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La Biblioteca: No hay bestia tan feroz, Edward Bunker

Publicado el 14 enero 2011 por Sextohombredigital

La Biblioteca: No hay bestia tan feroz, Edward Bunker

NO HAY BESTIA TAN FEROZ
EDWARD BUNKER
Hay un tipo de novelas que han sido vividas antes de ser siquiera escritas. Son puras vivencias camufladas en obras de ficción. Por lo general suelen ser historias honestas, de una verdad sin artificios y muchas veces duras, muy duras. Pues bien, la corta carrera literaria Edward Bunker (1933-2005) está plagada de obras de este tipo. Y es de agradecer que una editorial nueva y maravillosamente independiente como Sajalín esté reeditando o publicando por primera vez sus novelas. Los enamorados de la literatura con agallas siempre les estaremos agradecidos. Y esperando otro nuevo título, claro.
No hay bestia tan feroz (1973) es la historia de Max Dembo, contada por él mismo y que empieza el mismo día en que sale de prisión, tras cumplir ocho años por falsificación. A través de sus páginas, seremos partícipes de sus esfuerzos por convertirse en una persona normal. Dejando atrás su pasado, reformándose y buscando un trabajo cree que lo conseguirá, pero no es nada fácil cuando uno ha pasado casi toda su vida en prisión. Y todavía se complica más cuando tienes que cumplir la ley.
Las oportunidades no llegan y la vida fuera no es nada sencilla. Todo es demasiado duro. Su agente de la condicional es todo un gilipollas y no deja de joderle en ningún momento y sus intentos de encontrar un trabajo digno se topan con su condición de ex-convicto. Pese a sus esfuerzos, para el resto del mundo siempre será un delincuente.
Y encima su entorno no ayuda nada, porque Los Ángeles no es esa ciudad de postales trucadas, es una ciudad sórdida, triste y sin alma, demasiado grande como para confiar en ella. Y el mundo de Max son las malas calles, allí es donde pasa desapercibido, entre ladrones y estafadores, entre chulos y putas, entre yonquis y chaperos. Y justo de ahí es donde le llueven las ofertas de trabajo.
Intentará en vano escapar de su llamada, pero ése es su mundo y por mucho que luche jamás podrá dejarlo atrás. Y así, en una situación cada vez más angustiosa, sin dinero y sin suerte, y cada vez más hechizado por su antigua vida, se rebelará en un acto desesperado contra la sociedad que le ha convertido en lo que es. Si no le van a dejar ser bueno, será malo, y de los peores.
En la segunda parte de la novela, Max se ha convertido en un fugitivo buscado, condición que nunca abandonará. Sin nada que perder y con mucho que ganar, comenzará a visitar a sus viejos compañeros de escaramuzas. Eligiendo el camino salvaje, los episodios violentos no tardarán en llegar. Vivirá el momento, puro y duro, inmerso en un camino autodestructivo en donde las escasas salidas se van cerrando. Sólo tiene una idea en la cabeza: dar el Gran Golpe que le saque de una vida mísera. Ha tardado en darse cuenta, pero al fin es consciente. Sólo hace lo que saber hacer, aquello para lo único que está preparado: robar.
Y la huída es siempre una posibilidad porque, cuando uno no puede volver atrás, se conforma con que delante haya espacio para correr.
No hay bestia tan feroz es un puñetazo en el estómago. Directa, sincera y sin florituras. No hay moraleja final. No hay lugar para la redención ni para las buenas acciones. Y al que no le guste, siempre puede ser uno más, viviendo como lo demás esperan.
Edward Bunker, al igual que sus protagonistas pasó casi toda su vida en la cárcel. Allí le regalaron una vieja máquina de escribir y con ella dio un nuevo sentido a su vida. Pero lo que has vivido, queda. Y para ejemplo esta novela, su primera novela, y las posteriores. Durante mucho tiempo fue un habitante más de esos bajos fondos y lo ha sabido retratar en primera persona. Nadie que no se haya chutado nunca antes heroína lo puede describir de la forma en que lo hace Bunker, casi puedes llegar a sentir como atraviesa tu corriente sanguíneo; nadie que no haya nunca atracado un banco puede describirlo de forma tan minuciosa y precisa, que hace que puedas vivir intensamente cada instante como si estuvieras allí.
No hay bestia tan feroz tuvo su versión cinematográfica en la película Libertad condicional (Straight Time) en 1978, protagonizada por Dustin Hoffman. A mi juicio, la película, aunque se deje ver, más o menos, se queda muy corta y no logra reflejar todo el potencial que tiene la novela, pese a que el guión es del propio Bunker. Pero bueno, no sé de qué me extraño, es casi lo normal, ¿no?
“El horizonte era plano, salvo por algunas construcciones apiñadas en torno a un centro comercial. Aquella era la meca del sueño americano, lo que todo el mundo quería. Un mundo de mujeres jóvenes y esbeltas -a base de dietas-, con pantalones cortos y camisetas de tirantes con la espalda descubierta, que conducían vehículos familiares de 400 caballos, rumbo a supermercados con aire acondicionado y música ambiental. Un mundo de canguros y cultura condensada en clubes de lectura de «los mejores libros de la historia». Una vida de barbacoas junto a la piscina y cines al aire libre abiertos todo el año. Aquello no era para mí. A la mierda los seguros de salud y vida. Querían vivir sin salir del útero. A mí me hacía sentir más vivo jugar sin reglas, contra la sociedad, y estaba dispuesto a jugar hasta el final.”
BUNKER, Edward. No hay bestia tan feroz. Sales Gutiérrez, Laura (trad.); Ellroy, James (prol.) Barcelona: Sajalín, 2010. 414 p. Al margen; 1. 978-84-937413-1-0


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