Revista España

La calle de los Libreros y sus furiosos dragones

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

Hay calles que encierran leyendas más o menos sorprendentes y fáciles de conocer. Pero los relatos realmente valiosos son los que hacen alusión a nombres ya desaparecidos del callejero de Madrid. Denominaciones que se esfumaron para siempre, llevándose consigo bonitos secretos. Para evitar que esto ocurra, hoy sacaré a la luz una de las historias más sorprendentes de cuantas se propagaron por la Villa y Corte. Quien quiera conocerlo, me tendrá que acompañar a los aledaños de la Gran Vía.

En el último tramo de la más iluminada arteria de Madrid, transcurre perpendicular a ella la simpática calle de Libreros. Ésta, tiene un cuerpo en ligera pendiente y un suelo salpicado de renglones, palabras y letras en alusión a su literario nombre. Nombre que por cierto le llegó en 1930, por sugerencia del escritor Pío Baroja ya que en esta calle se concentraban numerosos negocios de venta de libros de segunda mano.

La calle de los Libreros y sus furiosos dragones

Pero ahondemos más en los recuerdos de esta callecita, acudamos al plano de Texeira, una joya del siglo XVII realizada por un cartógrafo portugués, donde aún podemos reconocer buena parte de las entrañas y destinos del Madrid más antiguo. En él veremos que esta calle entonces se llamaba calle del Pozo. Designación que al poco pasó a ser la de calle de la Justa. Ambos términos hacen referencia a la misma leyenda, una relato tan inverosímil como olvidado y que me gustaría compartir hoy con vosotros.

És cierto que hay diferentes versiones según las fuentes a las que he consultado pero todas ellas mantienen elementos comunes como son: un pozo, una mujer llamada Justa y... atención ¡dos pequeños dragones! Al parecer muchos siglos atrás hubo en este lugar un pozo que, era temido por muchos, ya que se decía que en su interior habitaban una pareja de legendarios dragones. Por razones de seguridad este peligroso pozo permanecía cerrado, todo transcurría con normalidad hasta que en cierta ocasión en un día de calor, una joven, se acercó al brocal del pozo para refrescarse y quitó la losa que lo cubría ya que pensaba que aquello de los dragones, no eran más que fábulas inventadas. Hay versiones que dicen que esta chica se llamaba Justa mientras que otras cuentan que Justa era como se llamaba la dueña del pozo. Sea como fuere, aquel inocente gesto fue una condena mortal para nuestra protagonista.

Se decía que a los pocos segundos de destaparlo, del interior del pozo emanaron unos intensos rugidos y que, acto seguido salieron de él los famosos dragones que llegaban tanto tiempo encerrados. La llamarada procedente de la boca de uno de ellos redujo a nuestra sedienta amiga reducida a cenizas.

La calle de los Libreros y sus furiosos dragones

¿Qué pasó con aquellos dragones? ¿Regresaron para siempre al interior del pozo? ¿O escaparon y huyeron a cientos de kilómetros de Madrid? Nunca lo sabremos, pero la verdad que este tipo de leyendas, por muy inverosímiles que resulten, me parecen maravillosas y básicas para mantener viva la historia de las ciudades.

¡Espero que os haya gustado!

La calle de los Libreros y sus furiosos dragones

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