Revista Cultura y Ocio
"De pie delante de la ventana de la cocina, Anne Capestan esperaba que clarease el día. Vació de un trago la taza de porcelana y la dejó encima del hule de vichy verde. Acababa de beberse su último café de poli. Quizá."
Con un premio bajo el brazo, una portada impactante y la promesa de estar ante un nombre que resonará en las letras negras, llegaba este libro hace poco a nuestras librerías. Hoy traigo a mi estantería virtual, La brigada de Anne Capestan.
Anne Capestan lleva seis meses suspendida por un error cometido e investigado por asuntos internos. Recibe entonces la llamada tan temida como esperada para presentarse ante su jefe y ve como es reincorporada al servicio activo y, además, con un ascenso. Poco dura su alegría cuando se da cuenta de que va a ser comisaria de cuarenta hombres que han sido retirados de otras comisarías por considerarlos incompetentes. Y que los casos que van a llevar son viejos, como los muebles de los que dispondrán en su nueva ubicación. Una brigada de trastos, para qué engañarse. Al final serán menos de diez los que acudan y dos casos los que desempolven. La muerte de una mujer en su casa por lo que fue catalogado como un robo, y la de un marinero que también quedó sin resolver. Ahora les toca a ellos demostrar que son válidos, bajo la tutela de Capestan.
Hénaff juega con el punto cómico para lograr que su novela funcione. Con eso y con protagonistas singulares que el lector sea capaz de identificar para seguir su historia sin problemas. Quizás por eso opta por esta singular brigada evitando la palabra perdedores. Porque la brigada que tutela Capestan no es de perdedores, como iremos descubriendo. No son ese tipo de trastos los que han juntado ahí: lo que sí hay es un policía homosexual deprimido por la muerte de su pareja que interpuso una queja considerada poco adecuada, una mujer que escribe guiones televisivos, un policía con complejo de gafe, otro que bebe... todos son personas fácilmente identificables. Añadiendo además que el policía que aterriza allí por interponer la queja, Lebreton, es el mismo que investigó a Capestan en Asuntos Internos. Y será este el curioso equipo que tenga que comandar una mujer impulsiva y con tanto carácter como inseguridades. Este reparto, dos casos antiguos y nada de ayuda por parte de un departamento de policía que parece estar celebrando haberse librado de ellos con esta original solución. Aunque tal vez lo celebren porque no contaban con que estaban hablando de policías, tal vez incluso más motivados que los que se quedaron en sus propias comisarías y brigadas. A fin de cuentas, algunas pasaron de ser casi apestados, ignorados, a tener un compañero y poder realizar ese trabajo que tanto les gustaba cuando se decidieron por él. Así que pronto empiezan a tirar del hilo, visitar a la hermana de la fallecida o la mujer del otro, y a hacer un camino de posibles relaciones que quedaron ocultas en aquellas primeras investigaciones. Seremos, pues, espectadores privilegiados de cómo este grupo va levantando la cabeza e investigando y relacionando datos. Creando perfiles.
Comentaba que Hénaff había optado por el sentido del humor en su libro. Y es verdad. Nos encontramos con comparaciones con series como Caso abierto en boca de los propios protagonistas, con descripciones irónicas de ellos mismos, y también con comentarios teñidos de sarcasmo. Hay, además, un perro torpe y el miedo irracional de un gafe a trabajar acompañado, sabedor de su problema con el malfario que le cuelga como San Benito y que él mismo ha llegado a creer. Todos ellos toques que aligeran una novela que se convierte en una lectura entretenida para pasar el rato.
Hace mucho que ya no me fío ciegamente de los premios, si es que lo hice alguna vez, y que he dejado de considerar que una novela premiada ha de ser una obra maestra, así que acudí a esta sin demasiadas expectativas. El resultado no ha podido ser más satisfactorio. Me he encontrado con una historia que funciona, escrita con la ligereza suficiente como para resultar entretenida y leerse en un suspiro. Sin más.
Y vosotros, ¿con qué libro comezáis la semana?
Gracias