Una camisa, sólo necesitaba una camisa. El día parecía importante pero no lo era, era un día como aquellos en el que el Sol sigue calentando de la misma forma a como la lluvia sigue mojando tus pies; no era para nada especial.
Pablo se levantó, aunque le tomó más de 8 minutos tomar la decisión de enfrentarse al mundo con una sonrisa falsa. Sabía que su deber lo llamaba.
"Todo un simple alboroto por una camisa. Todo sería mucho más fácil si ayer hubieras escogido la camisa Pablo."- replicaba él mismo. Aunque tal vez has de creer que era una simple camisa, para Pablo era algo más que eso y no porque el día fuese especial o porque tuviese una cita en particular, porque disfrutaba su soltería más que nadie; al menos eso le decía a sus amigos en matrimonio.
De cuadros, simples, de botones, manga corta, manga larga, de vestir, informal, rojas, azules, negras, blancas... Pensó en usar aquella que le regalo su madre, pero recordó que lo asfixiaba; decidió ponerse la floreada, se miró al espejo y sintió miedo; por primera vez Pablo sintió miedo. Nadie en su sano juicio tiene miedo de vestir, y tampoco de enfrentarse al mundo.
Puede que sea cosa de una sola camisa, que el Sol siga calentando como lo hacía antes, que la lluvia vuelva a caer sobre tus pies, y que Pablo siga vistiendo como los mortales. A menos que...