Revista Cine
La Casa del Verdugo (The Hangman's House, EU, 1928) es la opus 64 de John Ford y, según Lindsay Anderson (Sobre John Ford, Ed. Paidós, 2001), su largometraje número 24. Realizada inmediatamente después de la obra maestra Cuatro Hermanos (1928), se trata de una cinta (relativamente) menor en la obra fordiana, aunque de todas formas resulta notable por una muy dinámica puesta en imágenes, por las bien asumidas influencias del cine de Murnau y del expresionismo alemán -ya visibles en la mencionada Cuatro Hermanos- y, anecdóticamente, porque por ahí aparece como extra, en un par de escenas, un hombrón alto y delgado llamado Marion Robert Morrison que, gracias al mismo John Ford, sería conocido mundialmente pocos años después con el nombre de John Wayne. La cinta está ubicada en el segundo lugar favorito de Ford después del oeste americano, la "Madre Patria" Irlanda. La trama avanza en dos historias paralelas que en algún momento se entrecruzarán: por un lado, un soldado irlandés de la Legión Extranjera, Hogan (Victor McLaglen), regresa a su patria porque tiene que matar a un hombre; por el otro, la idílica historia de amor entre Conn (bellísima June Collyer) y Dermot (Larry Kent), dos jóvenes que viven en el valle de Glenmalure, se ve interrumpida cuando el agonizante padre de ella, el verdugo del título, el implacable Juez O'Brien (Hobart Bosworth), obliga a la muchacha a casarse con el alcohólico y mantenido D'Arcy (Earle Fox). La Casa del Verdugo toca varios elementos caros a Ford -el amor al terruño, el honor que reclama venganza-, tiene una postura gozosamente populista -otra constante básica del cine de Ford- y presume un dinamismo visual que, casi 90 años después, entusiasma genuinamente. Es cierto que la historia no es más que un melodrama bastante convencional, pero la forma en la que Ford construye visualmente el relato demuestra que el director de El Caballo de Hierro (1924) había entrado a su madurez creativa. Si lo duda, vea cómo se cierra la primera secuencia del filme, con ese dolly-back alejándose de la mesa compartida por los legionarios, esa chimenea convertida en encuadre expresionista en el que se muestran las alucinaciones del atormentado Juez O'Brien, esa emocionante carrera de caballos bien cubierta con una enorme variedad de emplazamientos de cámara o esa imagen final de la maldita "casa del verdugo" reflejada en el lago.Un último detalle que conecta La Casa del Verdugo con la obra posterior de Ford: el héroe, el patriota perseguido "Ciudadano Hogan" encarnado por el enorme Victor McLaglen -inolvidable como el rival de John Wayne en El Hombre Quieto (1952)-, es un hombre de una sola pieza que, llegado el momento, cuando todo se haya solucionado, quedará completamente solo. La última imagen del filme es la del rostro de Hogan, alguien que ha triunfado pero que, amargamente, tiene que seguir su camino. Y en plena soledad. Como lo hará, muchos años después, Ethan Edwards (John Wayne) en la obra maestra Más Corazón que Odio (1957).
Y por si quiere constatar todo esto que he escrito, por acá está la película, completita:
Hangman's House por crazedigitalmovies