Cárcel de la Inquisición (exterior).
La Cárcel Eclesiástica de la Corona
No eran pocas las cárceles que había en la villa desde su fundación. Conocemos la Cárcel de Corte (el actual Ministerio de Asuntos Exteriores) o la propia Casa de la Villa, que albergaba, además del Concejo, la Cárcel de la Villa. Sin embargo, no sabemos tanto sobre la Cárcel Eclesiástica de la Corona, conocida también como la Cárcel de la Inquisición. ¿Quieres saber dónde está y alguna curiosidad sobre ella? ¡Pues no dejes de leer esta entrada del blog de RUTAS POR MADRID!
En la calle de la Cabeza, esquina a la de Lavapiés, se encuentra el Centro Municipal de Mayores Antón Martín, inaugurado en el año 2012. Anteriormente hubo una corrala y una taberna, cuyo dueño solía invitar a todo aquel que quisiera a visitar sus sótanos, los cuales nada tenían que ver con el uso tabernil. De hecho, quizá se jactase de que en ella se rodasen escenas de la serie de TVE Fortunata y Jacinta (1980), inspirada en la novela de Benito Pérez Galdós.
Yo no conocí la taberna. Pero sí he podido visitar el CMM Antón Martín. ¿Queréis saber qué encontré? Pues bien, tras una recia puerta de madera, bajando una empinada escalera, llegué a un pasillo abovedado, con cinco habitáculos, comunicados entre sí por unos respiraderos. Éstos, a su vez, daban al exterior a través de unos pequeños orificios, que se pueden ver perfectamente desde la calle. Las paredes son de ladrillo y pedernal -piedra reutilizada de la muralla árabe de Madrid-. El aspecto es el que podéis ver en la imagen.
Cárcel de la Inquisición (interior).
A partir de esta visión, me puse a investigar sobre esta cárcel, desconocida para gran parte de los madrileños y visitantes. A lo largo del siglo XVIII está bien documentada su existencia, aunque se tiene constancia de ella desde el siglo XVII. Su finalidad original fue la de presidio para eclesiásticos encausados por delitos civiles. Sin embargo, durante los siglos XVIII y XIX fue perdiendo esta función y albergó todo tipo de delincuentes. Se cree que en estos momentos pudo ser utilizada por la Inquisición, hasta su definitiva abolición en 1834.
Pues bien, si algún día pasáis por la noche por delante de este edificio y escucháis unos ruidos extraños que vienen de sus sótanos, quizá sea el alma de algún preso que pudo pasar sus últimos días en estos calabozos y os llama, angustiada, para que recéis una oración por su salvación. Yo, por si acaso, sí que lo haría…