LAS CASAS DE LA ENCOMIENDA DE CORRAL DE ALMAGUER
Introducción
(Encomiendas, Comendadores y Casas de la Encomienda)
Donación de Uclés. (Tumbo Menor de Castilla)
Como consecuencia de las numerosas donaciones de terrenos otorgadas por los Reyes de Castilla a las Órdenes Militares en pago a los servicios prestados durante la Reconquista, éstas se fueron haciendo con enormes franjas de territorio peninsular, de cuya titularidad y administración eran las únicas dueñas y señoras.
En el caso concreto de la Orden de Santiago -la más agraciada por la generosidad Real- dichos dominios se extendían por buena parte de la Mancha, provincia de Jaén y un pedazo de Murcia, complementándose en el lado occidental por otra gran franja de territorio extremeño.
Poseía también, salpicadas por distintas regiones peninsulares (Castilla y León, Cantabria, Andalucía, Galicia y Portugal), muchas otras heredades y bienes que la convertían en la más poderosa y prestigiosa del reino.
Para administrar tan grandes extensiones, la Orden de Santiago acordó dividir su territorio en trozos o encomiendas y dispuso que de su gobernación y administración se encargasen los propios caballeros de la Orden, que recibirían por ello el título de Comendadores.
En cada una de esas encomiendas, la Orden poseía también una casa central, conocida como “Casa de la Encomienda” destinada a albergar la vivienda del Comendador y su guardia (las llamadas lanzas), además de una serie de almacenes, graneros, bodegas y corrales, que tenían como objetivo almacenar los frutos de las tierras y bienes que la Orden se había reservado en cada encomienda, así como el diezmo y demás impuestos que los hombres del comendador recaudaban entre los vecinos que habitaban dicha demarcación.
La primitiva encomienda de Almaguer
Como villa que había logrado sobrevivir a los vaivenes de la reconquista durante los siglos XII y XIII, la encomienda creada por la Orden de Santiago bajo esta misma denominación y que tuvo su primitiva sede en el viejo castillo árabe de Almaguer (reformado y ampliado durante esta época), extendía sus límites territoriales más allá del actual término de Quintanar de la Orden y hasta la Sierra de Almenara en su lado sur-oriental.
Una vasta franja ganada a los musulmanes, que aparecía en su gran mayoría despoblada por su peligrosa condición de tierra de frontera, salpicada únicamente por pequeñas aldeas (simples alquerías) habitadas por exiguas comunidades mozárabes que habían sido capaces de sobrevivir a las continuas escaramuzas guerreras de ambos bandos.
Mapa del siglo XVIII que recoge parte del primitivo amojonamiento de Corral de Almaguer (Cortesía José Angel Ramos Verdugo)
Con la victoria de las Navas de Tolosa en el año 1212, esta comarca quedó definitivamente apaciguada, comenzando con ello un proceso repoblador que se extendería a lo largo de los siglos XIII y XIV y acabaría generando una serie de nuevos municipios que fueron poco a poco desgajándose de la vieja encomienda de Almaguer.
Por poner algunos ejemplos: de la aldea de Chozas, junto a las cercanas Magaceda y Añador, se terminaría formando Villamayor de Santiago en 1321; de Gúzquez y Alcardet se creó Villanueva de Alcardete en 1324 que, como aclaran los viejos escritos, fue poblada con gente del Corral y de la Sierra Jarameña; la pequeña aldea mozárabe de Almuradiel recibió su carta de villazgo en 1341, aunque permanecería anexa a la encomienda de Corral de Almaguer; la vieja aldea conocida como Puebla de la Isla, acabaría convirtiéndose en la futura Puebla de don Fadrique y se independizaría definitivamente de Corral de Almaguer en el año 1343; finalmente, de una zona salpicada por numerosas casitas de campo aisladas, lo que se denominaba por aquél entonces “un Quintanar”, surgió al año siguiente (1344) El Quintanar de la Orden.
