Afganistán. Unos héroes que arriesgaron sus vidas para salvar algo de la historia fílmica de la nación frente al salvajismo de los integristas Talibán. Si no conoces la historia, te recomiendo que no te pierdas ni un segundo del genial documental que nos regaló Ricardo, otro héroe que se cargó la cámara al hombro y se metió en el avispero para contarnos en “Los ojos de Ariana” la historia de personas que se lo jugaron todo para salvar una parte del patrimonio cultural de la humanidad. Y nosotros sin enterarnos.
Yo pensaba que la historia era tan heroica que no se podía repetir ni por asomo pero después de cruzarme con el relato de valentía que nos contó José Naranjo entendí que de eso nada. Siempre existen personas dispuestas a arriesgarlo todo para intentar salvarnos como humanidad a cambio de nada, porque no tenemos la capacidad de enterarnos de la magnitud de sus obras y su sacrificio pasa por alto, sin premios ni oropeles. Os hablo de unos apartamentos en Bamako, la capital de Mali, y de nada más y nada menos que unos 350 mil manuscritos que durmieron durante siglos en más de 40 bibliotecas en el desierto, en Tombuctú y que ahora, después de un viaje épico por su salvación, se encuentran en un proceso laborioso, artesanal, apasionado de restauración y digitalización para que no se pierda su contenido, un trabajo increíble, como increíble es como escaparon a un destino que parecía ineludible. Muchos de ellos son textos andalusíes, traídos a través de los siglos desde nuestras tierras. Poemas, leyendas, historias. Todos son verdaderas joyas que pertenecen a la humanidad y que han estado a punto de perderse mientras nosotros mirábamos hacia otro lugar, claro, estamos tan ocupados…
¿Pero cómo llegaron hasta allí? La historia está llena del heroísmo de personas anónimas, daría para premios, homenajes y una superproducción de Hollywood, pero en cambio nada sabemos de los que se enfrentaron a barbarie Yihadista de Alqaeda y sus socios que se instauró en la zona y con ello empezó la campaña de destrucción de todo atisbo de cultura que no cumpliese con la premisa del miedo y el horror que perpetúe el régimen, porque es así, fomentando la ignorancia es como un régimen se acaba aceptando con normalidad y acaba perpetuado. Se quemaron bibliotecas, asesinaron a todo aquel que pudiese oponerse a la anulación cultural… Pero por suerte siempre existen héroes dispuestos a jugarse la vida por lo que creen. Esta vez nuestros salvadores anónimos se las ingeniaron para sacar verdaderos tesoros de la Humanidad en carros, en alforjas, en burros, en cajas de frutas, en barcas, en cestos de mimbre, escondidos bajo Burkas, como fuese, y los consiguieron llevar hasta Bamako, donde ahora están a salvo, de momento, porque si algo hemos aprendido es que en estos tiempos que corren nunca sabemos que va a pasar mañana.
Cuando los autores de estas joyas los escribieron no creo que sospechasen que serian prohibidos perseguidos y quemados. ¿Podrían serlo los nuestros? Por supuesto que sí. Parece que la humanidad no hace más que caminar en círculo por la Historia y al paso que vamos con el deterioro de nuestros derechos, las mordazas a tuiteros, titiriteros, artistas y todo el que diga algo que no guste “al régimen” permitidme que sea un tanto pesimista y os diga que cualquiera podemos acabar entre rejas. Será tarde o temprano aunque lucharemos para que no suceda. Pero lo que si que sabemos es quién va a hacerlo. Serán personas que no quieren que leamos, que quieren podarnos nuestros sueños porque saben que leer es libertad, es el poder de escuchar una voz a través de los tiempos, perpetuarse a lo largo de los siglos, es la capacidad de conocer, de abrir la mente es crecer como seres humanos.