Revista Literatura
Lo realmente cierto, lo indiscutible, lo real y verdadero, es que gracias a la Salchipapa de Leticia Sabaterhemos vuelto a hablar de la canción del verano. Vaya manera de comenzar un artículo, espero que no me lo tenga en cuenta. La salchicha y la papa, tiki tiki tiki, taka taka taka, Salchipapa, lo bailan en la playa, Salchipapa, lo bailan en las discos, Salchipapa, lo bailan en las fiestas, Salchipapa, lo bailan en los bares, ¡SALCHIPAPA! Creo que con este breve fragmento es suficiente para tener un noción bastante aproximada de la calidad y estilo de la citada canción. No le recomiendo que contemple el vídeo, y que si lo hace esté acompañado por familiares cercanos, amigos de confianza, que le puedan atender en caso de sufrir desmayo, algún tipo de locura transitoria o parada cardiorrespiratoria, desfibriladoral alcance de la mano, por si acaso. Durante muchos años, hablamos de seis o siete décadas, tela de años, la canción del verano ha tenido su enjundia, su cosa, su aquel, o como quiera llamarlo. Hasta la aparición de esta barbarie cateta, y casi delictiva, que confunde lo latino con lo aberrante, liderada por los maganes, pitbulles, daddies y yankees de gafas negras, letras hipermachistas y cabezas rapadas, el que te distinguieran con el título honorífico de ser el propietario de la canción del verano tenía su puntito, gordo. Ya no, pobre de aquel que hoy campee debajo de ese paraguas, reservado a lo horrendo y casi patético, a la basura de la armonía, a la indigestión de la composición, al vómito del talento, musicalmente hablando, claro. Y eso que a lo largo del tiempo, si uno vuelve la vista atrás, hemos llegado a contar con canciones del verano más que dignas, incluso aceptables. Pensemos en Jarabe de Palo, y su Flaca, en Alaska, primero con los Pegamoides y después con Dinarama; pensemos en Radio Futura, en Los Lobos, y su remake de la incombustible Bamba, en unos jovencísimos Tequila, o en La Orquesta Mondragón, del histriónico Gurruchaga. Y para los más mayores, recuperemos hoy esas canciones del verano interpretadas por Concha Piquer, Juanito Valderrama, Celia Gámez, Estrellita Castro o Luis Mariano, hablamos de hace muchos años, pero también de grandes nombres de la música popular –un toque cultista de última generación-. Leyendas patrias, de NODO, Pelargón y Gran Vía.Grandes nombres que dejaron paso a Concha Velasco, Fórmula V, Manolo Escobar, más allá del carro o Peret, padre legítimo de la rumba catalana, palabras mayores. Y una más que merecida mención para esa italiana rabiosamente platino y divertida que sigue siendo Raffaella Carra... sigue leyendo en El Día de Córdoba