Acertó Ana Fernández Villaverde a la hora de elegir nombre artístico, La Bien Querida. Su fulgurante carrera mantiene en vilo a expertos de la nada y agoreros del pasado. Canciones aparentemente simples, poemas de amor y desazón elevados al cubismo, un romancero hermoso e inesperado, un álbum considerado entre los más brillantes del año pasado, y al garete los esquemas. De promesa a realidad, rezan las hojas promocionales. Cuidado con lo que se dice. La Bien Querida canta esta noche en la Línea (sala la Tetería) y mañana en Cádiz (Supersonic) para corroborar lo que cuentan y no paran de contar las buenas lenguas, que tiene un talento y una actitud sin igual. De la maqueta al disco, de salón de estar a los festivales de postín, Ana la Bien Querida disfruta de su mejor estrella. Chica vasca que un día cuelga sus canciones en myspace y toca la fibra sensible del personal, la chica más nominada a los premios de la música independiente, a quien un día el azar la llevó a protagonizar su propia historia. Sacó su nombre de una película mexicana, "La malquerida", y precisamente hace unos días estuvo por el país azteca, como telonera de Julieta Venegas, a quien conoció por myspace, precisamente, espacio sideral donde se descubren más artistas de categoría que en las ya desfasadas compañías discográficas. Pop, flamenco, electricidad, romances del siglo que viene.
Portadas de revistas especializadas, elogios en do mayor, la lupa en el momento justo, el teléfono no cesa de sonar, la fábrica de adjetivos se ha fijado en la Bien Querida, que no parece flor de un día ni de dos. Basta con escuchar sus piezas, sus letras y melodías. Ella era pintora, hasta que el líder de Los Planetas, J, entendió que lo suyo era escribir canciones, y ella le hizo caso, allá por 2005, y pocos meses después lucía su maqueta puntera de una belleza extraordinaria e inquietante. El mismísimo Antonio Luque, a la sazón Sr. Chinarro, le prestó su banda para una serie de conciertos, el sello Elephant la fichó sin pestañear y de ahí nació "Romancero", un disco sensacional, una nueva dimensión de la canción, de cómo extraer originalidad de un mundo desgastado, de cómo mostrarse sincero ante un mundo jorobado y falso. Baladas de impresión, pop de los sesenta bien licuado, una ranchera extraña y bendita, aires de Magnetic Fields en su aclamado 69 Love Songs, y así hasta el infinito. Ana colabora en el último disco de Los Planetas, Ópera Egipcia, y se sitúa en primera línea de emoción sin previo aviso, justo cuando el universo musical hispano desesperaba de tanto aguardar, en el punto de mira de tanto buscador de mediocres, a punto de caramelo. Son muchas las mujeres libres que saltan al ruedo musical, tan ávido de propuestas novedosas y de exprimir naranjas similares, pero ninguna como ella. La Bien Querida llega a la provincia en formato acústico, es decir, como la canción la trajo al mundo, con las mismas hechuras que la maqueta de marras. Muchas maquetas han construido carreras completas o destruido mitos de conveniencia. En el disco de Ana se comprueba la evolución de la maqueta a la producción, y más vale quedarse con las dos opciones, con Ana y con la Bien Querida. Que la mezquindad no la convierta en la Mal Pagá.
Junio 10, Cultura, Diario de Cádiz