Revista Cine
La cabeza alta. Oportunidades perdidas
Publicado el 21 septiembre 2015 por Criticasen8mm @Criticasen8mmTítulo original:
La tête haute
Año:
2015
Fecha de estreno:
18 de Septiembre de 2015
Duración:
120 min
País:
Francia
Director:
Emmanuelle Bercot
Reparto:
Rod Paradot, Benoît Magimel, Catherine Deneuve, Sara Forestier, Catherine Salée, Diane Rouxel
Distribuidora:
Vértigo
Cuando el último trabajo de Emmanuelle Bercot, ‘La cabeza alta’, inauguró el pasado Festival de Cannes muchos no entendieron cómo se había llegado a la conclusión de que una película con estas características era la idónea para tal renombrado acto. Los críticos, ansiosos por saciar sus ganas de disfrutar antes que nadie de las delicatesen que pudiera tener guardadas en la recámara el certamen, vilipendiaron un producto que, alejado de la grandilocuencia y cursilería de su predecesora en funciones, ‘Grace de Mónaco’, aborda de manera cruda y descarnada la problemática social que supone el desamparo juvenil y sus funestas consecuencias, pero que en ningún momento llega a sentirse como una obra satisfactoria.
Aunque la reacción fuera excesivamente desaforada, ‘La cabeza alta’, cuando menos, es un largometraje que no consigue sacar partido a sus jugosos ingredientes. El planteamiento es sencillo: un chico problemático que, sin un referente paterno y una madre drogadicta que elude su cuidado, decide abandonar su educación o formación para dedicarse al hurto de coche con el objetivo de anular al volante sus frustraciones. Una jueza de menores y un educador social intentarán por todos los medios corregir su conducta durante un largo periplo en el que seguiremos de cerca las airadas y violentas reacciones del menor.
El principal problema es que todo se queda ahí, en el planteamiento inicial, sin intentar exprimir este proceso redentor y tornándose el metraje en una sucesión de escenas, cercanas al estilo del docudrama, en el que asistimos a la explosión de la violencia contenida del atormentando Malony Ferrandot. Lejos de intentar explotar la relación con su entorno y con esos ángeles salvadores que le tienden una mano para paliar su sufrir, asistimos a una estampa constante de autodestrucción y dolor que parece no tener fin y que reincide una y otra vez en la incapacidad del protagonista por adaptarse a las normas sociales.
La falta de ideas de Bercot, más preocupada por mostrar una realidad que por establecer una narración clara, provoca una sensación de tedio debido a lo deslavazado del conjunto. En vez de jugar con las posibilidades que le permitía la dicotomía existente en la sociedad entre los que abogan por la reinserción del individuo y los que apelan al castigo como única forma de redención, siendo las escenas del proceso judicial las más interesantes del metraje, el guion se recrea constantemente en las reacciones deplorables del adolescente Malony, interesantes durante la primera parte, pero repetitivas e insustanciales durante el resto. Tampoco ayuda mucho para evitar el tedio la trama forzada del romance con la joven Tess (Diane Rouxel), que parece estar ahí más para justificar su precipitado y bienintencionado final que como parte imprescindible y motor de la trama.
Es cierto que la mirada de la directora no es del todo despreciable gracias a su buena planificación (atentos a la secuencia inicial) y el entregado trabajo de su reparto, aunque sí se le podría achacar un incompetente uso, más bien anecdótico, de la banda sonora compuesta por temas clásicos y música electrónica. Por último, la gran revelación de la cinta y lo que hace más llevadero su largo metraje es la aparición de un debutante y prodigioso Rod Paradot, actor sobre el que recae el peso de la trama y que transmite veracidad por los cuatro costados, convirtiéndose en un ángel caído al que es fácil comprender pese a la radicalidad de sus actos. Además, como contrapunto, hacen acto de presencia la gran Catherine Deneuve, Benoît Magimel y Sara Forestier, quienes se encargan para deleite del espectador de exprimir al máximo sus anecdóticas apariciones.
5/10