Hay libros que te llaman la atención sin saber demasiado bien porque, o igual miento porque la sinopsis es un reclamo sin parangón, pero vengo comprobando en los últimos años que las novelas americanas no me acaban de gustar, no me las creo, incluso me llegan a aburrir y se me eternizan en la mesilla de noche.
Cuando leí que se desarrollaba en Estados Unidos sentí un especie de amor odio por la novela, temía que terminara resultándome tan cargante como otras que había leído, y en ese caso no me siento capaz de hacer una reseña en condiciones porque no se muy bien si falla el libro, o falla mi gusto. Pero fue más fuerte la atracción que la repulsión, y no me arrepiento de haber apostado por ella porque el marketing era muy fuerte y podía generar mucho ruido y pocas nueces. En mi caso el ruido y las nueces han estado equilibrados.
Puede que la nacionalidad del autor de esta novela, irlandés, sea suficiente para que no me haya decepcionado, o sumergido en esa especie de irrealidad, aunque otros lectores me han dicho que quizás lo que me pasa es que no acabo de entender la sociedad, cultura y costumbres americanas, todo es posible y como no se de donde viene ese desapego seguiré apostando por aquello que me atraiga a riesgo de darme un buen costalazo.
Os recomiendo acometer esta lectura cuando tengáis tiempo por delante porque se pega a las manos, sobre todo la primera parte que tiene un ritmo tan rápido que a veces te corta la respiración, mi empatía con la protagonista fue tal que llegué a sufrir ansiedad y tuve que cerrar el libro. Por suerte en la segunda parte ese desenfreno para un poquito para analizar el origen de la cadena para retomar casi al final el ritmo endiablado que al menos a mi me ha afectado anímicamente por meterme en la piel de Rachel, si es que eso es posible.
El autor:
Adrian McKinty nació y creció en Belfast durante los conflictos de los años setenta y ochenta. Su padre era ingeniero naval y su madre secretaria.Asistió a la universidad de Oxford con una beca para cursar estudios de Filosofía antes de trasladarse a Estados Unidos para convertirse en profesor de lengua en un instituto.Sus novelas han recibido varios galardones, entre los que destacan el Edgar Award, el Ned Kelly Award, el Anthony Award y el Barry Award, y han sido traducidas a más de veinte lenguas. Es colaborador y crítico literario de The Sidney Morning Herald, The Irish Times y The Guardian.En 2017 al no poder vivir de la literatura abandonó la escritura y se dedico a conducir su propio coche para Uber y a ser camarero. Don Wislow (el Poder del perro) le pasó varios de sus libros a su editor y este le encargó un thriller.Así nace La cadena la novela que le ha reportado al autor la solvencia para vivir de la literatura, está en vías de publicación en 40 países y sera llevada a la pantalla por Paramounth PicturesActualmente, vive en Nueva York con su mujer y sus dos hijos.Sinopsis:Como una mañana cualquiera, Rachel deja a su hija en la parada del autobús. Pero una llamada de un número desconocido lo cambia todo: una mujer le informa que tiene a Kylie secuestrada y que, si quiere verla de nuevo, deberá seguir sus instrucciones al pie de la letra: primero, pagar un rescate; segundo, secuestrar a otro niño. Quien llama es también una madre cuyo hijo ha sido secuestrado, y si Rachel no cumple con las reglas, el niño morirá, y su hija también.Rachel ya forma parte de La Cadena, un mecanismo que convierte a padres de familia en víctimas y a su vez en criminales, y que está haciendo a alguien muy rico en el proceso. Ella es una mujer corriente, pero en pocas horas los acontecimientos la llevarán hasta límites impensables y la obligarán a hacer algo terrible.
Los creadores de La Cadena saben que unos padres harán todo lo que está en sus manos por sus hijos. Pero no contaban con cruzarse en el camino de una mujer decidida, valiente y superviviente como Rachel. Porque, si alguien puede romperla, ésa es ella.
