Revista Educación

La caca humana

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La caca humana

Menos mal que ya al común del pueblo se le ha olvidado esa soberana bobería de "saldremos mejor de la pandemia". Yo creo que estamos más o menos igual. No digo que no haya cuatro que son conscientes de la importancia del asunto, pero a aquellas imágenes compartidas por redes sociales hasta el hastío que mostraban cervatillos, osos y delfines señoreándose por zonas en otro tiempo ocupadas por humanos, les han seguido una nueva normalidad marcada por la misma cochinez de siempre. En las calles, las mascarillas usadas y los guantes son la nueva caca de perro. La caca humana.

La conciencia social tuvo como único efecto el compartir cuatro fotos. ¿Qué más da prohibir la entrada a un estadio de fútbol o una cancha de baloncesto cuando es lícito que miles de aficionados salgan como las cabras a beber en la calle?

No necesitamos un Dios que nos mande el rayo castigador, porque en nuestra libertad para elegir entre un cambio de rumbo y prioridades o seguir como estábamos, destrozando la casa común a dentelladas, la misma esencia del ser humano nos ha hecho tomar parte por la más mundana de las opciones.

Ya se lo decía Susanita a Mafalda en una viñeta que tiene como cincuenta años y es más vigente que nunca: "¿Te llevan presa por salir a la calle sin cultura? No. Prueba a salir sin vestido...".

La caca humana

Es un hecho: Las prioridades de la colectividad están claras, y la mejor muestra de ello es que las primeras decisiones políticas se toman pensando en los lugares a los que habitualmente vamos a pastar. ¿Para qué va el gestor público a complicarse la vida fomentando la lectura y las artes en la era siguiente a la pandemia?

Te lo cuento porque esta semana me sorprendió la noticia de la reapertura de las bibliotecas de mi ciudad. El Estado de Alarma desplegó sus efectos el 13 de marzo, y no es hasta el 1 de julio en que puedes ir a una sala de estudios o a que te presten un libro en Santa Cruz de Tenerife, siempre rodeado de unas brutales medidas de seguridad que rayan el absurdo.

Y, en efecto, en Tenerife, en España, podemos vivir sin espacios públicos para cultivarnos y estudiar, pero no sin bares, sin chiringuitos playeros y sin fútbol... La más bobalicona cuestión relacionada con el ocio se permitió entre las fases 1 y 2, pero las bibliotecas han esperado a que nos adentrásemos bien en la nueva normalidad. Por no hablar de esos teatros y auditorios a un tercio o menos de su capacidad.

Claro que sí: Aviones petados hasta arriba, playas con gente amontonada y fiestas ilegales en las que cientos de personas beben en la calle como si no hubiera un mañana, pero las zonas para estudiar me las ocupas por turnos de cuatro horas, hasta un máximo de dieciséis por semana, y al teatro no sé si llegarás a ir.

¿Sabe usted con total seguridad la fórmula que se ha pensado para que los niños y niñas retomen las clases en septiembre? ¿Sabe si esos menores podrán volver a hacer deporte o actividades extraescolares? ¿Sabemos algo de los estudios universitarios?

El futuro que nos espera es tan pequeño, inepto e inculto que produce más miedo que el coronavirus.


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