Julian es escritor, autor del Vexu Kamin, obra que ha tenido gran trascendencia, muy divulgada en conferencias, charlas radiofónicas, Revista del Ateneo Leonés y otros medios de comunicación. "San Isidoro" es el último libro de Julián, editado por Rimpego.
En un principio la Seo estuvo extramuros, en el monasterio de San Pedro y San Pablo -otros dicen de San Cipriano y Santa María-, donde fue enterrado San Froilán en el sepulcro mandado hacer para sí por su protector y amigo el Magno rey Alfonso III. Y allí estuvo hasta que Ordoño II (914-924), viendo la pobreza de la sede episcopal legionense, cabecera del Reino, cedió su "aula regis" (palacio) edificado sobre las termas romanas, para instalar la primera catedral dedicada a Santa María.
La románica fue construida después, por expreso deseo y ayuda de la Infanta Doña Urraca, al mismo tiempo que enriquecía la Basílica de San Isidoro, y fue consagrada en 1073, durante el reinado de Alfonso VI. En ella fueron celebradas las bodas reales y coronados los reyes y emperadores del Viejo Reino.
Hasta que llegó el obispo Manrique de Lara (1181) y, en competición con las de Burgos, Toledo y la magnificencia de la catedral de Santiago, ya edificada, comenzó la construcción de la catedral gótica, usando la mala piedra de Boñar, como reflejan maltrechos muros y esculturas. Supuso la materialización del gótico francés con la reducción a la mínima expresión de sus muros, para ser sustituidos por la más variada y hermosa colección de vitrales y rosetones del mundo. Toda ella es cristal y fe.
En su pórtico nos impresionó toparnos con el "Locus apellationis", valioso fuste trasladado desde San Isidoro, donde se apelaban las decisiones judiciales. Y ya en su interior, el saber que allí se forjó el Fuero de León, base del corpus de los Decreta. Amén de tanta historia del gran Viejo Reino.
Y me resultó entrañable, por los recuerdos que siempre me trae, contemplar el arca con los restos de San Froilán, bajo su altar mayor, y orar ante ellos.
Sorprendidos y cautivados visitamos su remodelado museo, contenedor, como el resto del grandioso templo, de tantas piezas con grandísimo valor artístico e histórico.
Contemplando la hermosura de su exterior, bien dicho está lo del poeta:
Quien no te ha visto no sabe