Me pregunto si el peligro también puede disfrazarse de hilos invisibles, o casi imperceptibles, como el traje del Rey desnudo que a todos, salvo al niño, pareció desapercibido. Y entonces la atención, o lo que lo hubiera podido advertir y precavernos, se disgrega con aquellos hilos ya del todo invisibles. Y me pregunto si los problemas del porvenir no van a ser la incomunicación, la soledad o el desamparo, sino su imposibilidad, como las nuevas chimeneas eléctricas que imposibilitan el fuego o los nuevos lenguajes que no dan lugar a la palabra.
"Tuve un momento casi alucinatorio constatando desde el balcón de mi casa que cada persona iba acompañada con un perro, no dirigía la palabra a las demás personas y había total ausencia de niños. Y pensé que, si entre los humanos dejara de haber celebración, en su sentido etimológico de comunidad, si en suma nuestra percepción se redujera a dígitos y a frío individualismo, viviríamos realmente en una modalidad de caverna que ni siquiera Platón fue capaz de imaginar. Todavía estamos perplejos, pero parece que de nuevo desaprovecharemos, a pesar de las nuevas intenciones de los últimos tiempos, la oportunidad de asumir nuestra racionalidad plenamente." (Víctor Gómez Pin, Entrevista en El Cultural, El Mundo, Sábado 12 de septiembre)