Su tercera novela. La calle Great Jones es sólosu tercera novela. La escribió en 1973 y se acaba de traducir al castellano. A veces tengo la impresión de que a DeLillo se le ha considerado en algunos países una especie de eterna promesay que ahora, que se acerca a los ochenta años, a algunos les ha entrado la prisa por traducirlo.
Cuando uno comienza a leer a DeLillo (quizá alguna de sus obras más conocidas, Ruido de fondo, Submundo, Libra, Cosmópolis) piensa que su estilo, grave, profundo, cargado de diálogos serios, reflexivos, diálogos que da gusto leer pero que nadie querría escuchar, diálogos que a pesar de ser poética pura, son creíbles; resultan verosímiles dentro de los márgenes del libro, es la consecuencia de un desarrollo lento que ha ido aglutinando sabiduría con el paso de los años. Sin embargo, La calle Great Jones, así como Americana, ya muestra la solidez de una prosa muy personal, una prosa que consigue que huelas el café recién hecho por alguno de los personajes y que nace, no puede ser de otra manera, del talento en su estado primero.
Da la impresión de que la novela no tiene trama, o que ésta aparece y desaparece como ese río español que tanto se utiliza como símil. Pero la trama está ahí, y tiene fuerza, y pesa, y es tan grave como la situación de Bucky, el protagonista único; una estrella del rock a la que le entra un siroco y decide retirarse y esconderse en un apartamento de Nueva York por donde, una vez descubierto, empiezan a pulular todo tipo de personajes del mundillo (del submundillo, debería decir), a los cuales hay que sumar, dentro del marco de la obra, a algunos vecinos del edificio, como un escritor trastornado (no sé si esto es un pleonasmo) que le sirve a DeLillo para reflexionar sobre los géneros y contraponerlos a esa vasta extensión que es la literatura.
En DeLillo todo es preocupación; la ciudad genera una preocupación: las masas de gente que provocan atascos, que organizan manifestaciones, el terrorismo como amenaza de la masa, la masa borreguil, cerril, que sigue a un grupo de descerebrados que meten ruido, a una banda de rock, por ejemplo. Luego está el opuesto de la masa, visto en forma de retiro, de descanso del guerrero, pero siempre en la ciudad, dentro de un entorno urbano, en un apartamento del centro, en la calle Great Jones. La droga como anestesia ante una realidad hostil, difícil de digerir. Bucky es coherente, es una estrella, hace lo que le place, pero luego está el sistema, América, el capital, las finanzas, y nadie escapa a ello, pues es una monstruo que te devora. Y DeLillo lo muestra, lo dialoga en voz de sus personajes, lo trae fresco envasado en literatura.
No soy objetivo, no puedo ser objetivo; DeLillo es el mejor. DeLillo es el más grande en el mundo de los vivos. No quiero leer todas sus novelas, quiero que siempre me quede algo de DeLillo por leer. Me da igual el argumento, la trama, el título, me importa un bledo todo. Sólo quiero leer a DeLillo. Volar. Disfrutar con el hombre que eleva la narrativa hasta un estrato poético, la gran esperanza blanca, un prometedor escritor de más de setenta años.
La calle Great Jones, de Don Delillo. Seix Barral, 2013. [Traducción de Javier Calvo]