Mis impresiones:
Abordar esta lectura es entrar en un gran dilema moral, en una lucha del bien contra el mal, del deseo contra la obligación, es llevar al límite el aguante humano y la constatación de que dentro de cualquier persona hay un criminal latente que llevado a situaciones extremas saldrá a la luz. El motor que mueve la cadena no es el dinero, si no el Amor, sea del género que sea, filial, de pareja, fraternal... Y de esa vulnerabilidad se vale para obligar a personas aparentemente normales a ser en primer lugar victimas, para convertirse en verdugos y supervivientes.
La culpa planea por toda la novela, la de los padres cuyos hijos desaparecen, la de aquellos que se ven abocados a causar a otros el mismo daño que ellos están sufriendo para salvar a su hijo, y la de los que saben que nunca estarán a salvo porque la cadena en cualquier momento les puede reclamar que vuelvan a entrar en escena. Esa culpa o remordimiento es la que les hace avanzar, sacar fuerza de donde no sabían que ni las tenían, en todo momento son las mujeres las que sacan la fortaleza, mueven los hilos, logran superar los retos y los personajes masculinos se ven más débiles y a punto de hacer naufragar las operaciones.
En la primera parte el ritmo es frenético, acompañamos a Rachel en esa lucha contrarreloj para cumplir con las exigencias de la organización, cada paso que da le aleja más de la mujer que era hasta ese momento y la convierte en otra que no reconoce y ni siquiera pretende reconocer, su hija esta por encima de cualquier cosa. Como cualquier persona se pregunta porque ella, que ni siquiera es valiente, ni tiene dinero, y su salud es frágil tras haber pasado por un cáncer que parece haber vuelto a adueñarse de su cuerpo.
Asistimos a la transformación de Rachel en apenas cuatro días, los capítulos comienzan con el día y la hora , el secuestro de Kylie dura del jueves al sábado, pero la adrenalina continua porque Rachel mantiene secuestrada a su victima, una victima que no es la que ella había elegido en un primer momento pero que de forma colateral presionada por la cadena tuvo que asumir porque el tiempo se agotaba. La primera parte transcurre en tan solo cinco días, en los que tiempo parece que vuele, que se escurra, en ese tiempo nuestra protagonista no vive, sobrevive, con los nervios a flor de piel, destrozados, pendiente del teléfono que le traiga noticias de su hija, pero también por si recibe nuevas instrucciones, parece que un ser diabólico se esté divirtiendo con ella, su angustia, su miedo.
Los capítulos en la primera parte son cortos, algunos podríamos decir que son muy cortos, siempre con ese gancho que te obliga a seguir leyendo para ver que le deparara el paso de las horas a Rachel, a su hija, pero también al resto de familias que están en la misma ecuación. Asistimos también al cautiverio de Kilye, la vemos caer y levantarse, poner su mente a trabajar, darse cuenta de que no tiene escapatoria, de que sabe manipular porque lo intenta con el eslabón débil de ese trozo de cadena, me dio pena ese padrasto, las conversaciones con su rehén me enternecieron, entendí porque ahí la que tenía el alma endurecida era ella y comprendí que era capaz de todo por salvar a su hijo, como también Rachel comprendió que a pesar de todo haría cualquier cosa por su hija, por reprobable que fuera, y llegar a esa conclusión a su lado es doloroso, porque te hace ponerte en sus zapatos, reflexionar de que serías tu capaz en su situación, para darte cuenta de que serias igual de dura, fría e inflexible que ellas.
En la segunda parte el ritmo se sosiega, aunque no por ello deja de avanzar la trama, nos presenta los orígenes de ese juego macabro que está enriqueciendo a unos pocos a costa del dolor y la criminalización de gente aparentemente normal y comenzamos de muy atrás, una infancia nada convencional, que podría perfectamente explicar la frialdad y la falta de empatía de los cerebros de esta locura que mantiene unida a un montón de familias que no tienen nada en común, ni se parecen en nada.
Esos capítulos se alternan con la vida de Rachel tras haber pasado por esa experiencia traumática y las secuelas que arrastra Kilye, todo aparentemente normal, se alternan capítulos cortos con otros más largos y llega un momento en que el lector avezado va uniendo cabos, va haciendo sus suposiciones y quizás porque he leído unos cuantos, en un momento dado adiviné quien era el cerebro del juego, y también intuí que la cosa se iba a poner fea, o muy fea.
