Intrusos en la isla
La fábrica de avispas. Iain Banks
Texto: Samuel
Frank podría parecer un chico normal. Tiene dieciséis años y vive solo con su padre en una pequeña isla de la costa escocesa. Ahí es donde se siente seguro, a salvo. Pocas veces la abandona, tan sólo cuando tiene que ir al pueblo próximo a hacer algún recado o a tomar algo en el pub.
Frank podría parecer un chico normal, pero no lo es. No ha tenido una vida fácil. Abandonado al poco de nacer por su madre, sus progenitores -en una de sus últimas actuaciones conjuntas y en plena euforia hippie- decidieron no inscribirlo en el registro. El resultado de todo ello fue que, a efectos legales, Frank no existía y que, cuando alguien se interesaba por él -cosa que no era muy frecuente-, fingía ser un familiar de paso. Con el tiempo, empezó a dominar eso del fingir. Pero ahí no acabarán sus problemas. A los tres años es atacado por el perro de la familia y ese incidente marcará de forma irrevocable su existencia. Y no cuento más.
Los años de aprendizaje los pasará solo, olvidado y casi desamparado. Y sin nadie para establecer límites -su padre pasa, sólo le preocupa que no descubran que es su hijo-, pronto comenzará a desarrollar una personalidad enfermiza en un mundo propio -paralelo al real- lleno de rituales y cultos alucinados. Y no dudará en matar a aquel que ose perturbar ese mundo, que tanto esfuerzo le ha costado levantar.
Así se desarrolla su placentera vida. Cada día explora la isla para asegurar que todo está en su sitio. En una especie de liturgia, acude a sus lugares sagrados, como los Postes de Sacrificio de la playa, hechos de restos de animales y objetos simbólicos, o la Fábrica del desván, donde, a través del sacrificio de unas avispas, puede llegar a presagiar el futuro. Y lo que ve, la verdad, no es del todo bueno.
Porque todos los augurios le hablan de Eric, su hermanastro, que, al contrario que Frank, sí que está loco. Y mucho. En un pueblo las noticias vuelan y pronto se enterará que se ha escapado de la institución siquiátrica donde estaba recluido. Sus erráticas llamadas a la casa se irán sucediendo. Siempre habla con Frank y, en sus pocos momentos de lucidez, le anuncia que se está acercando a la isla. Y que no descansará, ni siquiera dormirá, hasta dar con ellos. Quiere ajustar cuentas y quiere que todos estén presentes.
Y a partir de ahí, la tensa espera hasta el encuentro final entre los dos hermanos. Después de esa noche, todos los secretos familiares quedarán desenterrados. Después de esa noche, ya nada volverá a ser como antes.
Malsana, macabra, enfermiza, cruel, despiadada, angustiosa… podrían ser alguno de los adjetivos que describen esta novela. Con ella debutó Iain Banks (Fife, 1954) en 1984, suscitando, casi a partes iguales, admiración y repulsión. Aunque, por los titulares de los suplementos literarios de la época, provocó más de lo segundo.
Aventurarnos entre sus páginas, nos hará ser intrusos en una isla de la que ya no podremos escapar. Pero no debemos preocuparnos. No estaremos solos. Iremos de la mano de Frank por sus dominios, tapándonos los ojos de vez en cuando, aguantando más de una arcada, pero sin poder soltar su mano en ningún momento.
BANKS, Iain. La fabrica de avispas. Pera Román, Cristóbal (trad.) Madrid: La Factoría de Ideas, 2008. 230 p. Línea maestra; 14. ISBN: 978-84-9800-375-8