Editorial Anagrama. 572 páginas. 1ª edición de 1979, ésta de 2008.
He leído a muchos de los clásicos norteamericanos del siglo XX: la generación Perdida, la generación Beat, el Realismo Sucio, la literatura Sureña…, pero no había leído nada hasta ahora de Norman Mailer, uno de los escritores más reputados de Norteamérica. Y esto a pesar de haber sido un autor cuyos libros han reposado en mis manos muchas veces, desde hace más de 15.
Y negarme a leer a este autor se debió -me sonrío ahora- a una extraña filia por la obra de Truman Capote, uno de mis autores norteamericanos favoritos. En el prólogo de su Música para camaleones, publicado en 1980, Capote afirma (cito de memoria) que Mailer había criticado con dureza la aparición de su obra A sangre fría en 1966. Libro que marcó en Estados Unidos el nacimiento del llamado “Nuevo periodismo” (nonfiction novel): crear una novela a partir de la ficcionalización de hechos periodísticos (aunque, en realidad, el argentino Rodolfo Walsh, en su obra Operación masacre, de 1957, lo hizo 9 años antes). Y criticaba Capote a Mailer, en el citado prólogo, porque después de los desprecios a su A sangre fría, tras ver el éxito que reportó a Capote este libro, él hizo algo similar, precisamente en esta novela, La canción del verdugo, con la que obtuvo el premio Pulitzer de 1980.
Mailer, como en A sangre fría hizo Capote, también realizó cientos de entrevistas para llegar a componer este libro en 15 meses, que, al igual que en A sangre fría, se reconstruyen las circunstancias en torno a unos asesinatos.
Me había dejado el libro para un periodo vacacional, como el que he tenido ahora en Navidades, porque el tamaño de la letra que usaba Anagrama por los años 80, y que sigue usando en esta edición de bolsillo del libro, no invita a leerlo en el metro o en un autobús. También había retrasado su lectura -el libro llevaba unos dos años en mi estante de inleídos- porque me habían puesto sobre aviso de un problema: la traducción es deficiente, con muchas palabras o expresiones que suenan mal en español y que imagino que serán traducciones demasiado directas del inglés. Así en el texto he encontrado bastantes veces el adjetivo “rudo”, traducción directa del “rude” inglés, pienso, pero que en nuestro idioma no se suele usar del mismo modo que en inglés. Aunque quizás la expresión que más me ha chirriado al leer era “estaba cierto de que lo haría” y variantes.Un problema similar tenía, al parecer, la traducción de Anagrama de A sangre fría, y hace 2 ó 3 años reeditaron el libro con una nueva. Momento en el que yo lo leí (aunque admiro bastante a Capote no había leído su obra capital porque ya había oído comentar ese problema de traducción).
Pero lo cierto es que a pesar de que yo, en principio, era del equipo de Capote, en contra del de Mailer; de que las ediciones de Anagrama, con un tamaño de letra como el de este libro, hacen que no apetezca mucho leerlas; y de la traducción; la fuerza del libro consigue que el lector se sobreponga a todas las trabas.
La novela reconstruye la vida de Gary Gilmore, quien en 1976 tiene 35, y de ellos, en diferentes periodos, ha pasado 18 en reformatorios o prisiones. Gary puede salir de la carcel gracias al aval de su familia, mormones de Utah, quienes se encargarán de darle cobijo, buscarle un empleo, amigos o citas.
Gary es un tipo impulsivo, impaciente, que se pierde por estar borracho de cerveza y consumir pastillas, que alivien sus supuestos dolores de cabeza, y que no sabe gestionar su dinero. Éste, enseguida, se tornará insuficiente para mantener su tren de vida; caerá, así, en pequeños robos, peleas…Gary conoce a Nicole, una chica de 19 años, con una vida casi tan cargada de problemas como la suya. Nicole tiene ya 2 hijos de padres diferentes y ha mantenido relaciones con multitud de amantes poco recomendables.La novela centrará su atención en narrarnos el vínculo que se crea entre estos 2 marginados. Nicole decide abandonar a Gary cuando el comportamiento excesivo de éste: borracheras, pastillas, robo de armas… le hace temer por su vida.Gary, ante esta pérdida, se desquicia, y acaba matando a dos personas para dar salida de alguna forma a su frustración interna.
Hasta aquí las primeras 200 páginas, quizás la parte más interesante de la novela, cuando conocemos los lazos familiares de Gary y se establece su relación con Nicole y el mundo.200 páginas que recuerdan a la mejor narrativa rusa del siglo XIX: unos personajes, Gary y Nicole, dignos de un drama de Dostoyevski.
Gary es apresado, juzgado y condenado a muerte. A partir de aquí el Estado espera que Gary apele su sentencia en un proceso que puede durar años y cuyo objetivo sería el de conmutar la pena de muerte por la de cadena perpetua. Pero Gary no desea seguir viviendo en prisión, desea asumir la condena que le ha sido impuesta. A partir de aquí tendrá que luchar por morir. Y en este punto es donde comienza una segunda novela, y el contenido de las casi 400 páginas restantes nos lleva, en este caso, hasta el expresionismo de Kafka, cuya esencia podría quedar concretada en estas palabras de Gilmore: “Yo me limité a aceptar la sentencia que se impuso. Me he pasado la vida aceptando sentencias. Ignoraba que me quedase otra alternativa. Pero cuando la acepté, todos se alzaron y quisieron discutir conmigo. Parece ser que la gente, en especial la de Utah, desea la pena de muerte, pero no las ejecuciones”. (página 442)Si la pena de muerte de Gilmore se lleva a cabo sería la primera de EE.UU en 10 años. La lucha de Gilmore por su propia muerte se convierte en un debate nacional y la prensa y los productores de cine empiezan a rondar a Gary y a Nicole, cuyo amor por Gary se ha visto confirmado tras su detención. De hecho, planean morir juntos, él ejecutado y ella cometiendo suicidio.
Quizás esta segunda parte, donde la novela pasa de ser un drama familiar a un conflicto jurídico, se haga un tanto pesada en algunos tramos, sobre todo debido a la introducción en la trama de multitud de personajes secundarios, y de muchas explicaciones técnicas legales. Aún así, el libro se deja leer con interés hasta el final, pues uno desea saber en qué acaban los amores de Gary y Nicole. Y Mailer consigue sorprendernos al mostrar la sociología de su país: la hipocresía, y la capacidad para comerciar con cualquier cosa. ¿Quién no quiere comprar una camiseta con el lema “Gay Gilmore desea morir”.
Me quedo con mi Capote y su A sangre fría, pero La canción del verdugo no le desmerece mucho. Un interesante libro del “Nuevo periodismo” norteamericano, que aúna la virtud de reflejar con gran maestría la personalidad de un psicópata y su historia individual, con la historia colectiva de un país, en una época concreta, los 70 en EE.UU, y que también puede leerse como un alegato contra la incapacidad reformadora del individuo por parte del sistema penitenciario.