Nota: la villa de Santa Cruz de la Zarza recibió carta puebla en Almaguer el año 1253 de manos del Maestre Pelayo Pérez Correa, y la del Toboso en el nuevo Corral de Almaguer el 13 de agosto de 1339 de manos del Maestre Vasco Rodríguez. La villa de Cabezamesada, por el contrario, continuó dependiendo de Uclés hasta el año 1485.
Conocemos el nombre de varios comendadores del viejo Almaguer (Martín López, Rodrigo Yáñez, Lorenzo Pérez y Rodrigo Rodríguez, este último era comendador cuando se otorgó fuero a Santa Cruz de la Zarza (año 1253).
La vieja Casa de la Encomienda de Corral de Almaguer
Desde mediados del siglo XIII y coincidiendo con la pacificación definitiva de estas tierras, la propia villa de Almaguer (con antiguo fuero Real) fue trasladándose poco a poco hacia un nuevo emplazamiento rodeado de cursos de agua denominado “El Corral”, en el que sería refundada de nuevo con el nombre de Corral de Almaguer. Dicha población recibiría nuevo fuero (el de Uclés) y nueva carta de Villazgo en el año 1312.
Como recuerdo de aquella vieja encomienda de tiempos fronterizos, la actual villa de Corral de Almaguer cuenta con el término más extenso de todo el Priorato de Uclés. Además, para compensar las posibles pérdidas económicas sufridas por la emancipación de los nuevos municipios, el Maestre mantuvo anexa a la encomienda la villa de Puebla de Almoradiel y solicitó del Rey Alfonso XI la concesión de dos ferias anuales para la nueva población (año 1314).
Paralelamente a la refundación del municipio, la Orden de Santiago cambió la denominación de su encomienda –que ahora se llamaba de Corral de Almaguer- y construyó una nueva casa central en la población. Según los escritos de la Orden, fue el maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa quien ordenó la edificación de la nueva Casa de la Encomienda alrededor del año 1350.
Dicha casa se asentó en uno de los promontorios del interior del municipio, ocupando el espacio comprendido entre la parte posterior de la iglesia parroquial y las murallas de la villa, por aquel entonces paralelas al río Riansares. Un pequeño cerro de origen calizo, horadado por numerosas cuevas y bodegas pertenecientes en su mayoría a la comunidad judía de la población.
Montaje que refleja el aspecto aproximado de las primitivas Casas de la Encomienda (1350). A la derecha el Torreón de los Briceños perteneciente a las murallas de la Villa y al fondo el Torreón de la Encomienda frontero con las Tenerías
Conforme al prototipo de edificaciones de la Orden de Santiago, la Casa de la Encomienda fue dotada de una parte de vivienda para el comendador y su guardia, más otra más extensa -de servicio- en la que se evidenciaba un patio central y una serie de almacenes, graneros, cuadras, cámaras, caballerizas y corrales articulados a su alrededor, que servían para guardar los frutos, tanto de la propia encomienda, como de lo recaudado entre los vecinos.
La parte de vivienda del comendador, o “casas de palacio” como eran conocidas entre los habitantes de la villa, constaba a su vez de un edificio alargado con torreón defensivo para posibles contingencias bélicas (no olvidemos que los enfrentamientos entre la nobleza eran una constante por estas fechas) más una casa de dos plantas para aposentos del Comendador y su guardia.
En la planta baja de dicho edificio destacaba la sala de la clavería (ocupada por los soldados o “lanzas” del comendador), dividida en dos por una gruesa hilera o “danza” de arcos de piedra y ladrillo, que sustentaban a su vez la planta superior o planta noble, en la que se situaban las habitaciones del comendador. Dichas habitaciones se encontraban abiertas al exterior por pequeñas ventanas góticas y cubiertas por bellas techumbres y artesonados de par y nudillo.
A la izquierda montaje con el Torreón de la tercia antes de la desamortización de Mendizabal y a la derecha fotografía original con el aspecto del torreón en los años 60.
La parte de servicio, por el contrario, aparecía construida a base de tapial y abierta al exterior por un gran portón que permitía la entrada de carros y caballerías. Este portón daba acceso a un pequeño zaguán, con una puerta a casa lado, por las que se entraba a los establos y a la vivienda del casero respectivamente.
