Y tras decir adiós a la segunda temporada de Sleepy Hollow (de la que tengo pendiente hablar, por cierto), ayer miércoles decía adiós hasta octubre otra serie. En este caso, la segunda temporada de The 100, esa fantástica joya de la ciencia-ficción que, por algún motivo que no alcanzo a comprender, no lo anda petando al otro lado del charco. En serio, yankis, what is wrong with you, guys? Seh, lo pongo en inglés tanto por fardar como para me entiendan... Bueno, sólo por lo primero, que no creo que me lean.
La cuestión es que The 100 nos ha dejado huérfanos hasta octubre, pero a cambio hemos tenido una temporada gloriosa donde no ha habido ni un momento de respiro, ni un sólo episodio de transición (también denominado “la mierda de relleno”).
Los guionistas se han preocupado de tratar a todos los personajes, sabiendo repartir el protagonismo entre todos ellos de forma muy equitativa. Quizás no salían en todos los episodios, a veces sencillamente eran una presencia testimonial, pero todos ellos han contado con historias potentes y momentos que reforzaban el viaje de cada uno. Así, por ejemplo, en esta segunda temporada no se ha ahondado tanto en el carácter de Bellamy como sí se hizo en la primera, pero sigue siendo el héroe por antonomasia: desde el momento en que se infiltra en Mount Weather sabes que todo va a ir mejor, que va a hacer lo que sea para salvar el día.
Sin embargo, sí que han desarrollado a otros tantos personajes, cambiándolos con todo lo que iba pasando y siguiendo la senda natural: Octavia (¡quién lo iba a decir viendo el episodio piloto!) se ha convertido en una guerrera fiera, valiente y decidida que puede con cualquier cosa; Raven ha aprendido que se puede ser fuerte e independiente sin tener que renunciar a ser querida, lo que nos ha dado los únicos momentos románticos, al margen de la relación entre Octavia y Lincoln.
Por cierto, ni que decir tiene que Wick mola mil y que me encantan juntos. Además, ese tira y afloja no sólo es bonito, sino que tiene chispa y es divertido, lo que, de paso, dota de cierta ligereza a una serie tan dura como esta.
De hecho, eso ha sido algo que me ha gustado mucho de esta segunda temporada. En la primera quedó bastante claro que entre chicas andaba el juego, pues las tres protagonistas eran mucho más interesantes que la mayoría de los chicos. Sin embargo, poco a poco han ido trabajando en los personajes masculinos y han hecho cosas muy interesantes con ellos: Wick, como ya he dicho, es una buena incorporación; Lincoln ha pasado por todo un Infierno, del que ha salido reforzado y con una decisión que cambia su posición en la serie (eligió a Octavia, por tanto ahora a los ojos de los suyos es de la gente del cielo, habrá que ver si entre éstos le aceptan); incluso Jasper ha tenido que endurecerse a marchas forzadas y liderar a los 47 en ausencia de Clarke y Bellamy.
Incluso Kane, que había sido uno de los personajes con mayor evolución, ha seguido creciendo y se ha seguido ahondando en él. De hecho, Kane es hoy por hoy el único personaje adulto que merece la pena.
Porque yo no sé quién es peor, si Jaha en plan iluminado debido a un ataque de cojonitis de los gordos (le faltó dejar de respirar cuando pasaron de su opinión, cual niño chico) o Abby viviendo ajena a la realidad. Porque durante estos dieciséis episodios hemos asistido a como Abby se revolvía contra su propia hija, intentando ser una líder que nunca llegará a ser más que nada porque no es realista. Sí, desde luego sus ideales son bonitos, pero en un mundo como en el que viven no son nada prácticos. Está tan empeñada en dejar su alma intacta que ni sabe inspirar ni sabe tomar las decisiones adecuadas para que su gente sobreviva.
Y es que esta temporada ha estado reflexionando mucho acerca del liderazgo, del peso que supone portar la corona y lo han hecho con esa contraposición entre Lexa y Clarke, que ha sido la auténtica protagonista de esta última mitad de la temporada. De hecho, durante estos episodios Clarke ha tenido que decidir si Lexa era un espejo donde reflejarse o liderar fiel a su estilo.
Como bien ha dicho Octavia en este último episodio todos confían en ella, todos esperan que Clarke salve el día, sobre todo con Bellamy estando lejos como agente infiltrado. Es cierto que poco a poco Clarke se ha erigido la líder de la gente del cielo, con Bellamy como mano derecha. La princesa y su capitán de la guardia, por decirlo de alguna manera. ¡Y qué posición tan ingrata!
Clarke ha sido la que se ha visto obligada a tomar decisiones imposibles, a tener que hacer de tripas corazón por el bien de los demás y básicamente a sacrificarse. Clarke tomaba las decisiones que debían tomarse, pero que nadie querría tomar. Que estuviera más o menos acertada es algo que debe juzgar cada uno, aunque sí que es verdad que a Clarke siempre le ha movido el salvar tanto a su gente como a los máximos posibles, incluso a expensas de sí misma.
