Páginas: 704
ISBN: 9788466650472
Precio: 21,50 €
La canción de los maoríes es una de las novedades más esperadas de 2012. Se trata de la segunda parte de En el país de la nube blanca, una novela de romance y aventuras que cautivó a miles de lectores el pasado año. En realidad, La canción de los maoríes no es una continuación en el sentido estricto, puesto que las tramas principales del libro anterior quedaron cerradas y este gira en torno a las nietas de las antiguas protagonistas; de todas formas, recomiendo leerlos en el orden correcto porque los acontecimientos importantes de En el país de la nube blanca se revelan a lo largo de La canción de los maoríes y sería una lástima que su lectura perdiera el factor sorpresa.
Su autora, una alemana que firma con el seudónimo de Sarah Lark, trabajó durante muchos años como guía turística y su fascinación por Nueva Zelanda la llevó a escribir esta serie de obras ambientadas en este país. Mi primer contacto con su obra fue precisamente En el país de la nube blanca, que me pareció un relato de lo más entretenido, y más tarde repetí con La doctora de Maguncia. En general, disfruté bastante con ambas, principalmente por las magníficas recreaciones del ambiente y el carisma de sus protagonistas. Aun así, no me gustó el carácter idealizado que tienen las historias y me dio la sensación de que empeoraban a medida que avanzaban. En cualquier caso, no lo dudé a la hora de repetir con la autora porque de vez en cuando me apetece una lectura para pasar el rato y no todos los días se descubre a una escritora con tanta capacidad para atrapar al lector.
Sinopsis
Nueva Zelanda, 1893. A sus dieciséis años, Elaine O’Keefe es una joven alegre y despierta que vive junto a sus padres cerca de Queenstown, donde los días transcurren con tranquilidad hasta que conoce a William Martyn, un irlandés atractivo y con labia que enseguida la enamora. Empiezan a salir y el noviazgo parece ir viento en popa hasta que entra en escena la espectacular Kura Warden.Kura, hija de Paul Warden y la maorí Marama, es la prima de Elaine y solo tiene un año menos que ella. Vive en Kiward Station junto a su abuela Gwyneira, donde se pasa el día tocando el piano porque quiere ser cantante. De talante caprichoso y arrogante, ignora las preocupaciones de Gwyneira por el futuro de la granja: como consecuencia de unos enfrentamientos con los maoríes, el futuro de Kiward Station depende de que su nieta decida casarse con un blanco o un nativo. A ella le horrorizaría lo segundo, de modo que hará todo lo posible para que encuentre al hombre adecuado. Pero ¿qué ocurre si la heredera está dispuesta a dejarlo todo para hacer realidad su sueño?
Comentario personal
El mayor talento de Sarah Lark es su capacidad para conectar con el lector. La ambientación en un país poco conocido le hace ganar puntos, de acuerdo, pero estoy segura de que podría escribir sobre cualquier otro lugar y despertar el mismo interés que aquí (de hecho, lo hace en La doctora de Maguncia). Su forma de narrar convence: atrapa de inmediato, enlaza bien las escenas, desarrolla los diálogos y, en conjunto, no se hace pesada. Tiene un estilo ameno y apto para cualquier lector; una prosa perfecta para este tipo de libro.Con respecto a la novela en sí, se encuadra en el mismo género que En el país de la nube blanca: una historia llena de amores, odios y aventuras. Sé que en su momento fui crítica con esa forma de ensalzar los sentimientos; no obstante, en esta ocasión no sería justo hacer lo mismo porque cuando decidí leer La canción de los maoríes sabía lo que iba a encontrar. Y lo que he encontrado me gusta: no se convertirá en el libro de mi vida, pero me ha trasladado al escenario de los hechos mientras duró la lectura y lo he disfrutado mucho.
Como os decía, su planteamiento sigue en la línea del anterior: dos heroínas, Elaine y Kura, cuyos hilos se alternan (en esto la autora ha mejorado con respecto a En el país de la nube blanca, donde Gwyneira enseguida se alzó como protagonista absoluta y Helen quedó en un lugar secundario). Ambas me parecen menos carismáticas que sus abuelas, aunque de todos modos me han gustado: Kura se muestra antipática y altiva (digna heredera de los Warden), pero interesa por su evolución; Elaine, en cambio, en ocasiones cae bien por lástima, y su historia resulta más dramática y cercana.
Pero La canción de los maoríes no se limita a Elaine y Kura: también es la historia de William Martyn, Tim Lambert, Thomas Sideblossom, Heather Whiterspoon… Además de los que repiten, como la omnipresente Gwyneira y la genial Daphne (gran desaprovechada de En el país de la nube blanca). Todos los personajes tienen una buena caracterización y su papel en la historia está justificado, no falta ni sobra nadie. Eso sí, me ha dado pena que a medida que se avanza dejemos de saber de gente como Jack y otros; supongo que tendrán protagonismo en el siguiente.
Por otro lado, la recreación histórica es sin duda uno de los grandes atractivos de esta saga: el paisaje de Nueva Zelanda resulta atrayente y evocador, la autora ha conseguido que me entren ganas de leer más sobre esta maravillosa tierra. Esta vez el escenario central se encuentra en la ciudad de Greymouth y no en las Llanuras de Canterbury, lo que contribuye a ahondar en otros aspectos y así hacer más rica esta serie de novelas. En los temas históricos se toma algunas licencias, como bien explica en la nota final, pero no me parece un problema porque estamos avisados de ello. Lo que sí me defraudó fue el poco peso de la cultura maorí, sobre todo en comparación con el anterior, donde las sirvientas nativas y la rivalidad entre algunos personajes dieron mucho juego. Esta vez se podría haber jugado más con Kura y su elección, por ejemplo.
