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La cámara sangrienta - Angela Carter

Publicado el 30 octubre 2017 por Rusta @RustaDevoradora

La cámara sangrienta - Angela CarterEdición:Sexto Piso, 2017 (trad. Jesús Gómez Gutiérrez)Páginas:208ISBN:9788416677450Precio:20,00 €
Angela Carter (Eastbourne, 1940 – Londres, 1992) fue mucho más que una escritora de género, mucho más que una escritora feminista, mucho más que una estudiosa diligente. En los diez relatos magistrales que conforman La cámara sangrienta (1979) se conjuga todo eso —la fantasía de los cuentos de hadas, la perspectiva de género, el conocimiento exhaustivo del folclore europeo—, pero, además, denotan una riqueza, un genio literario y una potencia estilística de un valor incalculable; más que suficiente para no encasillar a su autora en las siempre limitadoras etiquetas. Por estas páginas desfilan sus versiones de Caperucita Roja, La Bella y la Bestia, Drácula y El gato con botas, entre otros; unas versiones posmodernas que conservan, sin embargo, esa atmósfera asfixiante y oscura de los originales, los que recopilaron los Hermanos Grimm y Charles Perrault, antes de que se dulcificaran para no corromper a los niños. Las ilustraciones de Alejandra Acosta para esta edición captan a la perfección su poderosa (y macabra) imaginería.La cámara sangrienta - Angela CarterEs importante hacer hincapié en el hecho de que, pese a ser británica, Angela Carter se distancia de sus compatriotas al beber de fuentes más centroeuropeas, sobre todo, de la tradición francesa y del Romanticismo alemán, aunque también hay cuentos que evocan criaturas de la mitología eslava. Esta influencia va más allá de la localización de las historias: no solo recrea sus raíces, sino que incorpora su tono, su estética. En otras palabras: es una heredera extraordinaria de la literatura gótica dieciochesca, el espíritu de decadencia, los paisajes sombríos, los elementos sobrenaturales, el medievalismo, la sensibilidad romántica. Incluso se permite salpicar los cuentos con referencias de otros cuentos; hasta tal punto llega su erudición, hasta tal punto deconstruye para crear con más fuerza. Todo ello, con un estilo prodigioso, barroco, exuberante, teñido de ironía y humor negro. Inmensa. Es tan poco habitual descubrir a una escritora de la talla (intelectual y literaria) de Angela Carter que uno solo puede quitarse el sombrero.La cámara sangrienta - Angela CarterLos relatos de La cámara sangrienta son revisiones en clave feminista, sí, pero cuidado: adoptar una perspectiva de género no significa convertir a la damisela en apuros en una joven fuerte, emancipada y de nobles principios. Puede ser eso, o no. El feminismo bien entendido no consiste en idealizar a las mujeres, sino en representarlas en su pluralidad, darles voz, con sus virtudes y sus defectos, sus aciertos y sus errores. Huir del cliché, tanto si el cliché las enaltece como si las rebaja. En la práctica, en este universo lúgubre, esta mirada feminista se concreta en protagonistas que no son necesariamente víctimas, o quizá sí, pero tienen la capacidad de reconvertirse en villanas. Hay heroínas, vírgenes, infieles, desobedientes, sádicas, seductoras, dominantes. Son, eso sí, más activas que pasivas; la diversidad de roles las engrandece. Por ejemplo, en el cuento que da título a la compilación (magnífico), un retelling de Barba Azul, la joven esposa se siente pérfida al ponerse su nueva gargantilla («Y por primera vez en mi inocente y limitada vida, sentí en mí tal potencial para la corrupción que me quedé sin aire», p. 15) y no tarda en pervertirse tras desobedecer a su marido. Un desenlace insólito reivindica la fortaleza de las madres y su compenetración con las hijas frente al lazo (peligroso, desconocido, inquietante) del matrimonio.La cámara sangrienta - Angela CarterEl enfoque feminista tampoco significa que este libro solo interese por esto, por mucho que en la actualidad el término «feminismo» se utilice a menudo como reclamo. No, de ninguna manera: Angela Carter es literatura de alto voltaje, puro dominio del lenguaje, de la composición breve; una artesana de las letras. Estos cuentos merecen la pena por sí mismos; su dimensión sociológica es un valor añadido, no lo único ni lo principal. Hay tantas, tantas cualidades en estos textos, que hablar de revisión feminista se queda corto. Su imaginario (brutal, erótico, cruel) es una obra de arte: la sangre, el cuerpo, el sexo, el fetiche, la mutilación. Está llena de imágenes perturbadoras y de elementos simbólicos (como la mencionada gargantilla) en los que se da una vuelta de tuerca a su significado, es decir, lo que en apariencia resulta inocente adquiere otra significación más perversa. Con esta atmósfera de horror, melancolía y sensualidad, el final feliz (porque hay final feliz) es de todo menos cándido; produce una sensación de extrañeza, de provocación. Angela Carter pone sus reglas… y la compasión y la ternura no le van.

La cámara sangrienta - Angela Carter

Angela Carter

Quien más, quien menos, conoce los cuentos en los que se basan estas revisiones; no hace falta recordarlos, no hace falta desvelar más de la cuenta (de alguno, por cierto, se incluyen dos versiones, como La Bella y la Bestia). Sí conviene, no obstante, advertir que la experiencia no se parece a nada que se haya leído antes, porque esta autora es de las que marcan un antes y un después en la vida del lector, una voz personalísima y espléndida, que trasciende cualquier catalogación de género (por favor, que nadie deje de leerla «porque es de fantasía…»). Ante semejante excelencia, solo cabe preguntarse cómo es posible que no sea más reconocida por estas latitudes, cómo es posible que no tenga más público, cómo es posible que sus novelas (publicadas por Minotauro en los años noventa) estén descatalogadas. Al menos queda la esperanza de que Sexto Piso está trabajando para recuperarla en condiciones: además de La cámara sangrienta, acaba de publicar Quemar las naves, sus relatos completos. Ojalá no sea lo último.

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