El zaguán (que sustentaba un pajar encima) finalizaba en un patio central -que coincidía casi en su totalidad con el Patio de las monjas- y presentaba dos de sus laterales (norte y este) adornados con corredores de madera sobre columnas y pilares de piedra y madera.
Desde dichos corredores se accedía a las diferentes cámaras, graneros y almacenes, acabando en un pequeño torreón defensivo que se alzaba en su extremo sur-occidental, concretamente en la actual intersección de las tenerías con la calle de las campanas. Los otros dos lados del patio permanecían libres de construcciones, enmarcados en su lado sur por los altos muros de la vivienda del comendador y en su lado oeste por una elevada tapia que lo separaba de los corrales situados en un nivel inferior.
En dicho patio y pegado a los muros de piedra de la casa de palacio, se encontraba un brocal de piedra por el que se introducía a los penados en la mazmorra del comendador. Dicha mazmorra no era sino un amplio pozo excavado en el suelo, abierto a la luz únicamente por su parte superior y cerrada por una gruesa reja de hierro.
En otro orden de cosas, el Maestre se había reservado para sí la mejor parte de los impuestos recaudados en Corral de Almaguer (diezmo de cereales, vino, lana, corderos y queso, además de la escribanía pública y el llamado pecho de San Miguel). Bienes que sumados a los de otras encomiendas de la Orden de Santiago, engrosaban la llamada “Mesa Maestral” de disfrute exclusivo del cabeza de la Orden.
De los frutos recogidos en nuestra población, donaba la cuarta parte al Colegio de la Orden de Santiago de Salamanca, por lo que al quedarse con la tercera parte del total, a esos bienes se les denominaba “la tercia del Maestre” o simplemente “la tercia”. Todos esos frutos eran depositados en el torreón defensivo del edificio de la encomienda, cuya planta baja y cuevas del subsuelo ocupaba la bodega del Maestre, por aquel entonces la más grande de la población.
Así permaneció más de un siglo, hasta que en 1468 el Marqués de Villena (por aquél entonces Maestre de la Orden de Santiago y Valido del rey Enrique IV) ordenó crear una nueva encomienda con los bienes que poseía la Mesa Maestral en Corral de Almaguer, más los que poseía en El Toboso y toda la encomienda de Dosbarrios.
Esta nueva macro-encomienda, que llevaría el nombre de Monreal, fue concebida por el mencionado Marqués de Villena con la intención de premiar la fidelidad de los caballeros de la Corte afines a sus continuas intrigas palaciegas. No en vano el primero que la disfrutó fue don Diego de Ribera, “ayo” o instructor de los príncipes, del que el Marqués esperaba no sólo que influyese en la opinión de los mencionados infantes, sino que le facilitase información detallada de todos aquellos que se les acercasen con cualquier tipo de intención.
Mesa Maestral que Lleva el comendador de Monreal (año 1498)
E así fecho lo susodicho, los dichos visitadores vieron el bastimento de la Mesa Maestral, en el qual se coge el pan y vino que solía ser de la Mesa Maestral en la dicha villa, e agora lo lleva el comendador de Monreal que es García López de Cárdenas.
Este bastimento está entre la casa de la encomienda e la iglesia, e en lo baxo está una bodega para el vino del diezmo, para lo qual tiene dos lagares con sus pilones e una cueva para bodega. En el qual bastimento estaban treinta e cinco tinajas.
E Juan de Salazar, mayordomo del dicho García López de Cárdenas, dijo que él tiene seis tinajas a complimiento de quarenta e una tinajas que se le entregaron del dicho bastimento, el qual otorgó de las volver dentro de un mes primero siguiente.
El Torreón de la Tercia en los años 80
Lo alto deste bastimento está solado de ladrillos e atajado de por medio con un tabique de yeso e fechos en él apartamientos para el pan.
E tiene por medio una dança de arcos grandes e gruesos, e el enmaderamiento de él es en algunas partes de ripia e en otras de “teíllo” e todo de madera de pino
Paresce por la visitación pasada, que siendo comendador de Monreal Diego de Ribera, que Dios perdone, por los visitadores del Maestre don Alonso de Cárdenas le fue mandado que ficiese en el dicho bastimento ciertas obras e reparos.
