Revista Opinión

La caridad es sólo privada

Publicado el 14 diciembre 2014 por Javiersobrevive

PIDOParece que llegadas estas fechas de Navidad todos se acuerdan, aunque sólo sea por una semana, del prójimo. Se acuerdan que en la España del siglo XXI hay familias pasando por unas necesidades extremas. Se acuerdan que en esas familias también hay niños que, no sólo sufren esas necesidades, si no que también sufren algunas preocupaciones que son más propias de un adulto que de un niño. Bastante poco es que sólo sea una semana al año pero menos es nada, creo que para este tipo de asuntos esa Navidad debería durar todo el año.

Y conformándonos con esa semana al año es en esa misma semana cuando destacan, especialmente, los que nunca hacen nada, los que no dedican ni medio minuto a pensar en los problemas urgentes y en la desdicha de los demás. En ese puesto, en el puesto de los que nunca se acuerdan del prójimo podríamos poner en primer lugar y ganando por goleada a quien más debería preocuparse, al propio estado.

Cada vez es más evidente la dejadez del estado con respecto a sus ciudadanos más débiles, cada vez es más evidente el desamparo que reciben los débiles de un estado que debería ser el primero en ampararles. Más bien es al contrario, si esa persona en situación de emergencia tiene la desgracia, además, de deberle dinero al estado con lo que se encontrará será con algo peor, con la persecución implacable a la que será sometido.

El único amparo que tienen los más desfavorecidos es la ocasional solidaridad ciudadana y el apoyo de algunas asociaciones o fundaciones totalmente privadas. Asociaciones y fundaciones que de vez en cuando tienen la suerte de recibir alguna ridícula subvención estatal nunca comparable, por supuesto, a la que ese estado otorga a los suyos y sus amigos, a los partidos políticos.

Nuestros impuestos, esos con los que cada vez somos más abrasados, son cada vez menos solidarios con los que los necesitan de verdad y más solidarios con quienes los malgastan cada vez más, cuando no los roban. Hay muchas formaciones políticas, sobre todo de izquierdas, en cuyas propuestas nos encontramos cada vez más y más estado. Parece que nos quieren vender que la palabra estado con ellos sería buena, o desde luego no tan mala como ahora, pero yo no me lo creo. El estado que conocemos desde hace ya bastantes años en España  no tiene nada de bueno, yo no quiero más probaturas y mucho menos probaturas de alguien que todavía considera lo que hay demasiado poco. Prefiero probar la dulce sensación que debe significar un estado mucho más pequeño que el que tenemos con mucho más dinero en mi bolsillo para usarlo en lo que yo quiera. Seguro que con ese estado ya no sería necesaria tanta caridad, todos tendríamos más dinero en nuestros bolsillos, incluso los más desfavorecidos.

La pobreza no sólo es mala por el hecho en si de ser pobres, la pobreza es mala por la esclavitud a la que una persona puede ser sometida por su benefactor. El pobre no protesta porque le da miedo, el pobre no se queja porque teme perder su limosna, el pobre vive aterrado por la posibilidad de perder aunque sea la caridad. Este estado gobernado por un partido, sólo teórico de centro derecha, pero socialista en la práctica es la evidencia. Y todavía hay algunos a los que les gustaría ver el comunismo en España, los efectos serían devastadores, la socialización de la miseria y el sometimiento de más gente a las limosnas. Pero eso si, con mucho más estado, que bien, ¿no?


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