Revista Medio Ambiente

La caída en picado del gorrión

Por Felixyloslobos
El pasado martes fui testigo de un insólito suceso. Un pequeño gorrión común se precipitaba y caía literalmente del cielo dándose un tremendo golpe contra el suelo. Tan fuerte, que pude escuchar el impacto del ave contra la pista de tierra en la que había "aterrizado".
Cuando levanté la vista, intentando encontrar al presunto culpable de aquello ―quizá alguna rapaz―, pude ver como otros dos gorriones que acompañaban a la víctima continuaban su camino dirección sureste. Ni rastro de depredadores potenciales...
Inmediatamente traté de socorrerlo. Tardé pocos segundo en recorrer los escasos metros que me separaban del pájaro, que yacía inmóvil sobre el terreno. Con sumo cuidado lo cogí entre mis manos, tratando percibir el más débil signo de vida.
Era una preciosa hembra. Tenía los ojos abiertos. Había sobrevivido pero parecía atontada por el topetazo. Sus movimientos eran tórpidos, descoordinados... Yo no sabía muy bien que hacer. Pensé que pasados unos minutos recuperaría la consciencia, así que me propuse esperar lo que fuera necesario.
Al cabo de un rato empezó a dar señales de recuperación. Se mostraba más activa. Bajo la atenta mirada de Dana, mi perra ―a la que no le hubiera importado probar la carne de pardal― luchaba por zafarse de aquel extraño ser que le había "capturado". Y lo consiguió.

La caída en picado del gorrión

El gorrión accidentado. Detrás, la pista en la que calló. //El Naturalista Cojo


De un rápido aleteo escapó y fue a esconderse entre la espesa maleza que bordeaba el sendero. Pero su corto vuelo no le llevaría demasiado lejos. Todavía seguía aturdida e incapacitada para realizar desplazamientos largos. Ignoro si aquel desafortunado percance le pasó factura. Algún hueso roto o traumatismo interno tal vez. Todo eran incógnitas... ¿Porqué se desplomó? ¿Se desestabilizó tras chocar contra el tendido eléctrico cercano? ¿Sobreviviría? Nunca lo sabré. Lo cierto es que el animal no volvió a salir de su seguro refugio. No pude hacer más por él.
La historia que os acabo de contar es el reflejo de una situación que ha puesto en jaque a las poblaciones de esta especie en el continente europeo, donde se estima una disminución del 63% de sus efectivos en los últimos 30 años.
El gorrión es una de esas aves a las que, por abundantes, no se les ha prestado la atención que merecen. En ciudades como Londres han desaparecido casi por completo, mientras que en España las cosas no están mucho mejor.
El empleo abusivo de pesticidas, la proliferación de especies exóticas invasoras como la cotorra argentina, la falta de lugares adecuados para anidar y la escasez de alimento son sólo algunas de las múltiples causas de este espectacular y preocupante declive, sobretodo en espacios urbanos.
No hay más que echarse al campo para darse cuenta de la gravedad del problema. A título personal, sólo puedo confirmar lo que dicen los datos. Ya no los escucho ni los veo tanto como cuando era niño. El alegre canto del gorrión se apaga rápidamente...

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