No hay macrismo sin odio, venimos sosteniendo, yo diría, no hay neoliberalismo sin odio (tomando como "neoliberal" el proceso de concentración de riquezas en pocas manos, y a todos aquellos que intervienen activamente en dicha operación).
Ya son ocho los muertos por el frío en lo que va del año, esto no parece repercutir demasiado en las conciencias que sí claman por seguridad, por orden, por progreso, por glamour. Pero como los que mueren de frío son personas sin techo, pobres, fuera de todo sentido estético, entonces parece que entran en terreno de lo invisible, lo que pasa pero no importa. Son ocho asesinatos que solamente quedarán en el recuerdo (y la indignación) de algunos pocos.
Se quejaban de la corrupción del gobierno anterior (siendo su eje central de campaña) y esta administración es tan corrupta que en el mundo del periodismo hasta se sincericidian ofreciendo "sobres" para los periodistas que apoyen al régimen amarillo. Pero es la normalidad, no hay escándalos ni opinadores rasgandose las vestiduras. Tampoco tienen ningún prurito en reprimir a quiene dan o reciben colchones, frazadas y comida.
Le sumamos el aparato represivo judicial, la producción de presos políticos y fabricación del enemigo. Todo brutal. Como lo que piensan hacer si ganan las elecciones, como la reforma laboral; incluso están hablando de que la harían por DNU antes de terminar este mandato. Para eso vienen creando el ambiente (desde el 2015, para ser más precisos).
No hay macrismo ni neoliberalismo sin odio, esta afirmación que no hace sino reflejar un estado de ánimo que afecta a distintas capas en forma transversal, Odio hacia los pobres en general, vagos, negros choriplaneros y puede ser llevados a cualquier individuos en un paso corto.
El "periodista" Daniel Muchnik (tomo la palabra periodista en paréntesis en esta época esquizofrénica de periodistas-espías, como D'Alesio, y donde nada es en realidad lo que aparenta ser, propio de una novela de Philip K. Dick) incitó por radio al asesinato de Sergio Palazzo, líder del sindicato bancario y referente de la Corriente Federal Sindical, que en estos años asumió posiciones combativas ante el régimen macrista.
Si en un período eleccionario salen a pedir la muerte de un dirigente opositor, cuando pasen las elecciones pueden sentirse directamente habilitados a matar a dirigentes opositores. Ahora el Felino Macri volvió a atacar a sindicalistas opositores. Este macartismo peculiar viene desde los tiempos bíblicos, pero ahora es reforzado por campañas de marketing y operaciones mediáticas: recordemos a Carrio y sus iranies chavistas teledirigiendo el asesinato del suicida desde el buquebus, Bullrich y Santiago Maldonado entrenado por las Ram, los Kurdos y las Farc. El absurdo no es un obstáculo a la hora de señalar enemigos concretos.
En este sentido y en referencia concreta a las próximas elecciones, es interesante leer lo que dice Oscar Cuervo en la siguiente nota:
Por estas mismas horas, la monja Pelloni salió a satanizar a la Cámpora como una organización de narcotraficantes, ante la escucha complaciente del "periodista" Luis Novaresio. Una noche antes, la gobernadora Vidal lanzó su campaña sucia desde el programa de Lanata, "alertando" a la población que, si Kicillof le gana la provincia de Buenos Aires, va a gobernar la Cámpora y eso implicará una futura candidatura de Máximo Kirchner, como si la mera posibilidad de encadenar una serie de hechos inciertos implicara una amenaza social. Quieren meter miedo a toda costa.
Esta serie de exabruptos habla del talante violento que la derecha le está imprimiendo a esta etapa de decisiones electorales. Muy atrás quedaron los slogans de "unir a los argentinos" y el mito de la derecha moderna y democrática que ayudó a erigir José Natanson. La violencia de la derecha nunca es solo simbólica: como quedó demostrado por la política de la ministra Bullrich durante el período macrista que termina en diciembre, cuando hablan de matar, matan, .
La continua incitación a la violencia que los voceros formales e informales del régimen inyectan en la vida social contrasta con el juego psicopático de acusar a los dirigentes de la oposición de ser violentos si en alguna declaración periodística levantan un poco el tono de voz. Si Alberto le contesta con fastidio a una provocadora que está esperándolo en las escalinatas de Comodoro Py, entonces el conjunto de los medios oficialistas coordinados salen a señalar su "peligrosa intolerancia hacia el periodismo". Pero la incitación oficial al asesinato de un líder opositor pasa desapercibida.
Pretenden imponerse por el miedo. Y, como tienen los recursos para sembrar miedo, hay que prepararse para que esa violencia siga escalando.¿Cómo enfrentarlos? La derecha no aceptará una derrota electoral sin apelar a alguna forma de fraude o violencia. Y, si gracias al miedo lograran permanecer en el poder, después van a redoblar la violencia.
La oposición política obtuvo un enorme avance al lograr articular un frente electoral que ahora tiene que consolidarse cualquiera sea el resultado de las elecciones. Si ganamos, los intentos de desestabilización van a ser feroces desde el primer día y es de esperar que operen continuamente para resquebrajar la unidad del campo popular que se va reconstruyendo trabajosamente. Si la campaña sucia de la derecha hoy gobernante logra imponer en las elecciones su lógica del miedo, luego va a necesitar consolidar las condiciones de un ajuste económico feroz apelando a una represión más desembozada que la que ya ejerció durante este período.
El resultado electoral es altamente imprevisible. Lo previsible es que los que hoy piden muerte de manera descarada van a salir a matar, ganen o pierdan. Lo harán, como es tradición, en defensa de las instituciones republicanas y la libertad.
El dilema del campo popular se ejemplifica en la serie de altercados que en los últimos días vivió el candidato Alberto Fernández ante los provocadores oficiales. Cuando lanzó su candidatura, Fernández tuvo la iniciativa de proponer una tregua al "periodismo de guerra". La respuesta a su proposición fue que no hay tregua unilateral. Ellos siguen en guerra. Ayer lo fueron a esperar a la salida de los tribunales para provocar el episodio por el cual se lo acusaría de intolerante. El régimen sabe que uno de los atributos que se valoran en Fernández es su carácter dialoguista. Entonces están haciendo todos los esfuerzos para empujarlo a luchar en el barro, para después señalar que apareció el "Fernández violento" que necesitan. La lucha en el barro es la única posibilidad de un gobierno que no tiene manera de prometer bienestar a su electorado. Hoy apuestan todo a violentar el clima social.
(...)Esta prudencia para no pisar el palito no debe confundirse con una blandura estratégica que nos haga perder el sentido de nuestro proyecto: un país para todos. La firmeza de la lucha popular no se dirime en un juego de matones, sino en la consolidación de una unidad cada vez más grande de los sectores que apuestan a la democracia y la justicia.
Después de las mentiras de campaña del 2015, hay que reconocerle a Macri que para estas elecciones que se vienen, hay algo en lo que no miente: promete que si gana hará lo mismo, pero más rápido. Así que nadie podrá decir luego si lo vota, que fue engañado.