Revista Coaching
Llevamos días hablando de la "brecha salarial", término que -como otros tantos en la materia- no dan la verdadera dimensión de lo que esconden: una DISCRIMINACIÓN por razón de sexo, edad, antigüedad en el empleo,....... Sí, la discriminación salarial ya no es sólo cuestión de sexo, tal y como señala el Informe del INE
Pero tampoco es sólo cuestión de dinero, del importe de la nómina mensual: la diferencia entre lo que, cada final de mes, cobras tú y lo que cobra tu compañero que realiza el mismo trabajo (o uno de Igual Valor), es sólo la primera consecuencia de esa discriminación.
Foto: el economista
La brecha salarial afecta a nuestros derechos a corto, medio y largo plazo. Todas las prestaciones contributivas a las que podríamos tener derecho (pensiones, desempleo, subsidio por incapacidad temporal,....) se calculan sobre lo que cotizamos y esto -a su vez- depende de lo que cobramos cada mes.
Así, se calcula que las mujeres tendrían que trabajar 11,5 años más que los hombres para cobrar una pensión del mismo importe. Con ello, la discriminación se extiende más allá del ámbito estrictamente laboral y se perpetúa durante toda nuestra vida.
La brecha afecta a nuestra carrera a corto, medio y largo plazo. Si en una casa alguien tiene que renunciar al trabajo (por un traslado, por la existencia de cargas familiares,....), indudablemente será quien menos sueldo cobre. Si una empresa tiene que invertir dinero en formación, elegirá primero a quienes más cobran para que el resultado de esa inversión sea mayor. Ello implica que, mientras más formada esté una persona, más posibilidades de promoción, ascenso,... tendrá y, con ello, accederá a una mejor retribución. En el lado contrario, quien menos salario perciba, más posibilidades de permanecer en esa situación tendrá y, por tanto, más larga e intensa será la discriminación que le afecte.
La brecha salarial afecta a nuestra dignidad. No sólo por saber que a ti te pagan menos que a otra persona que hace lo mismo que tú. Un salario menor implica/está vinculado a una mayor precariedad laboral. Y esta, a su vez, genera dependencia, mayor temor a la hora de reivindicar derechos,........ Pero lo más importante de todo es que no hay ninguna causa válida que justifique esta brecha, más allá deunmal entendido beneficio económicode la empresa o, lo que es peor, de un mantenimiento de roles y estereotipos machistas que pasan porconsiderar que el trabajo femenino es "secundario" respecto al de los hombres, menos importante.