Estamos en un país que todos los días se levanta tras un hangover, como que después de cada dormida un huracán de hechos, situaciones y emociones nos vuelve a cambiar el mapa de los sentidos. La sensación de inseguridad la estamos viviendo en primera persona, y es cualquier cosa menos sensación, además está teniendo mayor resonancia desde que se está repitiendo con más frecuencia la perdida de personas que tienen resonancia en la sociedad. Como el que piensa que ahora que también lo sufren los famosos entonces tenemos aun más chance de sufrirlo cada uno de nosotros mortales cualquiera.
Estamos buscando como hacer dinero para subsistir, vivir, ahorrar o enriquecernos según aplique y cada medida del gobierno, con toques ilícitos que se hicieron costumbre, la aprovechamos frente en alto porque los venezolanos somos aquella nacionalidad que tiene más derechos en el mundo. Vamos que se pueden volar un canal de televisión y que el que lloró más en la despedida es el nuevo presidente de lo que queda del canal que sustituyó al otro, cosas de los derechos ganados.La realidad de Venezuela se sostiene sobre el andamiaje de la corrupción y que este gobierno haya legalizado la corrupción nos parece normal, como una puntada del ratón que vivimos diariamente. El guiso es nuestro alimento diario, si nos premia silenciamos pero si nos afecta nos indignamos, es la sazón que tenga. Que bolas que una camioneta cero kilómetro valga un millón y medio de los fuertes y de paso no se consigue, pero no, tengo un contacto que te lo resuelve si le aflojas doscientos mangos. Si es para vos, callamos, si es para otro, ándate a la…
Venezuela es un país que llora, porque en su ratón lo que alcanza a recordar es engaño por ilusión, miseria como cadena y un sinnúmero de perdidas y tragedias que nos resulta mas cómodo olvidar. La pelea en la calle empieza en nuestra acera, en los metros donde podamos demostrar a los demás y a nosotros, que ser mejores personas es el camino para que tengamos un mejor país. Después vendrán palos y piedras y la lucha que haga falta por recuperar el país de aquellos que la convirtieron en su caja chica, los que gobiernan y los que los cuidan, ustedes saben: Oficialistas, socios, algunos opositores y evidentemente militares. En algún momento tocará gritar como en las gradas españolas: ¡A por ellos!