Porque Clarke en cierta manera ha vendido su alma, algo de lo que ella era consciente, pero que no le ha importado hacer por un bien mayor. De hecho, ha sido algo que ha mantenido hasta el final al exiliarse para facilitar las cosas a los demás. Y es que Clarke habrá salvado a los 47, pero por el camino se ha cargado a mucha peña y ha conseguido una buena cantidad de reproches: desde una Octavia que fue tan humana como cruel (el decirle que no es suficiente todo lo que ha estado haciendo del último episodio) hasta su propia madre, que más parecía una niña enrabietada. Quizás es porque Abby nunca ha sido santo de mi devoción, pero siempre me dio la sensación de que envidiaba a su propia hija porque conseguía con facilidad lo que ella no pudo obtener: que la siguieran y respetaran como líder.
A eso hay que añadirle que la situación con Raven está tensa desde lo sucedido con Finn y que seguramente Jasper va a culparla por la muerte de Maya. Vamos, que entre la culpa que debe sentir y el panorama que le espera en el Arca no me extraña que haya decidido auto-exiliarse.
Eso sí, también me ha gustado que haya habido gente que sí la ha entendido: Kane, que sabe lo que es verse en esa situación (de hecho todas las vidas que arrebató en el Arca son su máxima motivación para proteger a todos los posibles) y, sobre todo, Bellamy.
El reencuentro en este último episodio no ha sido tan bonito como ese abrazo anterior, pero sí que ha sido mucho más intenso y, en mi opinión, una declaración de intenciones. Ha sido Bellamy quien ha puesto la mano sobre la de Clarke para bajar la palanca, el que ha insistido que están juntos y también ha sido él de quien se ha despedido. De hecho, esa escena me ha encantado: el cómo ha intentando que Clarke se quedara, insistiéndole en que estaba con ella y que, si quería perdón, él se lo daba.
Y tras esta pedazo de escena, yo estaba exactamente así:
Y no sólo no se han besado, sino que Clarke se ha ido sola. Sola. ¡¿Pero por qué leches no se ha ido Bellamy con ella?! ¡¿Por qué?!
No, en serio, que hasta Lexa ha besado a Clarke antes que Bellamy. ¡¿Pero esto qué es?! Ojo, creo que en The 100 son valientes hasta a la hora de tratar la sexualidad, haciéndolo con naturalidad, pero es que Clarke y Bellamy deben estar juntos y de momento nada de nada. ¡Pero que Jasper ha pillado cacho antes que estos dos! ¡Jasper!
Espero que en la tercera nos den algo entre ellos, en serio, que ya se está convirtiendo en una costumbre separarlos y que nos dejen esperando el reencuentro. Además, Clarke se merece un poco de amor tras todo lo que ha tenido que pasar. Hombre ya.
Pero, bueno, más allá de lo poco que me gusta que los hayan separado de nuevo, la marcha de Clarke deja una situación muy interesante en el campamento de la gente del cielo. Clarke era la líder, también la que consiguió una tregua con los grounders, pese a que Lexa la acabara traicionando. Por tanto, habrá que ver cómo está la situación entre ellos y, sobre todo, la del Arca: con Clarke fuera, ¿quién será el líder? Los adultos se empeñan en dirigir ellos el cotarro, pero la verdad es que no sirven (Kane no tardó en darse cuenta de ello), por lo que la opción más clara sería Bellamy (sobre todo tras quedar como un héroe tras Mount Weather), pero dudo mucho que Abby lo permita.
Y por si la nueva situación del campamento y el auto-exilio de Clarke no fueran suficiente, también tenemos otro frente abierto: Jaha en plan iluminado (y consecuentemente cada vez perdiendo más la cabeza, sólo hay que ver cómo se carga al random de la barca) y Murphy se dirigían hacia La ciudad de la luz, que vendría a ser La aldea del Arce para esta gente: un lugar donde acogen a todo el mundo y que hay arcoíris y unicornios prácticamente.
Jaha inició la expedición por un mero ataque de orgullo. Este es otro como Abby, incapaz de renunciar al liderazgo, así que se marchó para volver cual Mesías y volver a mandar. De hecho, se ha tirado unos cuantos episodios vagando por el desierto. Personalmente me la traía bastante al pairo lo que pasaba en este frente, más que nada porque Jaha me da pereza infinita y Murphy me parece más interesante cuando se relaciona con los 100.
Al final ese éxodo llevado a cabo por esta extraña pareja ha tenido su razón de ser, pues Murphy ha encontrado un búnker-mansión abandonado donde ha visto un video de lo más extraño (un hombre dice que una mujer lo hizo, que consiguió los códigos de lanzamiento, pero que la culpa es suya y, al final, se suicida), mientras que Jaha ha dado con el holograma de una mujer que lleva siglos esperándole y que tiene la cabeza del misil que Jaha envió a la tierra.
Semejante WTF? final conlleva muchas preguntas: ¿quién es el hombre del video? ¿La mujer del holograma es la misma de la que hablaba el hombre del vídeo? Bueno, yo eso creo que es de cajón, pero bueno. ¿Dónde está el cadáver del suicida? Y, sobre todo, ¿qué planea hacer el holograma con la cabeza del misil y el iluminado? Porque eso me da miedito, que están ambos dos como para llevar bonitas camisas de fuerza.
Ay, que la Comic Con llegue pronto para que nos cuenten cosas y, al menos, tener algo con lo que entretenerlos hasta que nos llegue la tercera temporada. Y como dice la gente del cielo:
Que nos volvamos a encontrar.