Entre los temas que se tratan, se pasa de la cría de ovejas, la búsqueda del oro y la pintura a la minería, las máquinas de coser y la música. En relación a esto último, se habla de la voz de los espíritus, el curioso sonido de un instrumento maorí (¡el título tiene su significado!). Rescato lo que he comentado sobre la habilidad narrativa de Sarah Lark: ninguna de estas cuestiones me llama la atención de entrada, pero las plasma de tal forma que resultan interesantes. La novela también destaca porque rebosa amor por los animales, en concreto por los perros y los caballos, como ya ocurría en En el país de la nube blanca.
De todos modos, La canción de los maoríes no es un tratado de historia: las tramas principales son las vidas de Elaine y Kura, su amor apasionado, sus grandes decepciones y su lucha por salir adelante; creo que en pocas palabras he resumido la esencia de esta novela. El comienzo no entusiasma tanto como el de En el país de la nube blanca, pero atrapa y se mantiene el nivel a lo largo de las páginas (esta vez no me ha parecido que empeore), hasta ese estupendo final en el que vuelven a aparecer todos los personajes importantes y se abre una puerta a la tercera parte. Se repiten algunos temas del anterior (huida, malos tratos…); aun así, no me ha importado porque la historia se disfruta igualmente.
Por otro lado, tengo que indicar que esta vez transcurren pocos años (para ser exactos, cinco), nada que ver con la primera parte, en la que conocimos a tres generaciones. Esto no me parece ni una ventaja ni un inconveniente, pero, teniendo en cuenta que la autora ha escrito seis libros ambientados en Nueva Zelanda, no me extrañaría que esto fuera un recurso para intentar estirar más el hilo. En cualquier caso, lo bueno es que tanto La canción de los maoríes como En el país de la nube blanca están llenos de emoción e invitan a seguir leyendo, así que por mí puede escribir diez novelas más si quiere.
Hasta ahora casi todo lo que os he contado es positivo; ahora bien, hay algunos detalles que me han sobrado:
- No me gusta que Heather Whiterspoon reciba a William con los brazos abiertos después de que él la dejara tirada en la calle. Tampoco me convence que se muestre dispuesta a ayudar a Kura, ¡con lo insoportable que era como alumna…! En Heather había la oportunidad de tener a una nueva malvada, no hacía falta limitar este papel a los Sideblossom.
- Eché de menos una conversación entre Kura y William cuando se reencuentran. Puedo comprender que ella le perdone porque también tuvo sus historias, pero no me gustó que fueran directos al establo. - ¿De verdad era necesario que Caleb Biller tuviera pánico escénico? Acepto que no tenga valor para marcharse a Europa, pero el que no pudiera tocar en la actuación me parece un detalle buscado para unir más a las dos primas y hacer sobresalir a Elaine. No hacía falta idealizar tanto la situación, el chico se merecía su momento.
De todas formas, no olvidemos que se trata de una novela de setecientas páginas, es decir, que por algunos hechos puntuales mi opinión general no empeora.
Por último, quiero hablar brevemente de la edición. La cubierta es preciosa, d el estilo de la anterior; sin embargo, el texto de detrás me parece muy desafortunado. En el primer párrafo hablan del éxito de En el país de la nube blanca en España, que se describe así: «un fenómeno del boca a boca, sin precedentes en lengua española». ¿Hola? ¿Conocéis a Kate Morton? (Por citar el caso más cercano en el tiempo, porque haber, ha habido muchos). Creo que no hacía falta mentir en la contracubierta, que sea un fenómeno sin precedentes o no no va a animar a más gente a leerlo.
Además, en las últimas líneas enumeran las impresiones de los lectores, pero sin indicar quién ha dicho qué. Veamos, ¿de qué sirve exactamente esto? Incluso el libro más malo del planeta recibe halagos, esta lista de «Impresionante», «Una gran historia» y demás me parece inútil. También se ha dicho que es malo con ganas e idealiza demasiado las situaciones, pero eso no lo ponen. Habría sido mejor extraer unas pocas líneas de los medios con su firma correspondiente; al fin y al cabo, lo que nos puede orientar son críticas de gente con nombre y apellidos, no comentarios anónimos y sacados de contexto.
Conclusión
Sarah Lark
La canción de los maoríes es una novela llena de pasión, intriga y ternura, que cumplirá las expectativas de los que disfrutaron con En el país de la nube blanca. Quiero destacar el esfuerzo de Sarah Lark por innovar en los temas y los escenarios, pues pese a situarse en el mismo país no se ha limitado a repetir la historia que nos cautivó una vez. Podría haber ahondado más en la cultura maorí y pulir algunos detalles, pero aun así lo he disfrutado mucho. Hay que tomarse este libro como lo que es: una novela entretenida, que nos hace pasar un rato agradable con las vidas de estas heroínas; quien desee una obra de alta calidad literaria, que busque otra cosa. Por mi parte, espero con ganas la tercera parte.