El Parque Natural de La Breña y Marismas del Barbate en Cádiz, es un territorio ocupado por el hombre desde tiempos remotos en él que se han sucedido episodios relevantes de la Historia. También comparte con otros lugares de la provincia una rica diversidad biológica con ecosistemas y ambientes muy variados.
Paisajísticamente destacan el Tajo de Barbate, un acantilado de unos seis kilómetros de longitud y un desnivel cercano a los 90 metros, sobre el que se alza la Torre del Tajo, y el tómbolo de Trafalgar, coronado por el faro del mismo nombre a cuya vera hay restos arqueológicos de una factoría romana de salazones y un asentamiento hispano-musulmán.
Desde el cabo de Trafalgar hasta las orillas de la antigua laguna de la Janda, desde las inmensas playas de arena blanca hasta los bosques de pinos y los pueblos de casas encaladas, este espacio protegido de poco más de 5.000 ha ofrece al que lo visita mucho en muy poco espacio..
Huellas del hombre
Aunque poblado desde el paleolítico, las huellas del hombre en el parque despuntan con la llegada de los fenicios, a los que se les atribuye el desarrollo de las primeras almadrabas. Sus asentamientos fueron retomados por los griegos, quienes ya mencionan el garum gaditano, una salsa elaborada con peces grasos (salmón, anguila, sábalo, sardina, arenque); hierbas aromáticas (eneldo, cilantro, hinojo, apio, ajedrea, caramillo, ruda, hierbabuena, sisimbrio, ligustico, poleo, sérpol, orégano, betónica, adormidera) y sal.
Los romanos también dejaron una profunda huella. En Barbate hubo un asentamiento romano próximo al río, denominado Baessipo, y que se vincula a la red de factorías que existían a lo largo de toda la costa, como la existente en Bolonia. La caída del imperio arrastró a la actividad comercial, lo que condujo a una época de decadencia e inseguridad.
Los visigodos también estuvieron en la zona y como muestra han dejado elementos arquitectónicos sobresalientes; las ermitas de San Ambrosio, en Barbate, y la de Nuestra Señora de la Oliva en Vejer.
Más tarde llegan los musulmanes, quienes permanecen en la zona durante cinco siglos y medio. El laberintico entramado de las calles de Vejer y Barbate así como los restos de la muralla de Vejer son una muestra de ello.Tras algunos episodios inconclusos de la reconquista, el Señorío de Vejer, al que pertenecía Barbate pasó en 1307 a manos de Guzmán el Bueno, famoso entre otras cosas por la defensa de Tarifa y por hacerse con el señorío de todas las almadrabas de la zona.
En esta época se amplia la red de torres de vigilancia de los árabes, para reforzar las defensas del territorio frente a corsarios moriscos.
De época más reciente son los molinos de viento de Vejer. Construidos a mediados del siglo XIX para la molienda del trigo, algunos han sido restaurados y se pueden visitar.
En 1938 Barbate se independiza de Vejer y con la motorización de los pesqueros que facilitó el acceso a nuevos caladeros en el norte de Africa se convirtió en el segundo puerto pesquero más importante de España.
Paisajes y vegetación
El paisaje del parque ofrece dramáticos acantilado, los montes de la Breña, las playas y dunas y la marisma.
Tras la línea de playa de arenas blancas aparecen las dunas en donde poco a poco se asienta la vegetación. Primero de forma tímida aparecen el barrón (Ammophila arenaria), con forma de plumero, y el cardo marítimo, la euforbia marina, el nardo marítimo y otras especies propias de estos ambientes.
Poco a poco la vegetación va fijando la arena permitiendo el desarrollo de otras especies. Primero aparecen los enebrales y más hacia el interior el sabinar.
Sobre el acantilado aparece el enebral, que según se aleja de la influencia marina se va enriqueciendo con nuevas especies, como lentiscos, coscojas, acebuches, formando un matorral de gran interés botánico.
Finalmente hacen su aparición extensos pinares de pino piñonero acompañados de notables ejemplares de acebuche.
El ibis eremita, una de las especies en mayor riesgo de extinción del Planeta.
Fauna
En el litoral hay gran abundancia de peces; sargos, mojarras, pargos, corvinas y meros, todos ellos de interés económico.
En los afloramientos rocosos y bloques desprendidos del acantilado aparecen gorgonias, erizos, estrellas de mar, ascidios y corales.
El atún rojo puede ser observado durante su paso migratorio, de mayo a septiembre, junto con otras especies de túnidos, como el atún blanco o el bonito. Siguiendo a sus presas aparecen las orcas, que en ocasiones pueden ser vistas desde la costa. También son frecuentes los delfines comunes y mulares.
En la zona de marisma, además de camarones y cangrejos, hay coquinas, chirlas, almejas, navajas y demás especies que comparten espacio con lisas, dorada, robalo, anguilas y lenguados.
En los caños son habituales garzas reales, garcetas, charrancitos, chorlitejo grande y diversas especies de gaviotas y como especies nidificantes destacan la canastera, cigüeñuela y chorlitejo patinegro y la terrera marismeña. Aguilas pescadoras y espátulas tampoco son raras.
Entre los seres alados llama la atención la rara presencia de la mariposa monarca (Danaus plexipus), una mariposa grande, de color naranja y muy vistosa, cuya área de distribución está en América. Se cree que empujada por las tempestades algunos ejemplares llegaron a las costa andaluza donde ahora hay pequeñas colonias.
Camaleones, meloncillos, ginetas y el lirón careto completan, junto a otros el elenco de una fauna tan diversa como interesante.
No podemos terminar este resumen sin mencionar al ibis Eremita, una especie en peligro de extinción a nivel mundial, cuyas únicas poblaciones en libertad se encuentran en el sur de Marruecos y en Siria. En 2003 se inicio un programa para su re-introducción en la zona, pues hay referencias históricas de que aquí vivía la especie. En 2008 se reprodujo por primera vez en libertad y en 2014 había una colonia de 20 parejas en el Tajo de la Barca de Vejer y otras 4 en el litoral de Conil.