Ya sé que nos ponemos muy petardas cuando hablamos de nuestras parejas. Parece que todo sea estupendo, maravilloso y que siempre nos toquen novios y novias cariñosos, achuchables y por los que morimos de amor.
Pues sí. Tenemos esa gran suerte. Y yo, que trato menos con las parejas que Mónica, he de decir que es cierto que todas las parejas que pasan por mis manos son majísimas, educadas, cariñosas, disciplinadas y tranquilitas, nada de novias al borde del ataque de nervios permanente como leo en otros blogs.
María y David llegaron a nosotras a través de una de las empresas de organización de eventos con la que colaboramos. Ellos ya tenían elegida su finca y querían que alguien la pusiera más bonita de lo que ya es.
La primera vez que quedamos me vi muy identificada con aquella pareja, muy en mi línea, muy happy ellos y nos entendimos desde el primer momento. Ella, súper dulce, él, siempre pendiente de ella. Lo que transmitían juntos es mucho más que la suma de dos, no sé si me entendéis.
María tenía cosas pensadas para las tarjetas de las lágrimas de felicidad, los conos de los pétalos y los regalitos de los invitados, así que ella colaboró activamente con los detalles de la boda.
Hicimos una ceremonia muy shabby-chic, combinando madera con forja, con cristal, uno de nuestros arcos de backdrop. A María le encanta el color azul, y como con el resto de la deco no me cuadraba mucho y en esa época nos iba a resultar difícil conseguir flores azules, le di el capricho con los recipientes de la mesa de ceremonia para que según se sentara junto a David viera su color en primera línea.
Hicimos un seating plan con vinilos. Curiosamente el año pasado nos lo pidieron bastante, y para no repetir hicimos cada uno de una manera. El de esta boda llevaba papel kraft en el centro con los nombres de los invitados. Un montaje con cajas, damajuanas, atrezzo y un pallet del que colgaban los vinilos. Una chulada que no dejó indiferente a nadie.
Montamos un rincón de regalos que a la vez sirvió de photobooth improvisado con las cámaras Instax. Los invitados usaban el rincón como fondo de la foto y después se pegaban en el libro de firmas con la dedicatoria correspondiente. En ese momento aprovechábamos y les pedíamos que dejaran su huella en el lienzo del otro libro de firmas. Si estás pendiente y cuando ya tiene suficiente color, lo retiras, te queda un lienzo precioso para colgar en tu casa y recordar muchos momentos.
Y por último, decoración suspendida con jaulas vintage con arreglos florales en su interior.
Tengo que decir que la ceremonia ha sido de las más bonitas en las que he estado. Y mira que estamos en bodas, eh?. Pero lo que transmitieron los invitados en sus lecturas y con sus palabras hacia los novios reafirmó todavía más lo que siempre he pensado de esta pareja: estaban destinados a estar juntos, se quieren con locura, son personas fantásticas y les auguro una vida llena de felicidad juntos.
Gracias por haberme dejado compartir esos momentos con vosotros. Y a ver si un día de estos cuando empiece el buen tiempo nos tomamos una de esas cervecitas con las que tanto nos reímos el año pasado. Sois geniales.
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