OBRAS
LA CASA ROJA · 12/09/2017
La vivienda se encuentra ubicada en Azeitao, un pequeño pueblo al sur de Lisboa. Protegida del océano Atlántico por unas colinas, la región tiene un microclima mediterráneo muy suave, ideal para el cultivo de la vid. Esa es la razón por la que en esta zona se producen algunos de los mejores vinos del país.
El proyecto consiste en la reconversión de una antigua bodega, construida por el abuelo del cliente a comienzos del siglo XX. Apartada de la calle principal y rodeada de vecinos, la parcela, a la que se accede por un estrecho camino, con su pequeño huerto de naranjos, es un oasis en medio del pueblo.
La preservación del huerto determinó todo el proyecto. Con el fin de conservar los árboles, hubo que mantener el edificio existente y aceptar que los dos lados de la casa que hacen de frontera con las propiedades adyacentes no tuvieran ventanas.
Únicamente se realizaron dos incisiones en el volumen existente. Por un lado, se abrió una ventana de 14 metros de ancho en la fachada oeste, frente al huerto, de modo que se pierde la separación interior-exterior. Por otro, se generó un patio, insertado en la esquina contigua a las propiedades adyacentes, con el objeto de dar luz natural a las áreas más oscuras de la vivienda.
Las zonas públicas se ubican en la planta baja. Las áreas privadas se despliegan en el nivel superior, flanqueando las fachadas. Se genera una secuencia de huecos estratégicamente situados, que crean espacios de doble y triple altura en la planta de abajo.
El suelo blanco refleja la luz del día en el interior, las paredes-espejo hacen que los espacios parezcan infinitos y las ventanas correderas abren el salón entero al jardín en las noches de verano.
Todos los materiales preexistentes fueron preservados y reciclados durante la construcción. Las tejas de la antigua cubierta fueron reutilizadas, la estructura de madera del techo se convirtió en un porche.
Mantener los muros originales supuso enfrentar las técnicas de construcción ancestrales, previas a la industrialización de los materiales, con las actuales. Para hacer compatibles el mortero antiguo y el actual, se contrató a una compañía local que trabaja con técnicas milenarias que preparó un mortero al que se añadieron pigmentos rojos para reforzar la presencia del edificio. El color de la casa varía según los días son más claros o más oscuros, hay más o menos humedad…
Por último, para acentuar el carácter mediterráneo de la vivienda, se insertó un estanque en el jardín que, levantado sobre el suelo, recuerda los antiguos tanques de riego.