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La Caja de las Palabras (5)

Publicado el 24 enero 2015 por Bypils @bypils

(viene de aquí)

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Pasaron las semanas e intenté olvidar el incidente de la Adivina Palín pero…

Una noche, estaba cenando con un amigo “especial”, al que me interesaba conocer en profundidad, cuando se produjo el primer incidente. Pronuncié la palabra “sometemos” en un contexto de charla política. La verdad es que la conversación me estaba irritando un poco. No sabía de las ínfulas conservadoras de mi amigo y la sorpresa y la decepción me habían llevado a un estado de…enfado.

Fue pronunciarla y el pobre hombre se encontró las manos atadas a la espalda y la cara incrustada en el plato. Después, cuando lo desaté y pudo alzar la mirada, me explicó que había sentido una extraña fuerza que le empujaba la nuca hacia abajo… Yo pensé que estaba loco. Él pensó lo mismo de mí. Tardó dos minutos en recoger sus cosas y largarse.

El siguiente incidente se produjo con la palabra “rallar” y , desgraciadamente, mi cuñada se ralló un dedo ( sin querer, por supuesto) al querer servir queso para la pasta. En Urgencias no entendían como no había parado de “rallarse” el dedo, al saltar las primeras briznas de carne… ¡Qué asco, por Dios!

En ambos casos, hablaban de fuerzas misteriosas que obligaban a hacer algo… Después vino “ata”, “arañará”, “rajar” y…”oso”.

No es que estuviera obsesionada con la Maldición de Palín, pero me resultaba inquietante que pasaran todas esas cosas extrañas en mi entorno así que me dediqué a escribir las descripciones de los incidentes para buscar elementos comunes hasta que una noche de insomnio, descubrí la respuesta.

Eran las palabras.
Eran los Palíndromos.

Observé, también que tenía que estar en un estado negativo: enfadada, o irritada o triste… O sea, mal. En ese estado, cualquier palabra Palíndroma que pronunciara o escribiera, se convertía en un “algo” maligno. Hice la prueba con “oso” y mi piso quedó destrozado…

Intenté hacer partícipes de mi teoría a mis familiares, a mis amigos, a los compañeros del trabajo… Me trataban como si estuviera loca… Yo seguí investigando y me di cuenta que sólo podía utilizar tres palabras al día. La cuarta, ya no tenía efecto… Serían cosas de la maldición…

Nadie me creyó y acabé aquí, en el hospital Psiquiátrico Luz Azul…

No hay pruebas que me incriminen de la brutal agresión a la enfermera. Es más, lo que se grabó en las cámaras, me exculpa completamente pero aun así, me han aislado de los demás pacientes y me han encerrado en una habitación de paredes acolchadas como las que salen en las películas. Gracias a Dios, no me han puesto la camisa de fuerza…

Me tienen miedo…


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