(Crédito imagen: Infobae)
Ladislao José Biro (1899-1985) fue un inventor húngaro-argentino que patentó a inicios de los años '30 del Siglo XX el primer bolígrafo moderno que tuvo éxito comercial. Si bien hubo un desarrollo previo de un bolígrafo a finales del año 1888, su inventor John J. Loud no obtuvo el éxito comercial esperado y finalmente la patente caducó.
En 1940 un grupo inversor húngaro e inglés le propuso a Biro fabricar su invento en la Argentina. El inventor viajó entonces a Buenos Aires, alcanzando finalmente el éxito en 1944, cuando el producto fue lanzado al mercado por la Compañía Sudamericana Biró-Meyne, nombre surgido de su sociedad con su amigo Juan Jorge Meyne.
Pero la historia de esta invención que transformó nuestro modo de registrar el mundo a traves de la escritura, comienza algunos años antes con el fastidio de Biro, cuyo trabajo le obligaba a escribir mucho, por el excesivo tiempo que demoraba la tinta de su pluma fuente en secarse.
Atento a todo lo que lo rodeaba, este autodidacta que nunca quiso hacer la carrera de Ingeniería porque, según afirmaba, "una vez que explican algo es más difícil pensarlo de otra forma", notó que la tinta usada en la imprenta se secaba rápido. Comenzó entonces a experimentar con ella en su pluma fuente, pero lógicamente, al ser mucho más densa provocaba que el trazo se atascara.
Aquí es donde comienza la leyenda de Biro. Cierto día, el inventor se encontraba sumergido en sus pensamientos sentado en el banco de una plaza, y unos niños que jugaban a la pelota cerca suyo llamaron su atención. Observó entonces que cuando la pelota rodaba hacia un charco, al salir de él cargada de agua dejaba una huella líquida en el suelo.
(Crédito imagen: Infobae)
Muchos hemos visto cientos, miles de veces ese efecto si darle mayor importancia, pero para este inventor en permanente búsqueda de soluciones no pasó desapercibido. Biro, que previamente imaginaba un rodillo en miniatura como el de las imprentas como solución a su problema, cayó en la cuenta de que la mejor forma de diseñar su pluma era con una punta esférica que se cargara sola de tinta al rodar.
Una vez instalado en Argentina, perfeccionó su invención y tras la II Guerra Mundial obtuvo éxito. Su concepto de "punta de bola", aunque perfectible, revolucionó el mundo.
Si bien Biro es reconocido principalmente por este invento, también creó el primer lavarropas automático, la caja de cambios automática -que la General Motors compró no para fabricar sino para que no le hiciera competencia-, y más de 300 otras patentes a nivel mundial.