Al iniciar
un proceso de búsqueda sobre los referenciales teóricos correspondientes a la
calidad en educación, comienzan a surgir de diversas fuentes conceptos, ideas y
precogniciones en relación al término, los cuales pueden ser asumidos desde
posturas que entienden la calidad como: un resultado, un cumplimiento, o un
estándar, por mencionar algunos.
En lo que
si concuerdan la mayoría de los autores, es que la calidad educativa ha formado
parte de las prioridades que deben asumir los sistemas educativos a nivel
mundial, como una forma de contribuir al desarrollo económico y social de los
países. No existen conceptos absolutos cuando se habla de calidad educativa, la
diversidad de perspectivas, ideologías, prácticas e intereses que convergen en
el tema, le otorgan un matiz ambiguo y polisémico.
En los
discursos de organismos internacionales, en particular el de la UNESCO (2005,
2008, 2010), se recalca que una educación de calidad debe posibilitar mucho más
que la adquisición de competencias básicas, debe además ser inclusiva, efectiva
y equitativa; en consecuencia debe estar inserta en planes integrales
amplios al servicio de la promoción socioeducativa de los grupos excluidos. Al
respecto Tünnermann (2002) señala que la calidad educativa toma una importancia
sin precedentes dentro de los procesos de globalización y competitividad, al
punto que es prioridad su inserción en las agendas educativas de todos los
países.
Esa
imperiosa necesidad por la calidad educativa, la ha convertido en uno de los
conceptos más utilizados en el campo de la educación, lo cual ha conformado un
imaginario que en la mayoría de los casos fundamenta y justifica los procesos
de reforma, restructuración y cambios que se han realizado en los sistemas
educativos.
Un acercamiento al aspecto polisémico de la
calidad educativa
Para
entender el proceso de adopción del vocablo calidad al ámbito educativo,
debemos remontarnos a la teoría organizacional, la cual con su enfoque desde la
productividad, establece que la calidad es un mandato. Al respecto Hellriegel
afirma que “se tiene puesto el hincapié en la reducción de defectos en los
productos en el momento mismo en que se les fabrica”.
Desde la
perspectiva de las normas ISO, la calidad se ha definido como el grado en que
un conjunto de características inherentes cumple con unos requisitos (Zúñiga,
2007), este concepto hace referencia de manera implícita al método de
comparación, en el cual se confrontan los resultados versus un estándar y desde
donde se decide si el mismo cumple o no con los requisitos inherentes al
producto o servicio evaluado.
Para la
OCDE (1990), la educación de calidad es aquella que asegura a todos los jóvenes
la adquisición de los conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes
necesarias para equiparles para la vida adulta. Esta acepción de calidad
establece un condicionamiento asociado con el número de estudiantes que se
puedan insertar dentro del sistema educativo, en otras palabras, la distinción
de calidad está relacionado con la cobertura escolar.
Algunos
autores, han establecido conexiones entre la calidad y la productividad, entre
ellos Argüelles, quien afirma que:
La productividad y la calidad se
relacionaron principalmente con la racionalización de los recursos humanos y
materiales destinados a la producción y, como parte de ese proceso de
racionalización, con la capacitación de los recursos humanos del sector
industrial. La idea de una educación general clásica comenzó a perder
terreno frente a la urgente necesidad de desarrollar un mayor número de
habilidades prácticas y de capacitar a las generaciones futuras para los nuevos
procesos de producción que estaban poniéndose en práctica.
Bajo este
contexto Rama (2006), plantea que la calidad es una variable asociada a la
competitividad, estándares, desarrollo de saberes y vinculado a la capacidad de
un país de insertarse en la sociedad del futuro. Existen otras posturas como la
del Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA), que ha señalado que el
concepto de calidad en la educación superior no existe, solo es un término de
referencia de carácter comparativo en el cual algo puede ser mejor o peor que
otro, dentro de un conjunto de elementos homologables, o en comparación con cierto
patrón de referencia previamente determinado (González y Ayarza, 1990)
Es así
como la calidad empezó a ser relacionada con conceptos como “reconocimiento, de
valor y de excelencia. Motivo por el cual, en todas las utopías contemporáneas
se presenta el objetivo de la calidad, como un aspecto relevante, necesario y
urgente de incluir” (Marchesi).
Los
postulados de la OCDE (1990) correspondientes a la calidad educativa, señalan
que la misma constituye el horizonte de todas las iniciativas y en consecuencia
debe ser el centro de todos los debates de la educación. Para ello
plantean los siguientes elementos que deben ser considerados para promover la
calidad educativa:
- La descentralización y la autonomía de los centros educativos como estrategia para responder y adaptarse al contexto social.
- La reforma curricular para así, romper con las asimetrías y discriminación entre formación general y profesional, entre objetivos cognitivos y objetivos sociales, mediante un modelo integrador.
- La implementación de la evaluación de la gestión institucional y de sus procesos de enseñanza, que brinde claridad sobre el estado en que se encuentra el sistema educativo. La reforma a la evaluación y a la construcción de indicadores educativos.
- La preocupación por la función docente, como centro de la propuesta de cambio educativo. Su valoración social, su capacitación y actualización.
- Los sistemas de autogestión de los centros educativos encaminados a la eficiencia.
Autora Keyla Isabel Cañizales
La autora forma parte del Doctorado Latinoamericano en Educación Políticas Públicas y Profesión Docente.
