Revista Opinión

“La Casa de las Flores” (2018) y el miedo a no ser claros

Publicado el 23 octubre 2019 por Carlosgu82

Antes de continuar la lectura, recomiendo al lector ver la primera y segunda temporada de “La Casa de las Flores” (2018) en Netflix.
https://www.netflix.com/mx/title/80160935
 

Este artículo no es una crítica, simplemente pretende mostrar mi interpretación (subjetiva) de esta serie, y desvelar posibles alternativas de la historia dentro de la misma. Alternativas puramente personales, pero que no carecen de verdad.

He visto las dos temporadas de “La Casa de las Flores” (2018) y pienso que es una historia muy divertida, fresca y sorprendentemente adictiva. Creer que una historia así, tan peculiar, tenga su origen, o esté relacionada con las típicas telenovelas mexicanas, es poco asertivo. Incluso, para quien ya la haya visto, pensar en “La Casa de las Flores” (2019) como una burla o parodia del entretenimiento televisivo mexicano, es demeritar la historia que se cuenta.

También es curioso observar cómo “La Casa de las Flores” (2018) es divergente a otras propuestas de cine y televisión más críticas y serias, existentes en México, como “La ley de Herodes” (1999) de Luis Estrada. Esta película podría ser una de las inspiraciones para el humor que trata “La Casa de las Flores” (2018), sin llegar a hacer una crítica al gobierno, pero si a la sociedad, concretamente a un sector: la burguesía mexicana.

Aquí los Generadores del Desastre no es la situación del país, ni un problema político o económico (hay partes de la serie en las que los protagonistas insisten en que no tienen dinero, pero mantienen sin ningún problema una vida de ricos. No creo que esto sea un error por parte del director. Todo parece estar calculado, medido). Los verdaderos “Guasones” en esta historia son los propios protagonistas.

Comúnmente, el protagonista salvaba el día enfrentándose y solucionando problemas, algunos ajenos a él, pero con la suficiente astucia y valentía como para continuar, no rendirse, aun cuando pareciera derrotado.

Los protagonistas de “La Casa de las Flores” (2018) son casi todos unos idiotas. No son astutos, ni valientes, y la victoria no es su fuerte.

La amante de Ernesto de la Mora (Arturo Rios), patriarca de la familia, inicia una revancha (la venganza ya es demasiado común y poco atractiva) contra la familia del hombre que amo. Su primera acción es ahorcarse en medio de la florería La Casa de las Flores, negocio de la familia De la Mora. Ese suicidio desencadenara una serie de eventos, nada azarosos pero sí tremendamente irrisorios. Cada uno de los miembros de la familia intentara asimilar las revelaciones de los secretos acumulados por “una familia perfecta” y resolver su vida privada: una paralela a la otra; o una, la alternativa de otra.

La hija mayor, Paulina de la Mora (Cecilia Suarez), mujer con clase, buen gusto y una voz que no podemos creer que no nos moleste, ira revelándose como una mujer engañada, poco amada y con fracasos. Elena de la Mora (Aislinn Derbez), la de en medio, afrontara el regreso a la patria, donde los demonios aguardan a los querubines, tras haber estudiado y vivido en el paraíso yanqui. El más joven, Julián de la Mora (Dario Yazbek),  vera la oportunidad de mostrarse al mundo como realmente es, superponiéndose a la visión familiar… Por último, la más pequeña, Micaela, hija de la muerta y de Ernesto.

También Virginia de la Mora, la matriarca, símbolo de rectitud, formas y prestigios anticuados, se verá transformada, por el descubrimiento de un añejo engaño, en lo que siempre intento ocultar.

“La Casa de las Flores” (2018) parece una historia común, pero no lo es. Como lo escribí antes, casi todos aquí, son unos idiotas. No son los idiotas estrambóticos de los Coen. Ni los idiotas inagotables y corruptos de Luis Estrada. Los idiotas de Manolo Caro son demasiado idiotas como para comprenderlos, y poco idiotas para ser retrasados mentales.

El escenario, México en la actualidad, es idóneo para que estos Idiotas se muevan. La ciudad de México, como lugar a la vanguardia de las tendencias y cambios sociales, observa como aún hay intolerancia, xenofobia, clasismo, racismo, dudas y vergüenzas en un pequeño lugar de su mapa. ¿Es posible que se cometan tantos errores por no ser claros y razonables, cuando en la actualidad todo parece posible y la libertad se puede tocar, y las dudas deberían ser efímeras ante las posibilidades? Muchos no entenderán qué carajos está pasando. Parafraseando a Dalí: “México es demasiado surrealista para mi…” ¿Es que somos tremendamente subjetivos, muy inconscientes,  o simplemente idiotas?

Pero repito, nada en “La Casa de las Flores” (2018)  es una crítica ni una tragedia; una tragicomedia, tampoco. Quizá una comedia negra, pero alejada de las estructuras anglosajonas de Hollywood. Una Comedia Negra a la mexicana, con la particularidad de camuflarse como una telenovela mexicana, sin serlo ni pretenderlo (un extraño caso).

No porque los personajes sean idiotas significa que la historia, los diálogos y las circunstancias también lo sean. El guion es excelente. Las actuaciones están a la altura de las situaciones. Sin embargo, la dirección de cámara y la fotografía son poco destacables. Tal vez estamos acostumbrados a la espectacularidad de la fotografía más poética y atrevida (como la de Cuaron, en “Roma”, 2018), y cuando algún producto carece de ella, señalamos eso como su talón de Aquiles. “La Casa de las Flores” (2018) no necesita tanta pretensión; su historia se desarrolla muy bien con “carentes medios”.

No sé si aún no sea calificado a “La Casa de las Flores” (2018) como un producto muy recomendable. No es para niños. Mantiene un contenido puramente adulto, en todo momento. Pero es divertida y muy atrevida, ligera pero bien estructurada o contada.

Finalmente, espero que mi personaje favorito (y uno de los más cuerdos, hasta que cae finalmente en las garras de la estupidez de una secta), el CACAS reaparezca en la tercera temporada.

“La Casa de las Flores” (2018) y el miedo a no ser claros

Por José Ávila


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