E a causa de no las hallar fechas, los visitadores pasados de Sus Altezas las ficieron apreciar e fueron tasadas en siete mil e seiscientos e seis maravedíes, los quales tomaron de cierta deuda que al dicho comendador se debía en la dicha villa, e los depositaron en poder de Antón García de la Plaça, vecino de la dicha villa, al qual dieron cargo que ficiese en el bastimento las obras siguientes:
Primeramente, que todo lo que está quebrado e movido del arco de la puerta del bastimento, se saque de principio e se torne a facer de su yeso como convenga, e esto paresce que tiene fecho.
Ítem que enrase e revoque con su yeso la concavidad e desencajamiento que está entre las paredes de los xaraíces e que queden bien enlucidos. Esto paresce que está fecho
Ítem que se echen dos pilares de yeso a la parte de hacia la iglesia, que pasen la pared de un cabo a otro e que sean bien encarnados e asidos con la pared, porque la refuerce e sostenga en los lugares donde les señalaron los maestros. Esto paresce que fizo.
Ítem que se reparen las dos esquinas del bastimento que están hacia la parte del torreón, tornándolas a facer e cerrar de su cal e canto, abraçando bien lo nuevo con lo viejo, como quede bien reparado. Esto paresce que las cerró por de dentro del bastimento, e por de fuera las dexó por cerrar e quedaron abiertas.
Todas las quales dichas obras hallaron que estaban fechas de la manera que de suso se hace mençión. E fue tomada cuenta al dicho Antón García de la Plaça, e mostró haber gastado siete mil e sesenta e tres maravedíes en los reparos que hizo en el dicho bastimento y queda debiendo para el cumplimiento de los maravedíes del dicho depósito, quinientos e quarenta e tres maravedíes, por los quales se obligó de dar a Juan de Salazar, mayordomo del dicho García López, ocho cahíçes e medio de yeso el día de Sant Miguel de septiembre primero venidero, porque el dicho Juan de Salazar ha de acabar lo que queda de las dichas obras y hacer otras ciertas en el dicho bastimento.
Arcos en el interior del torreón de la Tercia
Al crearse esta nueva unidad administrativa, Corral de Almaguer se encontró de la noche a la mañana con dos encomiendas diferentes que se beneficiaban de los frutos, bienes e impuestos recaudados en la misma villa, junto con los de la vecina Puebla de Almoradiel.
Y como se trataba de dos encomiendas distintas, hubo de dividirse la Casa en dos para que se almacenasen de forma separada los bienes y derechos de cada una de ellas.
En el sorteo llevado a cabo para repartir la casa, la encomienda de Monreal resultó agraciada con la parte habitable del edificio (torreón de la tercia y casi todo el palacio) mientras la de Corral de Almaguer lo fue con la zona de servicio más la mitad de la sala de la clavería (planta baja del palacio del comendador) que se acordó sería dividido en dos.
Una partición bastante injusta, dado que el comendador de Monreal tenía la sede en Dosbarrios y por lo tanto no necesitaba vivienda alguna (de hecho el torreón y el palacio fueron convertidos en almacenes), mientras el de Corral que si la necesitaba se quedó sin aposentos donde pernoctar.
Y como quiera que el comendador de Monreal se negase a revertir el sorteo dada la mayor solidez de su parte (construida en piedra), la Orden de Santiago no tuvo más remedio que levantar una zona de vivienda y aposentos al de Corral de Almaguer, a partir de las viejas cámaras y graneros de la encomienda. Esta parte, por cierto, es la que ha llegado “más entera” a nuestros días, y se corresponde con el ala norte del convento de las franciscanas (la parte que da a las tenerías).
Autor: RUFINO ROJO GARCÍA-LAJARA
Fuente: http://historiadecorral.blogspot.com/2017/11/las-casas-de-la-encomienda-de-corral-de.htmlSi te ha gustado este artículo, por favor, dale a "Me Gusta"
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