Diseñada por Otto Medem de la Torriente, esta vivienda se ubica en una parcela a las afueras de la capital, donde nace en las grandes rocas de granito situadas a lo largo de una ladera en armonía con la naturaleza. Las características geográficas de su emplazamiento condicionan y definen el proyecto a partes iguales. Grandes bloques de granito blanco quedan integrados en el paisaje, proyectándose desde la pendiente de la ladera hacia la sierra de Madrid.
El acceso a la vivienda queda protegido por unos muros que ocultan el paisaje, unas vistas hacia la montaña que se generan en el interior a través de los huecos de la fachada. La vivienda queda dividida en tres niveles, convirtiéndose el distribuidor tras el acceso en el centro desde el que se articulan las diferentes estancias.
Un ejemplo de la adaptación de la arquitectura al medio es como la zona que comprende el salón comedor, queda apoyada sobre una de las grandes rocas de granito originales de la parcela. Esta además sirve como tránsito entre dicha estancia y la piscina.
La vivienda se adapta a la pendiente de la ladera con diversas soluciones. El nivel superior queda prácticamente suspendido desafiando la gravedad, mientras que el nivel inferior se adapta a ella.
La arquitectura se introduce en el interior creando espacios diáfanos inundados por la luz, donde predomina el color blanco. El interior también se adapta perfectamente a la pendiente de la ladera en sus tres niveles, donde se crea una conexión con el exterior gracias a incorporación de materiales nobles y elementos naturales.