La Carta Magna cumple 34 años

No sé si levantarme de la silla, cuadrarme y ponerme a cantar el himno nacional (bueno, a tararearlo aunque sea con “la, la, la”, ya que no tenemos letra), pues hoy es el día de la Constitución Española y merece celebrarse. Aunque mejor me callo, no sea que a alguien se le ocurra institucionalizar la costumbre de trinchar un pavo por estas fechas, como suele hacerse por otros lares. Ya que tan dados somos a adoptar las costumbres de fuera, aunque no las entendamos. Sin embargo, yo creo que la mayoría de los españoles (por no decir todos), asociamos Constitución-Inmaculada, osea, puente. Y de ahí no pasamos.

Tenía seis años cuando se aprobó la Carta Magna, así que el escaso recuerdo que retengo es que en el colegio nos dieron una especie de folletito que ponía “Constitución Española” y yo se lo di a mi madre. Ella lo cogió esperanzada, porque siempre se tomó la vida con optimismo (actitud que yo no heredé), y confió en que las cosas irían a mejor.

Es verdad que el texto constitucional está lleno de derechos admirables; pero también que recibe más patadas que el diccionario. Por citar algunos de los más conocidos; artículo 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”; artículo 20: “Se reconocen y protegen los derechos a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”(…); artículo 35: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo” (…); artículo 47: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” (…).

No sé a ustedes, pero a mí me vienen a la cabeza multitud de ejemplos como el de “Urdangarín y compañía”, “el caso Gürtel” y demás corruptelas que salpican a diario el panorama nacional,(¿iguales ante la ley?); el gran número de periodistas en paro (entre los que me incluyo) y la manipulación informativa cada vez más clara que estamos padeciendo o la cantidad de desahucios que se suceden cada día.

Para ser una treintañera, la Constitución ya presenta bastantes arrugas; pero el problema es que no hay cirujano plástico que le meta mano, porque, al parecer, sería como abrir la Caja de Pandora. Que si la sucesión de la Corona (aunque eso sería fácil, eliminar la Corona y punto), que si los independentismos, federalismos y demás “ismos”. Para lo único que la han modificado, es para añadir lo del “techo de gasto”. Algo que nunca he entendido. Nuestros políticos son tan cafres que necesitan que la Constitución les diga que “de donde no hay, no se puede sacar”.

En fin señores, que feliz día de descanso.