La guerra ha conducido a grandes avances en el desarrollo de la ciencia y la tecnología como fruto de la dinámica desafío-respuesta. Este hecho está bien representado en la primera escena de la película de Stanley Kubrick, 2001: odisea en el espacio. En esta escena, dos clanes se disputan el derecho a beber de una charca. Una noche, un monolito de origen extraterrestre aparece de la nada en medio de la sabana árida; esto alarma a los primates que, tras inspeccionar el artefacto, terminan por venerarlo.
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En el argumento, queda claro que el monolito condicionó la conducta de los primates volviéndolos más agresivos, pero, posteriormente, induciendo saltos cualitativos en su evolución. La escena termina con uno de los homínidos, Moonwatcher, descubriendo que los huesos de los animales muertos podían utilizarse como armas. En el último enfrentamiento con el clan enemigo, éste asesina a su líder utilizando un hueso y doblegan a sus contrincantes. Justo al comenzar la segunda escena, el primate asesino lanza el hueso por los aires que se transfigura en una nave espacial que se dirige hacia la Luna. Es una referencia de cómo la guerra ha impulsado el desarrollo de la tecnología aeroespacial.
La carrera por la supervivencia durante la guerra y la dinámica desafío-respuesta
La guerra ha sido considerada como un arte milenario. El Arte de la Guerra, del estratega militar chino Sun Tzu, concebido hace más de 2500 años, la guerra se muestra como un proceso honorable en el que se prefiere conservar al enemigo intacto que derrotarlo en batalla, además de evitar a toda costa el asedio y la destrucción de ciudades. La Historia se ha encargado de demostrar que esa concepción honorable de la guerra solo se practicó en contadas ocasiones, pues, su matiz más devastador ha estado presente la mayoría de las veces.
Varios autores argumentan a favor de una línea genética y, por ende, hereditaria de conductas agresivas que forman parte de la más fundamental naturaleza humana, esa que nos vincula más con los animales, el complejo R o cerebro del reptil (Sagan, 1984). En términos sociobiológicos, la guerra puede explicarse como un comportamiento adaptativo que aparece como medio para gestionar el dominio de territorio, el hacinamiento, la competencia por los recursos y el apareamiento, y el etnocentrismo (Crook, 1994). Así mismo, Henry Rutgers Marshall, sostenía que los seres humanos comparten, sensaciones instintivas con los animales que llevan consigo patrones de comportamiento relativos a la contienda entre miembros de diferentes tribus o grupos. De otro lado, explicó el comportamiento de autosacrificio de los guerreros como un altruismo extremo que aportaba sustancialmente al bienestar del grupo. Aunque el bienestar de la propia tribu es una sensación instintiva natural, bien dijo William James al Congreso Mundial de la Paz en 1904 sobre la especie humana:
“… El hombre, considerado biológicamente, es simplemente la más formidable de todas las bestias depredadoras y la única que depreda sistemáticamente a su propia especie” (James, citado en Crook, 1994).
La guerra primitiva se desencadenaba como respuesta a un acto violento. Pero, aunque la guerra primitiva estuviese fundamentada en un principio instintivo, desempeñó un papel clave en el control poblacional evitando que las tribus excedieran el límite de capacidad de sustentación (Harris, 2011). No obstante, las guerras modernas no son procesos ecológicos de balance, puesto que las armas de destrucción masiva que se usan en ella pueden llevar a la auto-aniquilación. Así, el próximo gran avance en la evolución de nuestra especie debería ser o bien la desaparición de las armas de destrucción masiva o bien la desaparición de la guerra (Harris, 2011). Ahora, dos ejemplos de la dinámica desafío-respuesta tomados de la Segunda Guerra Mundial.
La fábrica de aeronaves de Samara
Durante la Segunda Guerra Mundial, Samara se escogió como la capital de reserva de la Unión Soviética. En 1941, los cabecillas del Partido Comunista y los miembros del gobierno fueron trasladados a Samara. Las primeras instalaciones de la fábrica de aeronaves se localizaron en Vorónezh, construida en 1932 y la cual estuvo en funcionamiento hasta 1941, con una producción media de 15 aeronaves por día (Vershinin, 2015). A finales de 1941 Vorónezh dejó de ser un lugar seguro para albergar la fábrica debido al avance alemán, por lo que la fábrica se trasladó temporalmente a Samara. Una vez allí, la fábrica operaba a una tasa de una aeronave por día, por lo que Stalin exigió un incremento en la producción a toda costa, sin importar que niños tuviesen que trabajar. En promedio, la fábrica de Samara produjo aeronaves a una tasa de 18 unidades por día hasta el término de la guerra. En este episodio los límites éticos relacionados con la explotación infantil con propósitos tan macabros como la fabricación de máquinas de destrucción fueron claramente sobrepasados. Este contexto muestra cómo la guerra impulsó un desarrollo forzado de tecnología en la construcción de aeronaves, otro ejemplo de dinámica desafío-respuesta. Este desarrollo proveniente de la guerra podría utilizarse para el beneficio de la humanidad y no para su deterioro.
El levantamiento de Varsovia
Sin armamentos apropiados, sin experiencia en combate militar y con escasos recursos, hombres, mujeres y niños se alzaron en armas el 1 de agosto de 1944 a las 5:00 p.m., en un enfrentamiento que se extendió hasta el 2 de octubre. El Ejercito Territorial polaco contaba con unos 50.000 efectivos, entre hombres mujeres y niños. Casi la mitad de las unidades tenían únicamente experiencia como partisanos y no como soldados regulares. La resistencia polaca estuvo dos meses enfrentando a un más poderoso ejército alemán que desmanteló el movimiento insurgente y se cobró 250.000 vidas de civiles de Varsovia y más de un 80% de la ciudad destruida (Davies, 2005). Para mediados de septiembre, el Ejército Rojo solo tenía que cruzar el río Vístula para tomar parte del conflicto y socorrer al Ejército Territorial. Sin embargo, Stalin dio la orden de no tomar partido, tal vez por intereses políticos relacionados con la facilidad para gobernar Polonia durante la post-guerra si dejaba que el Levantamiento fracasara.
Los avances tecnológicos realizados durante la guerra no justifican la destrucción y el dolor que esta genera. En fin, como bien dice el maestro Yoda en Star Wars:
“La guerra no engrandece a nadie”.
Autores: Horacio Serna y Carlos Eduardo Sierra Cuartas para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Crook, D. P. (1994). Darwinism, War and History: The Debate Over the Biology of War from the ‘Origin of Species’ to the First World War. New York: Cambridge University Press.
Davies, N. (2005). Varsovia, 1994. Madrid: Planeta.
Ferril, A. (1997). The Origins of War. Boulder: Westview Press.
Harris, M. (2011). Vacas, cerdos, guerras y brujas. Madrid: Alianza Editorial.
Lock, P. (2006). The Routledge Companion to the Crusades. New York: Routledge.
Sagan, C. (1984). Los dragones del eden: especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana. México D. F.: Grijalbo.
Tzu, S. (2003). El Arte de la Guerra. El arte de la guerra. Biblioteca Virtual Universal.
Vershinin, A. (2015). Russia Beyond. Retrieved 27 September 2018, from https://www.rbth.com/defence/2015/08/10/the_samara_aviation_factory_flooding_the_soviet_skies_with_flying_tan_48413.html
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