La instantánea se corresponde con la última lámpara de incandescencia en un semáforo de Madrid. Tras una inversión de cinco millones de euros, se consegurá reducir a menos de la mitad el consumo de estos dispositivos.
Las antiguas bombillas han dejado de fabricarse y para los aparatos viejos se dispone ya nuevas lámparas que no tienen nada que ver con aquellas de cegador filamento incandescente. El Titanic fue uno de los primeros buques en equiparse con luz eléctrica en casi su práctica totalidad y de eso hace apenas cien años, que no es nada. Nick Bostrom en la Universidad de Oxford, asegura que en el curso de este siglo seremos capaces de construir máquinas más inteligentes que nosotros y defiende la idea de preservar nuestro cerebro congelado, cuando el cuerpo le resulte inservible, para traspasar sus datos a un ordenador el día que la tecnología permita esta maniobra.
Con la eliminación de las bombillas tradicionales, en este caso las de los semáforos madrileños, se cierra una etapa histórica, un ciclo en la humanidad, un cambio significativo y transgresor, como la invención de la rueda o el fuego. La oscuridad que nos rodea la mitad de cada día fue poco a poco venciéndose hasta que a día de hoy, la iluminación LED ofrece una excelente eficacia y un bajo consumo. La temperatura de la luz es diferente y hace que las cosas se vean distintas, y uno, que es en el fondo un romántico, no deja de imaginarse la cubierta del Titanic, que nunca volvería a ver la luz del día, con el tono macilento y mortecino de las antiguas lámparas de incandescencia.