Revista Coaching

La capacidad de creer y crear

Por Interesproductivo @RoberttiGamarra

 

capacidad de creer y crear

@morguefile

El valor de una propuesta crece exponencialmente cuando está construido sobre la capacidad del creador para interpretar la exigencia de su entorno. Muchos negocios han caído en el olvido por implantarse en territorio equivocado o por desatender los requerimientos de su público objetivo. No obstante, para conseguir ver adecuadamente la demanda, hemos de ver lo que somos capaces de aportar. Esa capacidad de creer y crear, según entiendo, se basa en los siguientes puntos.
1. Se convence si se está convencido. Hemos hablado bastante del error de emprender una actividad sin estar convencido de su naturaleza, porque la probabilidad de no conseguir el triunfo aumenta. En esas condiciones es muy difícil tener la predisposición de integrarse en la propuesta y nunca se decidirá aportar toda la fuerza para empujarla hacia el objetivo. La barrera que lo impide es la falta de confianza en el valor de lo que se emprende. Es como un trabajador que no comparte la filosofía de la empresa que le paga, apenas pondrá atención al desarrollo de sus tareas. Se convierte en una máquina que ambiciona sin más llegar a final de mes y recibir sus honorarios.
2. Se defiende mejor lo que se desea. Sin embargo, cuando se emprende una carrera con el deseo de llegar el primero, es probable que si no se consigue se muera en el intento. Es tan intenso el placer de conseguirlo que no existe nada capaz de reemplazarlo. Es como conquistar a la persona amada, a pesar de ser la estación final del objetivo, a partir de conseguirlo sólo se puede crecer con ella, y quien lo hace ofrece hasta la última gota de su voluntad por conservarlo.


Por lo tanto, entendamos el emprendimiento como una regla de juego estática, dónde no cabe la improvisación, todas las normas son ineludibles y empeñarse en seguir por caminos alternativos hacia el éxito sólo llevará al fracaso. Es infinitamente más gratificante dedicarse a aquellos objetivos que resultan placenteros que llevar a cabo tareas impuestas donde no se disfruta ni se atisba compromiso.

3. No se consigue nada con desear desde la pasividad. También debemos referirnos a la voluntad pasiva de buscar el objetivo. Muchas personas se entregan a la derrota incluso antes de plantearse la batalla; ven tan lejana la posibilidad de éxito que prefieren aguardar en lugar de ir a buscarla. Siempre me he preguntado cuál sería el objetivo de, por ejemplo, aquellas personas que han pasado, pasan o pasarán sin dejar sus huellas en esta vida. Veo tan mezquino no plantearse prosperar, abandonarse al paso del tiempo hasta la muerte. Me abruma el sólo pensarlo. Nadie puede conseguir nada desde la pasividad. Es completamente inútil proponerse un objetivo si se renuncia a la posibilidad de perseguirlo hasta la extenuación.  
Analizar estos puntos que hemos visto y no acompañarlo de otros elementos como la buena presentación, conocimiento del medio, coherencia en el planteamiento, tampoco servirá para convencer a nadie. Es obligatorio, una vez conseguido reunir todos los elementos que conformarán nuestro mapa de recursos, definir el resultado que esperamos conseguir, concentrarse en su fundamento y buscar la mejor manera de llegar a ello. Seguramente esa búsqueda no se alejará demasiado de lo que ya hemos hablado muchas veces: la fortaleza de uno mismo, las habilidades, los conocimientos, la predisposición a triunfar. Y, por encima de todos estos factores está el traslucir naturalmente las virtudes, no buscar condicionar a nadie con palabras vacías. Todo el mundo sabrá lo que se puede ofrecer simplemente con mirar nuestra apariencia, física, mental, espiritual, profesional.  


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