Revista Literatura

'La catedral del mar' de Ildefonso Falcones

Por Blancamiosi

La catedral del mar, Ildefonso Falcones
No siempre tengo la oportunidad de leer autores contemporáneos, pues a mi país llegan muy pocos títulos, una muestra de ello es que mis novelas se exhiben en las librerías de Sudamérica excepto en las de Venezuela. Hace unos días pude hacerme con la novela La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, un escritor que empezó su meteórica carrera apenas en el 2006.
Supongo que después de leerla, a la Editorial Grijalbo no le quedó más remedio que publicarla. Es una de esas historias que nacieron para volverse inmortales. Su personaje principal, Arnau Estanyol, logró cautivarme desde su naciLa catedral del mar, Ildefonso Falconesmiento. Pero no solo él; cada uno de ellos está tan bien cincelado que quedó grabado en mi memoria: su padre, Bernat, honesto, amoroso, su hermano Joan, atormentado, Adalis, apasionada como la que más, Francesca, su madre anónima, capaz de soportar los peores vejámenes y sobreponerse a ellos, Mar, la chiquilla mujer, enamorada e íntegra, Elionor, una mujer cuyo odio fue capaz de las peores calumnias, Margarida, una joven con una extraña tendencia a la maldad per sé. Guillem/Sahat; un esclavo más libre que muchos hombres y personaje medular de la obra… y así podría seguir enumerándolos; una sucesión de protagonistas de caracteres irrepetibles, cada uno con una finalidad específica, un ejemplo de cómo escribir una novela que logra mezclar fantasía, realidad y datos históricos con extraordinaria habilidad.
El recorrido a lo largo del siglo XIV, (1320-1384) me situó en Barcelona, España, y me hizo conocer sus callejuelas, sus costas, sus iglesias, y especialmente una: La iglesia de Santa María, punto focal de la novela. Pude ver a los bastaixos, cargando enormes piedras a sus espaldas con la fuerza de la fe, a los judíos resguardando su intimidad y seguridad tras el muro del ghetto, a los nobles haciendo valer sus absurdos derechos, como el que ejercían los señores antes sus vasallos, campesinos humildes sometidos a vejaciones sin derecho a reclamo, y quienes eran los que mantenían su nivel de vida, uno de ellos: el derecho a yacer con la novia antes de que lo hiciera el marido, como ocurrió con la madre de Arnal Estanyol, y es a partir de ese momento que se desencadena una historia conmovedora, que transforma a un simple y humilde niño en uno de los personajes más carismáticos y ricos de Barcelona.
Un sutil toque del autor me dio a entender las consecuencias de la extraña mezcla de ingredientes que conforman aquello que llamamos «fe»: Arnau puede ver la sonrisa de la Virgen, mientras que su hermano adoptivo Joanet, a pesar de ser un inquisidor de la orden de los dominicos, jamás pudo verla sonreír, una pequeña línea que con gran habilidad el autor deja deslizar cuando ya Joanet es un hombre adulto, y que en cierta forma nos dibuja con nitidez su alma atormentada.
La corrupción de la Iglesia y de la monarquía y el enorme poder de éstas, se mezcla hábilmente con la política, los odios, envidias, la ignorancia y la ingenuidad del mortal común. Y creo que lo trascendente de esta obra es hacerme comprender que llegados al siglo XXI, seguimos arrastrando las mismas creencias y manejos, disfrazados en algunos casos, con diferentes nombres. El ser humano es tan moldeable como lo permitan las circunstancias y su conciencia. Arnau Estanyol emerge como un ser excepcional, cuyos principios inamovibles lo elevan a la categoría de héroe.
Desde este pequeño sitio de Internet, deseo hacer llegar al autor, Ildefonso Falcones, mi agradecimiento por varias horas enriquecedoras, y mi profunda admiración. Cuando llegan a mis manos estas novelas, caigo en la cuenta de que me falta un largo trecho por recorrer.
Blanca Miosi


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