Si piensas en un restaurante latino, ¿se te viene a la cabeza algo cutre o de mala calidad? Si tu respuesta es sí, es hora de que cambies tu percepción yendo a La Candelita. Este restaurante de comida latina y venezolana en Chueca abrió con la intención de traer a Madrid los platos más típicos de su gastronomía de una manera cuidada y de calidad. Arepas, polvorosas o ceviches se degustan en un restaurante colorido, con aires indianos y muy acogedor. La Candelita es sinónimo de lo "latino y fabuloso en la capital", tal y como les gusta afirmar a sus dueños.
Los cuatro socios de La Candelita se unieron, según me cuenta Verónica Mauro, una de las propietarias, porque "echábamos de menos un restaurante latino chulo en Madrid". La Candelita es un nombre nostálgico, de hecho, que evoca a un juego de niños, un tanto pícaro, en el que los participantes tienen que pasarse una vela durante un tiempo y el que la tiene al final, pierde y hace una prueba. Como además Verónica se considera " superfoodie", no encontraba esos platos que le recordaran a su país de origen, con una vuelta de tuerca que los mejorara y los haga más sanos, presentados en un ambiente original, acogedor y de calidad.
Nacho García Vinuesa se encargó de la decoración, utilizando muchos materiales reciclados para dividir La Candelita en dos ambientes diferenciados. La entrada recuerda a los clubs ingleses, muy del gusto de los locales históricos en el Caribe, donde dominan los acogedores sofás, los detalles de decoración caribeña y las maderas más oscuras.
En este mismo espacio, se puede uno acomodar en una mesa alta para picotear unas raciones o degustar unos cócteles, que están entre sus especialidades. Bajo la batuta del barman chilen Nico Smircich, la coctelería se especializa en rones, gracias a su selección de más de 50 rones de entre los mejores del mundo, con los que preparan unos espectaculares mojitos de variedades tan llamativas como de maracuyá, fresa con albahaca o naranja, o sus combinados exclusivos como el Ron Sour y el daiquiri de maracuyá y jengibre.
Justo después, se abre un comedor de maderas más claras, con plantas, aire tropical e indiano y textiles en colores más vivos. Aunque en ambos espacios se pueden probar los mismos platos, este salón es el idóneo para una cena tranquila. "Queríamos un espacio pequeño pero al final, el local nos enamoró", explica Verónica, aunque asume la "altísima competencia de la zona de Chueca".
Para la carta, Verónica y sus socios rebuscaron entre sus gustos personales y contaron con la ayuda de la chef Valerie Irribarren, para dar con un menú muy latino, sabroso pero muy sano. Se inspiran en tendencias traídas de Los Ángeles, con fusiones de elementos de la gastronomía latina y usando una materia prima lo más fresca posible. Una mezcla que los coloca a medio camino entre la alta cocina de los chefs latinoamericanos y el estilo informal y confortable de un foodtruck.
Entre sus platos, destacan el delicioso tartar de pez mantequilla picado a cuchillo con aguacate, semillas de sésamo negro, fideos de arroz crujientes y salsa Nikkei, la atrevida causa de txangurro, la sanísima ensalada de quínoa con frutos rojos y vieiras caramelizadas, la Picanha a la parrilla o los " ceviches y tiraditos de colección", por sus diferentes ingredientes y recetas que los hacen muy especiales.
No faltan clásicos como el Tarkari, un delicioso plato típico venezolano de churrasco de muslo de pollo al grill con salsa de coco, curry y especias acompañado con chips de yuca; las arepas de carne mechada, la Reina pepiada de pollo, aguacate y mayonesa o la de pernil; el pabellón criollo, que se compone de carne de buey guisada y deshebrada, frijoles negros, plátano macho maduro frito, queso blanco semiduro rallado y arroz blanco y la polvorosa de pollo, un pastel típico de Caracas de masa quebradiza ligeramente dulce, relleno con un guiso de pollo, tomate y alcaparras. De hecho, si apuestas por un menú degustación, cada plato tiene una sugerencia de maridaje con alguno de sus cócteles exclusivos, lo que completa y redondea la experiencia.
Pero a La Candelita se va a imbuirse totalmente del ambiente gastronómico latino. Por eso, podemos elegir el horario que mejor nos venga de un espacio prácticamente non-stop. El restaurante ofrece desayunos hasta las 12 de la mañana, comidas y cenas que se alargan hasta la primera copa o cóctel de la casa. Es por la noche cuando el bar de La candelita cobra vida, sobre todo los viernes, que programan actuaciones acústicas de música latina.
Pero si quieres probar algo realmente diferente, apuesta por sus brunchs venezolanos, compuestos de un plato criollo con pericos (huevos), arepas o pabellón o una hamburguesa, unos golfeados (dulces típicos de anís con queso fresco), cafés y zumos. Para cerrar por todo lo alto el fin de semana y empezar el lunes con ritmo en las venas.
Los datos. La Candelita. Dirección: Calle Barquillo, 30. Horarios: - De lunes a jueves de 13:30 a 01:30 h y viernes y sábados de 13:30 a 02:30 h. Cocina de 13:30 a 16:00 h y de 21:00 a 00:00 h. y viernes y sábados hasta 00:30 h. Domingos de 12h a 1 h (Brunch de 12.30h a 16h) cocina hasta 0h. Teléfono: 91 523 85 53. Precio cócteles: 9€ (10€ premium) Precio medio restaurante: 35 €. Menú del día: 12.50€ Brunch: 19,50 €.