Vale más la pluma que la espada, ya lo decía Shakespeare.
Pues va Carla Bruni, la ex primera dama francesa, modelo y cantante y, llena de inspiración, compone una canción cuya letra habla de un pingüino. Qué monada, pensarían los ingenuos. Pero no, de monada nada. Según parece, según dice toda la prensa francesa, es un regalito para el actual presidente, François Hollande. El día del relevo de poderes, cuando Sarkozy y Bruni dejaban el Elíseo (la Moncloa francesa) Hollande no estuvo muy fino. No cumplió el protocolo y es probable que eso hiciera sentir aún más incómodos a los que se iban.
Pero la música amansa y calma. Se pone uno a componer, a escribir… y, gracias a las palabras y a los sonidos, te quedas nuevo. La letra de la Bruni no tiene desperdicio y está claro que será un éxito, porque a ver quién no se toma la molestia de comprobar si de verdad se retrata a Hollande.
Bruni no es una excepción y Umberto Eco se despachó a gusto con El nombre de la rosa, donde, además de Aristóteles y personajes que realmente existieron en la Edad Media, introdujo a algunos de sus más queridos colegas. Pero, quieras que no, lo de la Bruni tiene más morbo y hay algo que ya no le quita nadie: los andares de Hollande recuerdan más que nunca a los de un pingüino.