Porque La Cadena no te permite hacer vida normal, no deja que olvides tu pesadilla, siempre está ahí al acecho, tu familia sigue en peligro, nunca estarás a salvo si no logras romperla, si no terminas con ella. Rachel no sabe como solucionar los problemas que arrastra su hija, no lo pueden hablar ni siquiera con un psicólogo.
En un momento dado el autor vuelve a recuperar el formato del día y de la hora, se avecina de nuevo la vorágine, el lector lo intuye, no sabe muy bien de que manera, pero sabe que Rachel va a ser decisiva, y tanto que lo es, pero vas a tener que sumergirte entre las páginas de este libro, vas a tener que sufrir con la protagonista, vas a tener que plantearte sus mismos dilemas, vas a tener que ponerle freno a tu propia ansiedad, al menos yo tuve que hacerlo hacia los capítulos finales cuando todo se precipita.
La novela comienza fuerte y no da tregua, en la segunda parte sienta las bases del nacimiento de La Cadena y nos muestra quien está detrás, comenzando desde su infancia, a pesar de eso no se hace largo, ni pesado, al menos a mi no se me ha hecho, me interesaba saber que era y quien la había creado y cual era el propósito de tan diabólico engendro. Reconozco que mi curiosidad queda saciada.
No me parece una historia previsible a pesar de que en un momento dado adivino quien está detrás y el golpe de gracia que da el autor me queda desvelado antes de tiempo, quizás por ese motivo también se me disparó la adrenalina por saber si iba a ser capaz de darle un final digno a una historia que me había tenido en vilo hasta ese momento. Y en mi opinión el final es muy cinematográfico, grandioso, muy americano, de esos que me suelen chirriar y malograrme una novela y sin embargo en esta ocasión me encaja a la perfección, todos los engranajes perfectamente engrasados están en su sitio y la trama avanza perfectamente como la maquinaria de un reloj suizo.
Llama la atención que el escritor haya sabido meterse en la piel de una mujer con una fortaleza tan espectacular y una determinación a prueba de erosión, aunque realmente todas sus mujeres tienen esas características, no se permiten flaquear en ningún momento. Y es quizás más significativo que la parte más débil de cada eslabón siempre sea el personaje masculino, siempre se sienten sobrepasados, siempre al limite de meter la pata y generar una reacción negativa por parte de la cúpula de la diabólica entidad. Y si me apuras llama la atención las secuelas que arrastra Kilye con la determinación y la entereza que demuestra durante su secuestro, pero es que recibe un golpe muy duro, pero si he picado tu curiosidad habrás de leer la novela.
Sin embargo, todo tiene su explicación, unas veces el autor lo pone a la vista, otras va sembrando pistas para que entendamos todos los pasos que se van dando, , no hay puntada sin hilo, ni siquiera cuando baja el ritmo e introduce el germen de ese malvado juego, es la forma de preparar ese final tan apoteósico, tan de película, tan visual, tan descarnado.
Conclusión:
La cadena me ha sorprendido tanto por la trama, como por la estructura de la novela, como por los personajes femeninos tan bien dibujados que nos presenta el autor. Ha mostrado mucha pericia a la hora de meterse en la piel de una mujer, de dibujar las reacciones de varias de ellas, aunque la protagonista principal es Rachel.
La propia idea de una organización tan macabra ya es un plus, pero conocer los orígenes de esta que pretendían sus creadores y hasta donde están dispuestos a llegar a mi me ha interesado tanto como esa vorágine de la primera parte.
La cadena es un thriller que pasa en un suspiro, te tiene el alma en vilo y si logras meterte en la piel de la protagonista y calzar sus zapatos se pasa un mal rato, al menos yo lo pasé.
No me queda más que recomendarte esta novela si eres amante del thriller seguro que después estarás menos tranquila cada vez que tus hijos salgan por la puerta.