Moisés era consciente de la bondad de Dios en el favor inmerecido de Israel por parte de Jehová cuando les dijo estas palabras (Dt. 9:4–7):
No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a Jehová.En verdad Dios es bueno con cada uno de Sus hijos elegidos. Cuando somos conscientes de nuestro estado previo de enemigos de Dios, aborrecedores de Dios, y seguidores del diablo (Ef. 2:1–3), vemos nuestra elección y adopción como una gran demostración de la bondad de Dios. Aquellos que rechazan la elección incondicional de los pecadores por parte de Dios como algo injusto o indigno de Su amor nunca han batallado verdaderamente con la primera línea de este salmo, «Ciertamente es bueno Dios para con Israel».