Revista Comunicación

La bruma

Publicado el 21 septiembre 2015 por Lya
Hoy estoy un poco plof. Bueno, más bien, estoy de llorera. De esos días que cualquier cosa, cualquier palabra, me provoca lagrimones. Yo es que, por si no lo sabéis, soy muy llorica, desde bien pequeña. Y cuando tengo el día plof, soy la fontana di Trevi. 
Así que aquí estoy, viendo a los de Juego de Tronos triunfar (por fin) en los Emmy y llorando cual Magdalena. Cualquier cosa, ya os digo. 
La razón de mi sensibilidad extrema es que hoy es el Día Mundial del Alzheimer y esta mañana en el programa de Carlos Herrera han hablado unos cuantos familiares de personas que tienen esa enfermedad. No me lo esperaba pero no he podido dejar de escucharlo. Y llorera extrema. 
Mi tía tiene alzheimer. 
Uno puede tener muchas personas cercanas, y todos, más o menos, tenemos varios tíos y tías. Pero en mi caso solo hay una a la que no añado nombre tras el 'tía'. Es mi tía, la tía. La única, aunque no lo sea. Siempre presente en mi vida desde el mismo día en el que nací. Y tiene alzheimer. 
No es una noticia nueva, qué va. Lo sabemos desde hace dos años, y lo sospechábamos desde mucho antes. Pero esta mañana el primer oyente que ha llamado ha dicho la frase clave: "lo peor es verlos desaparecer en la bruma". Una frase nada más ha roto mis defensas, construidas durante este tiempo para no decaer, para no venirme abajo porque hay otras personas que también lo están pasando mal con este asunto y me necesitan fuerte y entera. 
La bruma. Nada define mejor a la sensación que me deja hablar con mi tía. Que todavía me reconoce y que tiene la suerte de tener aún cierta independencia (más de la que a mí me gustaría, pero ese es otro cantar). Pero, aun así, cada vez se aleja más. Y más. Ya no es la que era. 
Por si fuera poco, me he encontrado por la city a los de la asociación de familiares de enfermos de alzheimer, donde trabaja una persona que conozco de saraos varios. Nos hemos puesto a hablar y... llorera. En plena calle. ¿Qué me pasa? 
Menos mal que estoy sola en el trabajo porque escribir esto me está costando una deshidratación.
Quered mucho a vuestra gente. Mucho. No sea que llegue el día en el que no os reconozcan y solo os quede ese cariño para comunicaros con ellos. 
Te quiero, tía. 

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