Revista Cultura y Ocio
Lo aclaman cientos de miles. La calle es crisol de culturas, paleta de colores entremezclados. ¡Oh, alegría, júbilo incontenible! Los mira sobrecogido. No termina de acostumbrarse a tanto revuelo. En el fondo, no quiere nada de todo eso y reniega del boato y de los excesos.
El dóberman de Dios ladra cuando contempla las hambrunas africanas. Se revuelve de rabia. No soporta tanto dolor, así que vende lo que posee para comprar pan. Hace bocadillos con sus propias manos, ajadas por el duro trabajo. Y pone dentro su corazón. Sigue mirando a su alrededor. ¿Para qué tantos guardaespaldas?, se pregunta. ¡No, no es necesario! ¡Marcháos, nadie atentará contra este humilde siervo de Dios!
Vuelve a pensar en los pobres africanos. Me temo que no es solo comida, pues cuando el hambre deje de matar, el SIDA seguirá haciendo esa tarea... Desde luego, los condones les vendrían bien. Eso es: protección ante todo y autonomía para resolver si quieren tener hijos. Hay situaciones reversibles, claro, y las decisiones que son fruto de la reflexión suelen ser las acertadas. Pensar, estudiar... la formación será sin duda su herramienta más valiosa. Una buena educación criará hombres tolerantes y mujeres dueñas de sí mismas, de sus cuerpos, que decidirán al margen de otras voluntades.
El papamóvil sigue su marcha. Le gustaría bajarse. Hombres... mujeres... ellos con ellas... ellas con ellas... ellos con ellos... Son libres, afirma, dioses de sí mismos. Casados o no, unidos ante la Iglesia o no, su carne es suya, su sexo es suyo, no ven la culpa donde no la hay.
Le llevan de vuelta a Nunciatura, un lugar mucho más lujoso de lo que le habría gustado para pasar estas noches. Se despierta un momento. Necesitaba esta cabezadita, se dice, y piensa en el rato que ha pasado durmiendo. Una sensación extraña va invadiéndole... y nuevamente el sueño. Entonces su mente vuelve a llenarse de escenas. En una de ellas, tras salir por una ventana con sigilo, burla a la guardia , salta los muros del jardín y se escapa durante la noche para emprender la huida.
El dóberman de Dios ladra cuando contempla las hambrunas africanas. Se revuelve de rabia. No soporta tanto dolor, así que vende lo que posee para comprar pan. Hace bocadillos con sus propias manos, ajadas por el duro trabajo. Y pone dentro su corazón. Sigue mirando a su alrededor. ¿Para qué tantos guardaespaldas?, se pregunta. ¡No, no es necesario! ¡Marcháos, nadie atentará contra este humilde siervo de Dios!
Vuelve a pensar en los pobres africanos. Me temo que no es solo comida, pues cuando el hambre deje de matar, el SIDA seguirá haciendo esa tarea... Desde luego, los condones les vendrían bien. Eso es: protección ante todo y autonomía para resolver si quieren tener hijos. Hay situaciones reversibles, claro, y las decisiones que son fruto de la reflexión suelen ser las acertadas. Pensar, estudiar... la formación será sin duda su herramienta más valiosa. Una buena educación criará hombres tolerantes y mujeres dueñas de sí mismas, de sus cuerpos, que decidirán al margen de otras voluntades.
El papamóvil sigue su marcha. Le gustaría bajarse. Hombres... mujeres... ellos con ellas... ellas con ellas... ellos con ellos... Son libres, afirma, dioses de sí mismos. Casados o no, unidos ante la Iglesia o no, su carne es suya, su sexo es suyo, no ven la culpa donde no la hay.
Le llevan de vuelta a Nunciatura, un lugar mucho más lujoso de lo que le habría gustado para pasar estas noches. Se despierta un momento. Necesitaba esta cabezadita, se dice, y piensa en el rato que ha pasado durmiendo. Una sensación extraña va invadiéndole... y nuevamente el sueño. Entonces su mente vuelve a llenarse de escenas. En una de ellas, tras salir por una ventana con sigilo, burla a la guardia , salta los muros del jardín y se escapa durante la noche para emprender la huida.