La casa de los pájaros, en Coro

La primera habitación que tuvieron se llama Colibrí y es esa puerta, a la derecha

El timbre de la casa suena como un estruendo. El sonido cruza los pasillos, pasa por los cuartos, atraviesa el patio y se escapa por la puerta de atrás. Quien lo escucha, camina hacia la entrada sin prisa, la abre, invita a pasar. Así llegas al nido, a ese calor de hogar que se levanta en la ciudad de Coro tras una fachada amarilla y azul, frente a la plaza Monzón que no importa si no sabes bien dónde queda porque puedes ir preguntando de esquina en esquina, tratando de descifrar el estilo en el que dan las direcciones.

La casa de los pájaros es una posada que ha crecido con cariño. Sus dueños, Roberto Stiuv y Marnie Soto compraron esta casa en el año 1999 y se esmeraron en remodelarla, no tan solo porque ese es su trabajo -especialistas en restauración de edificaciones históricas- sino porque su ánimo de viajeros les hacía querer tener un lugar en el que pudieran recibir a personas de cualquier lugar del mundo, mientras le enseñaban esa ciudad que habían escogido como hogar.

Por eso es un nido al que los pájaros llegan, se quedan algunos días y luego emprenden vuelo. Una idea romántica y soñadora, pero real. Con los años, recibieron a viajeros de Rusia, Estados Unidos, Corea, Italia, Argentina, Brasil o cualquier otro país que puedan imaginar. Antes de irse, dejaban un recuerdo escrito en alguna de sus paredes, mensajes que hoy pueden leer con tan solo cruzar el umbral.

La historia que comenzó con apenas un cuarto sencillo que tenía un baño afuera en el patio, se fue transformando en algo más que eso. Poco a poco ampliaron los espacios, hicieron más habitaciones, le pusieron color, plantas, artesanía y esfuerzo. Hoy es una casa que cobija, llena de detalles y que anhela seguir recibiendo viajeros de todos lados, como en los buenos tiempos.

El patio central es una lindurita fresca

y así de coloridos son todos los cuartos

Algunos de los mensajes que van dejando los viajeros

Muchas historias suceden en el patio de atrás

G, haciendo sandboard en los Médanos de Coro

Para más detalles: tiene cinco habitaciones repartidas entre el patio central y el posterior, donde también está un comedor muy amplio y una cocina que reboza verdor, pues tiene un árbol en el medio de todo. Cada habitación -desde las matrimoniales hasta aquellas con capacidad para seis personas- tiene aire acondicionado, agua fresca, televisor y baño privado. Por los momentos, no se puede cocinar en las instalaciones -a menos que sea algo muy sencillo- pero sí pueden optar por un desayuno completo y para eso deben anotarse la noche anterior y hacer el pago adicional.

Además, Roberto ofrece un montón de paseos y actividades para explorar Falcón. La más solicitada es el Sandboard en los Médanos de Coro: con su guía, es posible reír y llenarse de arena en ese desierto, mientras suben la adrenalina a mil y se maravillan con la naturaleza. Estando allá arriba, sobre las dunas, él seguramente les contará que tiene otra excursión de cuatro horas caminando por los médanos, o cómo se puede llevar al Cabo de San Román o a la Sierra de San Luis y sus cascadas. Roberto sabe lo que dice y todo lo cuenta con entusiasmo. Por eso no es difícil querer tanto a su casa, porque la hace sentir como parte de cada uno de los que llegan.

¿Qué debes saber?

• La posada tiene estacionamiento y puedes llegar a cualquier hora, siempre y cuando lo notifiques.
• En la calle de atrás, hay varios restaurantes, cafés y una heladería artesanal. Se puede caminar sin problema durante el día y la noche.
• El casco histórico de la ciudad de Coro es Patrimonio de la Humanidad, y está a apenas unas calles de la casa. Está muy bien conservado y deben pasar por ahí todas las veces que puedan.
• Pueden contactarlos por los teléfonos 0268.252.82.15 / 0416.6681566, seguirlos por sus cuentas en Instagram @casadelospajaros y @sandboardcoro y también pueden pasar por su página Casa de los Pájaros para que vean más de cerca todo lo que les cuento.