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Los gigantes de la exportación japoneses se han beneficiado de la caída del yen para multiplicar sus beneficios, según los resultados del año fiscal, aunque los expertos advierten que penaliza a los consumidores.
El buque insignia de la electrónica, Sony, ha vuelto al verde por primera vez en cinco años y el mayor fabricante de automóviles mundial Toyota a triplicado su beneficio neto en el ejercicio que va del 1 de abril al 31 de marzo de 2013, según datos de las empresas.
“Últimamente, la apreciación del yen al fin se ha corregido”, dijo el presidente de Toyota, Akio Toyoda.
Considerado como un valor refugio en tiempos difíciles para la economía, el yen se revalorizó fuertemente durante la crisis financiera internacional de 2008-2009 y la crisis europea de la deuda que le siguió. El 31 de octubre de 2011 había marcado un nuevo récord ante el dólar, que cayó a 75,32 yenes.
La fuerte subida hizo que los industriales nipones se quejaran de las dificultades para que sus productos “Made in Japan” fueran competitivos. Este fenómeno supuso una caída del valor de los ingresos en el extranjero, una vez convertidos en moneda nipona.
Muchos de los grandes nombres de la industria japonesa intensificaron la apertura de centros de producción en el extranjero para tratar de soslayar esta dificultad.
Pero los datos se vieron alterados después de que el débil gobierno de centro-izquierda disolviera la Cámara de Diputados y convocara elecciones. El líder de la derecha japonesa y actual primer ministro, Shinzo Abe, ha presionado al Banco de Japón (BoJ) para que flexibilizara su política monetaria.
El BoJ ha inundado el mercado de liquidez haciendo caer al yen en más de un 25% en seis meses ante el dólar y el euro.
Favorecidos por esta política, los “Big Three” del automóvil japonés (Toyota, Nissan y Honda) han registrado un beneficio neto conjunto superior a los 15.000 millones de euros.
En el otro sector portaestandarte de la industria, la electrónica, Panasonic y Sharp prevén a su vez volver a los números verdes en el ejercicio actual, en parte gracias a los ingresos adicionales que ha generado la depreciación del yen, tras el último ejercicio que terminó en números rojos.
Muchas otras empresas se benefician también del efecto “yen débil”, ya sea en la foto (Canon, Fujifilm), equipos de oficina (Ricoh), maquinaria para obras (Komatsu), etc.
“El yen debilitado tiene un impacto positivo indudable en las empresas japonesas”, dice Hisao Matsuura, economista del grupo de servicios financieros Nomura.
Pero subraya también que esta depreciación será “dura para los consumidores, ya que supone un aumento de los precios para las importaciones, en particular para el petróleo y los alimentos”.
Este fenómeno podría disminuir el consumo de los japoneses en el momento en que el gobierno y las empresas esperan precisamente lo contrario.
Asimismo, la devaluación del yen aumenta automáticamente el costo de los suministros en moneda extranjera. El conglomerado industrial Toshiba ha visto su beneficio caer en un 62% en el primer trimestre, en parte debido al encarecimiento de los componentes importados para televisores y ordenadores.
Si se tiene todo esto en cuenta, el efecto del yen débil debería seguir siendo globalmente positivo para el país, consideran la mayoría de los analistas: la mejora general que se espera en el estado de salud de los grupos exportadores debería acabar beneficiando al conjunto de la economía nipona.